Entre los años 1618 y 1648 tuvo lugar uno de los conflictos más importantes de la era contemporánea: la conocida como Guerra de los Treinta Años. Esta contienda prolongada y compleja tuvo lugar principalmente en Europa Central, con el Sacro Imperio Romano Germánico como epicentro. Inicialmente, la guerra surgió como una confrontación religiosa entre católicos y protestantes en el contexto de la Reforma y la Contrarreforma. Sin embargo, evolucionó para incluir rivalidades políticas y territoriales entre las principales potencias europeas, como Francia, España, Suecia y Dinamarca.
La Paz de Westfalia (1648) puso fin al conflicto, redefiniendo las fronteras y marcando el declive del poder de los Habsburgo en Europa. Sin embargo, la contienda entre España y Francia fue mucho más allá. La paz entre ambos países llegaría una década después, cuando en 1659 se firmó el Tratado de los Pirineos. A través de este acuerdo, España tuvo que ceder a Francia 33 pueblos, conocidos como ‘Catalunya Nord’. Esta región se sitúa en el sur de Francia y actualmente corresponde al departamento conocido como Pirineos Orientales.
Perpiñán es su capital, pero la zona está inundada de pequeños pueblos que todavía mantienen la tradición y la cultura catalana. Uno de ellos es Eus, una joya medieval que se alza sobre una colina, ofreciendo vistas espectaculares y una inmersión en la historia y cultura catalanas. Pero Eus es más que un pueblo pintoresco; es un reflejo de la historia y la cultura que une a Francia y Cataluña. Su belleza, autenticidad y compromiso con la tradición lo convierten en un rincón imprescindible para quienes buscan la esencia de los Pirineos Orientales.
Un tesoro en la frontera con España
A los pies del Canigó y suspendido sobre una roca, Eus se alza como uno de los pueblos más singulares del sur de Francia. La localidad destaca por su peculiar disposición en forma de anfiteatro, con calles empedradas que serpentean entre casas de piedra y tejados de tejas rojas. Este diseño no solo es un testimonio de la arquitectura medieval, sino que también refleja su función defensiva, al estar estratégicamente ubicado para controlar los alrededores.
Igualmente, en la cima de la colina, la iglesia barroca de Saint-Vincent se alza como guardiana del pueblo. Se trata de un templo barroco construido en el siglo XVIII, que reemplazó a la antigua fortaleza del siglo X que protegía al pueblo. Así, desde lo alto de esta iglesia, las vistas panorámicas abarcan el macizo del Canigó, montaña sagrada para los catalanes, y los valles circundantes, ofreciendo un paisaje que combina historia y naturaleza. Además, en la zona todavía se pueden contemplar algunos restos del castillo.
Pero más allá de sus monumentos, Eus un pueblo para perderse. Así, sus calles sorprenden al viajero gracias a una arquitectura medieval única y a una distribución de lo más encantadora. Es por ello, que conforma un entramado cautivador que le ha valido para forma parte de la asociación Les Plus Beaux Villages de France (Los pueblos más bellos de Francia), un reconocimiento que garantiza su conservación y atractivo. Este estatus ha convertido al pueblo en un destino destacado para turistas que buscan tranquilidad, historia y naturaleza.
Cómo llegar
Desde Perpiñán, el viaje es de alrededor de 40 minutos por la D66. Por su parte, desde Puigcerdà, en Girona, el trayecto tiene una duración de 1 hora y 20 minutos por la misma vía.