En la región del Baix Empordà, en la provincia de Girona, se ubica uno de los pueblos más especiales de España. Es increíble que a tan solo cinco kilómetros de la costa, esta villa sorprenda al viajero con un casco histórico que ha mantenido su esencia con el paso de los años. Así, sus calles estrechas y empedradas, sus casas de piedra y su patrimonio histórico dan lugar a un entramado medieval que no deja indiferente a nadie. Tanto, que la propia Organización Mundial del Turismo ha elegido a Pals como uno de los mejores pueblos del mundo en 2024.
Junto a Aínsa, en Huesca, y Mura, en Barcelona, Pals ha sido seleccionada por esta organización para formar parte de la cuarta edición de los Best Tourism Village 2024. Así, este año han sido 55 pueblos de todo el mundo los incluidos dentro de esta distinción, para la cual han participado hasta 260 localidades de más de 60 Estados Miembros de ONU Turismo. De este modo, Pals se ha convertido en un destino turístico único en España y en el mundo gracias a su combinación única de riqueza histórica con paisajes naturales.
Un paraíso medieval
El nombre de Pals proviene del latín palus, que significa “pantano”, en referencia a los humedales que rodeaban el territorio en sus orígenes. Durante el periodo romano, ya existían pequeñas estructuras, aunque no fue hasta la Alta Edad Media cuando el lugar adquirió importancia como punto defensivo. En el siglo IX, bajo la dominación carolingia, se construyó un castillo que marcó el inicio de su expansión. Este castillo fue el núcleo desde el cual se desarrolló el actual casco antiguo, conocido como el Barrio del Pedró. La fortaleza medieval, aunque destruida parcialmente durante las Guerras Remensas en el siglo XV, marcó el carácter defensivo del pueblo.
Es por ello que, a día de hoy, el núcleo histórico de Pals es un auténtico viaje al pasado. Su casco antiguo permite al viajero descubrir un entramado urbano formado por calles empedradas, arcos de medio punto y casas de piedra que conservan la esencia de la época medieval. Así, perderse por él es algo obligatorio para descubrir todos sus secretos y monumentos, de los cuales destaca la Torre de las Horas. Se trata de una estructura románica del siglo XI, que es uno de los símbolos más reconocibles de la localidad y ofrece vistas panorámicas de los alrededores.
A su vez, la iglesia de Sant Pere es otro de los emblemas de la villa. Este templo fue construido en el siglo XI sobre los restos de un antiguo templo románico y su mezcla de estilos arquitectónicos, fruto de diversas reformas, refleja la evolución histórica del pueblo. Además, las murallas que rodean el casco antiguo, con sus torres de vigilancia, permiten imaginar la importancia estratégica que Pals tuvo durante la Edad Media. Sin embargo, si se desea realizar una visita ordenada de todos los rincones de la villa, la primera parada es Ca la Pruna, una imponente casa fortificada de estilo gótico y renacentista situada fuera de las murallas.
Seguidamente, se puede subir la carrer de la Creu en dirección a la Plaza Mayor, donde se celebra el antiguo mercado y se ubica la Casa de la Vila del siglo XIII. Igualmente, un arco gótico, conocido como el Portal de la Vila, da acceso al carrer Major, una de las calles más bonitas de Pals. Esta avenida conduce directamente a la iglesia de San Pere, donde se encuentra también delante de ella la torre de Ramonet del siglo XIII. A su vez, otros lugares obligatorios son la ermita de Pals, la casa Frailem y el mirador de Josep Pla.
Un entorno natural de gran belleza
Pals no solo destaca por su patrimonio histórico, sino también por su privilegiado entorno natural. A pocos kilómetros del casco urbano se encuentra la Playa de Pals, una extensa franja de arena dorada con vistas a las Islas Medas. Este espacio es ideal para practicar deportes acuáticos como el kayak o el snorkel, así como para disfrutar de paseos tranquilos junto al mar.
Además, los arrozales que rodean el municipio son uno de sus elementos más característicos. El cultivo de arroz, una tradición que se remonta a la Edad Media, es una parte esencial de la identidad de Pals. Los visitantes pueden recorrer estos campos en bicicleta o a pie, disfrutando de un paisaje singular que cambia con las estaciones.
Cómo llegar
Desde Girona, el trayecto tiene una duración estimada de 50 minutos por la carretera C-66. Por su parte, desde Barcelona el viaje es de alrededor de 1 hora y 35 minutos por la vía AP-7.