Desde Escocia, y en un pequeño descanso, Nicolás Pasquali, un joven de 32 años nacido en Argentina, atiende a Infobae España antes de completar uno de sus grandes objetivos: visitar todos los países del planeta. Nacido en Buenos Aires, se quiere convertir en el primer argentino en alcanzar este logro. Su andadura comenzó en el año 2013, cuando durante un viaje por Sudamérica se dio cuenta de que lo suyo era conocer nuevos países, culturas y gentes.
Desde ese momento no ha parado de recorrer el mundo y de llevar una vida casi nómada en la que le ha pasado prácticamente de todo. Desde ser secuestrado hasta caminar sobre la cornisa de un volcán. Sin embargo, su objetivo no está completo.
Pregunta: A día de hoy, ¿cuántos países ha visitado en total?
Respuesta: Estoy intentando ser el primer argentino en visitar todos los países del mundo y me faltan dos: Sudán y Corea del Norte. Tan solo hay 400 personas en la historia de la humanidad que lo han logrado y yo quiero ser una de ellas. La idea siempre ha sido esa y ahora está llegando a su fin, es como el cierre de una etapa y estoy muy contento y muy feliz de poder compartir esto. Además, estoy a la espera de los papeles. Desde el lado de Argentina hay un diálogo diplomático entre el Ministerio de la Argentina y Sudán para que me puedan dejar ingresar. En este momento hay una guerra bastante difícil en Sudán y no están dando visas de turismo por esos motivos y nadie puede garantizar mi seguridad.
P: ¿De dónde nace su idea de querer recorrer el mundo?
R: Desde pequeño siempre he sido muy curioso por un montón de cosas, por entender cómo funcionaban y por qué nos vemos diferentes. Mi familia siempre iba a Brasil de veraneo porque las playas son más lindas y veíamos gente que era, por ejemplo, negra. En Argentina no hay, entonces me llamó la atención y me empecé a preguntar, ¿por qué hay gente así? Tendría unos siete años. Después, obviamente con el tiempo entendí que hay también otras religiones, culturas y ahí dije: quiero conocer todo.
Así es como empezó, como una curiosidad, hasta que en algún punto me di cuenta de que lo que me gustaba era eso. Entonces fue en 2013 cuando hice mi primer viaje largo. Yo tenía 19 años e hice una vuelta por Sudamérica. Me fui al norte de Argentina porque tengo familiares y allí me quedé un tiempo. De ahí me fui para Bolivia y después a Perú, Ecuador, Colombia... ¿Y cómo terminó esto? Atravesando el Amazonas en un barco de carga. Era mucho más pequeño y me di cuenta de que me encantó y ahí dije: ahora quiero hacer todo lo demás. Después hice otros viajes, como cuatro meses por el sudeste asiático, y ya en 2018 me involucre completamente.
P: Una vez que completes la vuelta al mundo, ¿qué otro reto tienes en mente?
R: La verdad es que ni idea. Era imposible para mí, en un principio, imaginarme que yo iba realmente a cumplir lo que estoy haciendo. Cuando lo planteé no me imaginé que era tan difícil. Pero es muy jodido, porque África, Medio Oriente o el Líbano, por ejemplo, tienen muchos conflictos armados. Tampoco me imaginé que me iba a gustar tanto caminar por la cornisa de un volcán o nadar con tiburones. Me gusta este tipo de aventura, y quizás hoy no tenga una casa, un techo, pero sí tengo mi capital que me da para comer y poder hacer estas locuras. Pienso después que lo mejor será asentarme, probablemente en Buenos Aires, que es donde tengo mi familia, mis amigos, y hacer una vida más normal.
P: ¿Cómo se ha financiado a lo largo de estos años?
R: Pues yo me gradué en finanzas y justamente me especialicé en el mercado de capitales, que hace referencia a las acciones, bonos públicos y demás. Trabajé muchos años en la banca y desarrollé mi propio portafolio de inversiones. Y con eso estoy financiando todo este viaje. Trabajo remoto, y estudiar finanzas era justamente como atar los cables del sistema, que es generar un ingreso para poder liberarme y poder usar el tiempo para viajar. Obviamente, siempre todo en bajo coste, porque no da para tanto.
P: ¿Qué experiencias le han resultado más impactantes durante esta travesía?
R: Han pasado un montón de cosas. He estado secuestrado, he convivido con talibanes, me han acusado de espionaje en Irak, estuve preso, he estado atrapado en una isla en África por 11 días. Hay muchas anécdotas que fueron ocurriendo en el camino.
Una de las más impactantes fue cuando me secuestraron. Yo estaba en un coche con un amigo francés al que conocí en Marruecos y alquilamos un chófer para cruzar hasta Mauritania por el Sahara Occidental. Durante la ruta, cogimos a dos personas que estaban haciendo autostop, pero resultó que no eran buenas personas. Porque hacer dedo es algo normal, yo también lo he hecho. Entonces, cuando se subieron al coche, amenazaron al chófer y le dijeron qué hacer. Nos alejamos de la ruta hacia un territorio que está completamente minado, por lo que esa gente sabía por dónde se estaba metiendo. Nos tuvieron tres días en unas chozas en mitad del desierto y luego nos comenzaron a trasladar. En un momento del camino, nos pudimos escapar forcejeando porque no estábamos atados ni nada, lo cual era bastante sospechoso. Nos bajamos del coche y nos subimos a un camión que estaba atrás de este coche y así fue como pudimos escapar. Finalmente, el coche no atinó a seguirnos tampoco, con lo cual facilitó mucho el desenlace de la historia.
