En el corazón de la Alcarria, se esconde una de las joyas arquitectónicas menos conocidas de España. En la provincia de Guadalajara todavía se mantiene en pie uno de los más edificios más antiguos y representativos del estilo plateresco en España. Estas características le sirvieron para ser reconocido, en 1921, como Monumento Nacional.
En el municipio de Mondéjar, se levanta el Convento de San Antonio, aunque, a día de hoy, solo se conservan las ruinas de su iglesia. Esta representación del Renacimiento se fundó en 1489 por Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y primer marqués de Mondéjar.
Se inspiró de lo que había visto en su paso por Roma en 1487, a donde se trasladó para gestionar asuntos diplomáticos entre los Reyes Católicos y el papa Inocencio VIII. Íñigo obtuvo las licencias necesarias para establecer un convento franciscano en su villa, la cual acababa de adquirir. En un origen iba a ser un pequeño mausoleo familiar, como los que se podían observar en las capillas privadas de la Toscana. No obstante, proyecto acabó creciendo y pasó a ser un complejo religioso cuya iglesia se finalizó en 1509.
Un adelantado a su época
El arquitecto Lorenzo Vázquez, pionero del Renacimiento en España, fue el encargado del diseño de este edificio. La iglesia, construida en mediano sillarejo, destaca por su estilo protorrenacentista, con muros reforzados por contrafuertes y una sola nave con un coro alto. En su testero, aún visible, se aprecian pilastras finamente decoradas, capiteles con motivos florales y grandes escudos heráldicos. La portada y el hastial del testero son ejemplos excepcionales del estilo plateresco. La ornamentación detallada y las proporciones armoniosas reflejan la influencia renacentista, un movimiento que apenas comenzaba a arraigar en España.
La familia Mendoza se encargó de preservar y enriquecer el convento durante siglos. Íñigo López de Mendoza no solo financió la construcción, sino que también donó numerosas obras de arte y objetos litúrgicos, como cálices, cruces y candeleros. Su afecto por esta fundación quedó registrado en su testamento, donde otorgó importantes bienes al monasterio.
A lo largo de los siglos, los sucesores de la familia Mendoza y destacados vecinos de Mondéjar realizaron generosas donaciones al convento, incluyendo tierras, joyas y fondos en metálico. Esta prosperidad permitió a la comunidad franciscana alcanzar su auge en el siglo XVI, albergando hasta cuarenta frailes. Sin embargo, durante la guerra de la Independencia, las tropas francesas saquearon y dañaron gravemente el edificio. Posteriormente, la desamortización de 1835 lo dejó deshabitado y en ruinas. En 1916, muchas de sus piedras fueron utilizadas para construir la plaza de toros de Mondéjar.
¿Se puede visitar el convento?
Actualmente, las ruinas de la iglesia son un recordatorio del esplendor artístico del pasado. Desde las afueras del pueblo, en dirección norte, los visitantes pueden admirar los restos de este estructura que forma parte del patrimonio histórico de Mondéjar. Además, quienes deseen explorar la historia completa de la villa pueden participar en visitas guiadas, donde se detalla el contexto y la importancia del convento.
El Convento de San Antonio no es solo un vestigio arquitectónico, sino un símbolo de la transición hacia el Renacimiento en España, gracias a la visión de Íñigo López de Mendoza y al talento de Lorenzo Vázquez. Este pueblo de la Alcarria continúa atrayendo a amantes de la historia y el arte que buscan conectar con esta fascinante herencia cultural.