Se especifica muy claro, cada pocos metros, en los numerosos carteles de seguridad en los aeropuertos. Armas de fuego, explosivos, líquidos, herramientas, y objetos punzantes o cortantes son algunas de los objetos que no se pueden subir, en ningún caso, a un avión en el equipaje de mano. El propio hecho de tener cualquiera de ellos encima ya es ilegal y supondrá, en la mayoría de los casos, una expulsión de la aeronave y, en algunos casos más graves, acarreará multas, sanciones, e incluso penas de prisión.
Algo así sucedió en un vuelo reciente de United Airlines desde el aeropuerto internacional de Sydney. Adrian Francis Rodney Russell, un doctor de 75 años, llevaba un cúter de 8 centímetros y “con muchas manchas de suciedad”, según un documento presentado en su juicio. Lo llevaba en su bolsa de medicamentos y alegó que, supuestamente, lo utilizaba para rascarse las costras y la piel muerta de sus manos debido a padecer una condición parecida a la dermatitis.
Es solamente un “artilugio rascador habitual”
Aparentemente, habría evitado su detección en la seguridad del aeropuerto, ya que nadie se habría dado cuenta hasta que lo sacó de su bolsa y lo apoyó sobre la mesa plegable de su asiento. Un miembro de la tripulación se percató del objeto punzante y afilado al pasar junto a él, tras lo cual lo confiscó y se lo entregó a las autoridades del avión.
La aeronave, que se encontraba ya en movimiento camino de la pista de despegue, tuvo que dar media vuelta y desalojar a todos los pasajeros para que volviesen a pasar un control de seguridad. Todo este proceso provocó que se retrasase la salida del vuelo más de dos horas y media, para disgusto del resto de viajeros.
Russel, por su parte, fue entrevistado por las autoridades del aeropuerto y acusado de acceder a un avión con un objeto prohibido. El doctor, que lleva una clínica privada desde su casa en Terrigal, una ciudad costera de Nueva Gales del Sur, en Australia, se declaró culpable este pasado mes de septiembre. Según Adrian, se trataba simplemente de su “artilugio rascador habitual”, aunque no se dio cuenta de que lo llevaba encima hasta encontrarse a bordo del avión. La forma en que atravesó la estrecha seguridad del aeropuerto sigue siendo un misterio, y despierta ciertas dudas en cuanto a la efectividad de los controles.
Debido a su edad, al hecho de que no tuviese ningún tipo de antecedentes criminales, su colaboración con las autoridades, y el mostrar remordimientos y buena actitud, el juicio acabó con la conclusión de que, si bien la ofensa fue cometida, el caso podía ser desestimado sin condena ni penalización. Lo único que se llevó fue una ligera reprimenda de la juez, según 9News, que urgió al anciano doctor a revisar su equipaje con más cuidado, ya que “simplemente no es apropiado llevar esas cosas en un avión”. Podía haberle salido mucho peor, ya que la sanción mínima por esta ofensa suele ser de $6.260 australianos, el equivalente a 3.845 euros.