P: ¿Y cuáles son las vivencias y los países más impresionantes en los que ha estado?
R: Mi país favorito es Irak, por su comida, por su gente, por la calidez y la hospitalidad de esta gente. Estuve 45 días en el país y me gustó mucho por cómo te tratan. Esto viene de muchos años atrás, cuando estaban los beduinos que se movían de un pueblo a otro atravesando el desierto en camello. Cuando tú recibes a alguien que viene de otro pueblo, sabes que atravesó la muerte en el desierto, representando la muerte para volver a la vida. Entonces ahí está la obligación de ellos de decir ‘tenemos que darle hospitalidad por un mínimo de tres días’, no preguntarle su nombre, no preguntarle su religión, no juzgarlo y darle casa y comida. Hoy en día, el viajero es ese beduino de antes.
El otro país es Afganistán, donde estuve con los talibanes, los cuales me mostraron todo el país y me han invitado incluso a un casamiento. La comida es espectacular, aunque los niveles de higiene no son tan buenos, pero bueno, ya viven así, yo no voy a enseñarles cómo tienen que vivir. Aunque también el choque cultural se notó y fue incómodo en algunos casos. Pero allí tú tienes que acatar, no puedes oponerte porque si no te matan a ti también. De hecho yo estuve ahí cuando salió una noticia de que mataron a tres españoles en Afganistán, y tenía miedo.
P: ¿Y cómo es convivir en una sociedad tan machista y tan diferente culturalmente con occidente?
R: Obviamente, no son gente buena, pero a mí me han tratado bien. Esta gente me pagó el hotel, la comida, todo, no me dejó gastar un euro. Es un país pobre, no en recursos, pero sí en el nivel de educación. Y la verdad que da miedo, pero al mismo tiempo tengo que reconocer que a mí por lo menos me han recibido muy bien. Aun así, vi mucha presión con el tema de las mujeres, de hecho, presenciar el casamiento fue una de las cosas más impactantes. Estaban con sus armas en la mesa, me dieron una a mí también, es como parte del show. Y hay un salón para los hombres y a unos cuantos metros un salón donde están las mujeres. Tú nunca ves a la mujer que se casa con el novio.
Este es un país de hombres porque las mujeres no tienen acceso a la educación. Tuve una sola oportunidad de hablar con un local que no era de los talibanes y esta persona me dijo: ‘Mira, estamos bien con ellos, el país está tranquilo. El problema es que mis hijas no pueden ir al colegio y eso es lo que no puedo tolerar’.
P: De todos los países que ha conocido, ¿en cuál se quedaría a vivir?
R: España e Italia están en el top por nivel de documentación, de idiomas y porque tienen todo lo que se necesita. En España te haces un tapeo, te tomas una cervecita, la gente es simpática, hace calor, es lindo. El lugar es agradable. Mucha gente se queja del paro, de que los salarios no son buenos, de que hay muchos impuestos. Yo lo entiendo, pero no se puede tener todo. Seguramente termine viviendo en España porque está mi hermana ahí.
P: ¿Qué es lo mejor que tiene España a nivel turístico?
R: España es el segundo país con más Patrimonios de la Humanidad del mundo. Esto marca toda su historia, pero no solo eso, la parte gastronómica está a años luz de la que tienen otros países, por lo que como destino turístico es de los mejores de Europa. Aunque a mí la región que más me gusta de España son las islas Canarias. Después del susto del secuestro, el siguiente destino al que viajé fue Gran Canaria y me enamoré completamente de la isla y me gustó mucho porque por su clima sigue siendo verano todo el año. Lo que más me gusta es que ves Las Palmas de Gran Canaria y luego tienes Maspalomas, que es la parte sur de la isla y donde tienes otro tipo de clima totalmente distinto, más desértico porque es la parte que da justo al Sahara.
P: ¿Cómo es el proceso de gestión de las vacunas para viajar a tantos países?
R: Yo contacté con un infectólogo en Argentina y le conté las zonas a las que iba a viajar y me empezó a decir todas las infecciones y enfermedades que se pueden contagiar en esos países. Entonces, me trazó el mapa con las enfermedades y yo iba vacunándome de cada una de ellas, porque si coges alguna, en regiones de África y Asia los hospitales no están preparados o directamente no hay. Las dosis de la vacuna varían además en función del tipo de enfermedad y tienes que probarlas antes de viajar para saber cómo te van a afectar. También es obligatorio llevar un repelente de mosquitos y crema de protección solar.
P: ¿De qué manera ha conseguido todos los permisos de entrada y la documentación a los paises que ha visitado?
R: Tengo pasaporte europeo y Europa es muy importante para hacer visados a muchos países de África. Esto se remonta a la época de las colonias. Durante la colonización, países como Francia, Inglaterra o Países Bajos tomaron el control de la gran mayoría de los países de este continente y sus relaciones diplomáticas se han visto favorecidas hasta hoy en día. Es por ello que es más fácil conseguir visados a estos países en Europa, porque las relaciones son mejores con el país que fue su coloniaSin embargo, si no tuviese un pasaporte europeo tendría que ir a Argentina, lo cual sería muy complejo porque no todos los países africanos tienen embajadas en Argentina.