A pocos kilómetros de la bulliciosa Roma, cuna de la antigua civilización y epicentro de la cultura italiana, se extiende un mosaico de pintorescos pueblos que ofrecen un contraste único con la frenética vida de la capital. Desde villas medievales enclavadas en colinas hasta tranquilos lagos rodeados de historia, estos rincones invitan a descubrir un lado más pausado y auténtico de Italia. Conocidos por su rica tradición, arquitectura bien conservada y una gastronomía que deleita incluso a los paladares más exigentes, estas villas son un destino perfecto para quienes buscan combinar naturaleza, historia y cultura muy cerca de la Ciudad Eterna.
De todos ellos, Subiaco se alza como uno de los más singulares gracias a su impresionante ubicación, pues se enclava en el valle del río Aniene, rodeado por las montañas del Parque Natural Regional de los Montes Simbruini. Pero no solo, pues ofrece a los visitantes una combinación única de patrimonio monástico, arquitectura medieval y belleza natural a tan solo una hora de Roma. Tanto es así, que forma parte de la lista de los pueblos más bonitos de Italia.
Su nombre deriva del latín “Sublaqueum” o “Sublacus”, que significa “debajo del lago”. Esta denominación hace referencia a los lagos artificiales que el emperador Nerón mandó construir en la zona durante el siglo I d.C., conocidos como los “simbruina stagna” mencionados por Tácito. En este lugar, Nerón también edificó una villa, cuyos restos aún pueden apreciarse, evidenciando la importancia de la zona en la época romana.
Pero por si algo destaca esta villa italiana es por ser la cuna del monacato occidental, gracias a la figura de San Benito de Nursia. A principios del siglo VI, San Benito se retiró a una cueva en las montañas de Subiaco, conocida como el “Sacro Speco”, donde vivió como ermitaño durante tres años. Este período de contemplación atrajo a numerosos discípulos, lo que llevó a la fundación de trece monasterios en la región, consolidando a Subiaco como un centro espiritual de gran relevancia.
Un legado monacal único en el mundo
De estos templos monásticos, a día de hoy tan solo se conservan dos: el monasterio di Santa Scolastica y monasterio di San Benedetto. En este sentido, el monasterio di Santa Scolastica fue fundado en el año 520 d.C. y es el más antiguo de los monasterios benedictinos y uno de los pocos que ha sobrevivido con el paso del tiempo. Inicialmente dedicado a San Silvestre, a lo largo de los siglos, su estructura se ha ampliado y modificado, dejando una huella arquitectónica diversa que se aprecia en sus tres claustros, realizados en estilos renacentista, gótico y cosmatesco.
Aunque su fachada sufrió daños significativos durante la Segunda Guerra Mundial, fue reconstruida en época moderna, devolviendo al monasterio su majestuosidad. El campanario del siglo XI, con sus ventanas triples, es un ejemplo temprano del estilo lombardo en el centro de Italia, destacándose como una de las pocas evidencias originales de esa época.
En su interior, el monasterio alberga una biblioteca y un museo con más de 10.000 manuscritos y obras impresas, muchas de las cuales inspiraron a Umberto Eco para escribir su célebre novela El nombre de la rosa. Igualmente, el Monasterio de Santa Escolástica está abierto al público todos los días, de 9:30 a 12:15 y de 15:30 a 18:15, invitando a los visitantes a explorar su fascinante historia.
Un monasterio incrustado en la montaña
Siguiendo la Via dei Monasteri, se llega al Monasterio de San Benito, conocido como el santuario del Sacro Speco. Este lugar, construido sobre la gruta donde el santo pasó tres años de retiro y oración en su juventud, es una joya arquitectónica y espiritual que se fusiona con el paisaje montañoso de Subiaco. El complejo monástico se levanta sobre las ruinas de una villa romana construida por el emperador Nerón, quien alteró el curso del río Aniene para crear estanques en la zona. El monasterio incluye el convento, dos iglesias superpuestas y la gruta que alberga una estatua de San Benito, obra del escultor Antonio Raggi.
En el nivel superior, la capilla de San Francesco conserva uno de los frescos más antiguos del santo, testimonio del arte y la devoción que han marcado este lugar a lo largo de los siglos. Cada rincón del Sacro Speco evoca la vida y el legado del santo, consolidándose como un destino de peregrinación y recogimiento. El monasterio de San Benito abre sus puertas todos los días, con horarios de visita de 9:30 a 12:30 y de 15:00 a 18:00, ofreciendo una experiencia que combina historia, espiritualidad y arte.
Pero más allá de estos conjuntos eclesiásticos, Subiaco es una localidad para perderse. El puente medieval de San Francesco, construido en 1358, es una de las estructuras emblemáticas y el primer monumento en dar la bienvenida al viajero. Una vez que se cruza, este se sumerge en un laberinto de calles medievales que conforman el casco histórico y más antiguo conocido como la villa medieval de los Opifici. A su vez, dominando todo el pueblo, se encuentra la Rocca dei Borgia.
Cómo llegar
Desde Roma, el viaje es de alrededor de 1 hora y 10 minutos por las carreteras A24 y SR411. Por su parte, desde Frosinone el trayecto tiene la misma duración por las vías A1/E45 y SR155racc.