Bonitos pazos, una iglesia románica y puentes medievales: esta es la única aldea de Galicia que es Conjunto Histórico-Artístico

Cuando pensamos en Galicia, lo primero que se nos viene a la cabeza son sus extensos valles, sus paradisiacas playas y sus pintorescos pueblos. Estos, ya sean marineros o en mitad de la montaña, ofrecen un panorama de lo más enriquecedor. En ellos se puede disfrutar de un impresionante patrimonio histórico y cultural que transportan al viajero al pasado en el que se puede contemplar de un gran conjunto monumental. Así, en la provincia de Ourense, estos rincones se caracterizan por su carácter rural y por ser lugares que invitan al descanso.

Uno de los más especiales es Pazos de Arenteiro, una preciosa villa que forma parte del pueblo de Boborás y que es la única aldea rural de Galicia declarada Conjunto Histórico-Artístico. Este pequeño paraíso rural ha ido ganando popularidad entre los viajeros que buscan escapar del bullicio urbano y disfrutar de la serenidad de la naturaleza gallega. Pero no solo eso, pues es uno de los conjuntos etnográficos mejor conservados de toda la comunidad, reflejando a la perfección la tradición gallega gracias a sus pazos y casonas señoriales.

El origen de este pequeño rincón gallego se puede situar en el año 1158, cuando aparecen los primeros datos documentados en el testamento del abad del monasterio de San Clodio, donde está mencionada como Palacios de Argentario. Este nombre podría deberse a la actividad de los “gobernadores de la plata” o argentarios, quienes, en tiempos medievales, se dedicaron a la extracción de plata del río Arenteiro. Este preciado metal, extraído de las aguas del río, sería clave para el desarrollo de la zona en sus primeros siglos de historia.

Tanto es así, que durante la Edad Media el pueblo vivió su periodo de máximo esplendor. A partir del siglo XII, la localidad experimentó un auge gracias a la influencia de la Orden del Santo Sepulcro, que promovió su desarrollo económico y cultural. Sin embargo, fue en el siglo XVI, cuando la zona se consolidó como un importante centro comercial del vino, lo que atrajo riqueza y prosperidad a la región. Este periodo de bonanza económica permitió el crecimiento de la Nobleza del Vino, una clase aristocrática que vio en la viticultura y el comercio del vino una fuente de poder y prestigio.

La consolidación de esta nobleza impulsó la construcción de varios pazos o viviendas señoriales en la localidad, que aún hoy siguen siendo testigos de ese esplendor. Uno de los ejemplos más representativos de esta época es el Pazo dos Feixóo, construido en 1553, aunque hoy solo se conserva una pequeña parte de su estructura original.

Pero esto no es todo, pues la localidad incluye un gran número de pazos y casas señoriales que destacan por su belleza y su estado de conservación. Entre ellos, el Pazo dos Cervela, también conocido como la Casa de Arriba, es famoso por sus tres chimeneas (una más que en su versión original, ya que una fue derribada para evitar la competencia con el Palacio Real). Este pazo es un ejemplo claro de la arquitectura señorial de la época y forma parte de un conjunto que da vida al casco histórico de la villa.

Otro de los pazos destacados es el Pazo de Dona Elisa, situado en pleno centro histórico. Esta construcción, que cuenta con un elegante patio interior, tiene una fachada decorada con escudos heráldicos y un balcón de forja que remata su arquitectura. Al igual que otros pazos, el de Dona Elisa también forma parte del conjunto histórico de la localidad, cuyo valor arquitectónico es incalculable. A su vez, algunas de estas edificaciones se han reconvertido y ofrecen al turista una experiencia única. Este es el caso del Pazo de la Encomienda, el cual se ha convertido en una casa rural que permite conocer la tradición gallega de primera mano.

Pero más allá de pazos y casas blasonadas, el pueblo cuenta con un patrimonio histórico que se refleja en la iglesia de San Salvador, un templo románico que data del siglo XII. A esto hay que sumar sus puentes medievales: A Ponte da Cruz y el Ponte do Santo Sepulcro. Estos monumentos terminan de completar un casco histórico único en la región que invita a perderse y conocer la tradición y costumbres de Ourense.

Desde Ourense, el viaje es de alrededor de 40 minutos por la carretera A-52. Por su parte, desde Vigo el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 15 minutos por la misma vía.