Por extraño que parezca, Brasil y Francia tienen algo que les une a nivel territorial: comparten una frontera de 673 kilómetros. Este es uno de esos datos curiosos que esconden los países y que aún son desconocidos para buena parte de la población. Y es que cuando se habla de este vecino de España, se hace referencia al Estado más extenso de Europa occidental. Pero lo cierto es que lo que lo convierte en el más grande de superficie es su amplio territorio ultramarino, en especial, en Sudamérica y, en concreto, en la Guayana Francesa.
Francia tiene el honor de atesorar la mayor frontera terrestre fuera de Europa, a más de 6.000 kilómetros de distancia. A pesar de que está en otro continente, dado que limita con Brasil y Surinam, forma parte del país galo. Aunque la Guayana Francesa se encuentra en América del Sur, está totalmente integrada a Francia, pero no es una colonia: es un territorio de ultramar. De ahí que se considere un lugar único entre Amétrica, África y Asia, cuya historia es de lo más llamativa.
Para conocer sus orígenes, hay que retroceder hasta finales del siglo XIX, cuando la Guayana Francesa se convirtió oficialmente en un departamento francés. Mientras Francia abandonaba progresivamente sus territorios en América del Norte, estableció en esta región sudamericana una extensa red de colonias penales, destinadas a confinar prisioneros de la metrópoli. Tras la Segunda Guerra Mundial, durante la cual el territorio apoyó a la resistencia francesa, dejó atrás su condición de colonia penal para ser restaurada como un departamento de ultramar, plenamente integrado en la administración y leyes francesas.
Una parte de Europa en América del Sur
La Guayana Francesa es un territorio de ultramar de la Unión Europea, con el euro como moneda oficial y el francés como idioma predominante. Aunque existen movimientos independentistas, la mayoría de la población mantiene una relación positiva con Francia.
Con una superficie comparable a la de Hungría o Portugal, este territorio se extiende al norte hasta el Océano Atlántico y limita al sur y al este con Surinam y Brasil. La densa selva tropical que marca la frontera con Brasil ha sido históricamente un obstáculo para el acceso entre ambos países, aunque el puente sobre el río Oyapoque, entre Saint-Georges y Oiapoque, facilita hoy la comunicación entre ambas regiones. La frontera terrestre entre la Guayana Francesa y Brasil se extiende a lo largo de 730,4 kilómetros, lo que otorga a Francia una conexión fronteriza lejana de Europa, donde limita con siete países en su área metropolitana.
De gran relevancia es el Centro Espacial de Guayana, un puerto espacial estratégico para Francia y Europa. Su ubicación cercana al ecuador permite aprovechar la velocidad de rotación de la Tierra, facilitando lanzamientos de cohetes más eficientes. Este centro representa un activo fundamental para Francia en sus iniciativas espaciales y en la exploración global, consolidando la importancia de la Guayana Francesa en el ámbito científico y estratégico mundial.
La Guayana Francesa no es solo una colonia
Un dato curioso es que la Guayana Francesa es más que una colonia; desde el siglo XIX, forma parte de Francia como departamento de ultramar. Su estatus de departamento, oficializado hace más de un siglo, se consolidó tras la Segunda Guerra Mundial, después de haber sido utilizada como colonia penal, célebre por su red de prisiones. Hoy, su sistema político y jurídico es idéntico al de Francia, lo que garantiza a sus ciudadanos plenos derechos europeos.
Aunque ubicada en América del Sur, la Guayana Francesa mantiene una relación estrecha y mayoritariamente estable con Francia, si bien ciertos movimientos locales defienden la independencia del territorio. Rodeada por el Atlántico al norte y limitada al sur y oeste por Brasil y Surinam, comparte una extensa frontera de más de 700 kilómetros con Brasil, que atraviesa la densa selva amazónica. El puente sobre el río Oyapoque facilita actualmente la comunicación entre ambos países, superando las barreras geográficas históricas.