En el corazón de los Pirineos Atlánticos, concretamente en la región francesa de Nueva Aquitania, se alza una de las joyas naturales de Europa. Se trata de una cueva que sorprende al viajero con sus impresionantes dimensiones y formaciones, pues es considerada la sala subterránea accesible al público más grande de Europa.
Estamos hablando de la cueva de la Verna o sala de la Verna, un colosal espacio subterráneo que forma parte del sistema de cuevas de la Pierre Saint-Martin. Con más de 240 metros de largo, 160 metros de ancho y 190 metros de altura, La Verna ofrece un espectáculo de dimensiones extraordinarias y una experiencia única para los amantes de la naturaleza, la geología y la aventura.
Un viaje al corazón de la tierra
Descubierta en 1953 por un grupo de espeleólogos miembros del club scout “Clan de La Verna, La Verna fue inicialmente un hallazgo destinado a investigaciones científicas. Sin embargo, su apertura al público en 2010 permitió a miles de visitantes contemplar esta maravilla natural. Formada por la erosión de la piedra caliza a lo largo de millones de años, la cueva es parte de un complejo sistema subterráneo que incluye ríos, cascadas y pasajes laberínticos. Su sala principal, una de las más grandes del mundo, sorprende no solo por su tamaño, sino también por las formaciones rocosas que decoran sus paredes y el eco que parece amplificar la majestuosidad del espacio.
El acceso a la cueva se realiza a través de un túnel de 660 metros construido originalmente para trabajos hidroeléctricos, lo que añade un toque de singularidad a la visita. Al adentrarse en La Verna, los visitantes son recibidos por un espectáculo impresionante: una inmensa sala subterránea iluminada estratégicamente para resaltar las formas y colores de las paredes y el techo. Los juegos de luces y sombras realzan las texturas naturales, creando una atmósfera casi mágica.
El río subterráneo Saint-Georges, que atraviesa el sistema de cuevas, es otra de las maravillas de La Verna. Este río ha sido clave en la formación de las galerías y sigue siendo un elemento dinámico que conecta el interior de la montaña con el mundo exterior.
Una cueva para todos los públicos
La cueva de La Verna ofrece visitas adaptadas a diferentes intereses y niveles de actividad, por lo que cuenta con diferentes itinerarios disponibles. La opción más básica, conocida como “Descubrimiento”, lleva a los visitantes a recorrer el túnel de EDF, una galería artificial de 660 metros construida para proyectos hidroeléctricos. Este recorrido culmina en un mirador dentro de la sala principal de La Verna, donde se pueden apreciar sus imponentes dimensiones y las espectaculares formaciones rocosas.
Este trayecto, que dura aproximadamente una hora entre la ida, la estancia en el mirador y el regreso, es ideal para quienes desean una introducción accesible a la cueva. La segunda modalidad, llamada “Río”, amplía la experiencia sumando una visita al río subterráneo Saint-Georges, elemento clave en la formación de la cueva. Los visitantes descienden una escalera tallada en la roca que conduce hasta el río, cruzando sus aguas a través de pasarelas.
La ruta también incluye un recorrido por la sala superior, utilizada por los primeros exploradores que descubrieron la cueva. Esta visita tiene una duración aproximada de una hora y media y combina vistas espectaculares con un toque de aventura. Por último, para los más atrevidos, la “Exploración” es la opción más desafiante. Este recorrido lleva a los visitantes a la parte más baja de la cueva, caminando entre rocas esculpidas por el río hace miles de años.
El trayecto incluye atravesar cascadas activas y tramos donde es necesario utilizar las manos para superar las irregularidades del terreno. Aunque no es obligatorio cruzar el río, muchos visitantes optan por quedarse en puntos estratégicos que permiten observar la magnitud de las formaciones sin mojarse. Este recorrido dura unas dos horas y exige un mayor esfuerzo físico, recompensado con una experiencia inmersiva en la naturaleza salvaje de La Verna.
Cómo llegar
Desde Pau, el viaje es de alrededor de 1 hora y 35 minutos por la carretera N134. Por su parte, desde Isaba, en Navarra, el trayecto tiene una duración estimada de 55 minutos por la carretera del Roncal, la NA-137 y D113.