En el norte de la Región de Murcia, muy cerca de la frontera con Albacete, se ubica uno de los pueblos más singulares de la comunidad. Esta localidad es conocida tanto por su significado histórico como por su relevancia espiritual y su papel como centro de peregrinación que atrae a miles de visitantes cada año. Tanto es así, que este importante enclave ha sido testigo de eventos trascendentales que han marcado su identidad cultural y religiosa.
Estamos hablando de Caravaca de la Cruz, una localidad que sorprende al viajero gracias a su impresionante patrimonio histórico, pero sobre todo religioso. De hecho, este municipio es uno de los cinco lugares santos del mundo junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana. Incluso su relevancia religiosa y cultural ha sido reconocida por el Vaticano, otorgándole el título de Ciudad Santa en 1998.
La leyenda de la Vera Cruz
Los orígenes de Caravaca de la Cruz se remontan a la época prerromana. Sin embargo, fue durante la Edad Media cuando la ciudad ganó protagonismo, especialmente bajo el dominio de la Orden de los Templarios y más tarde la Orden de Santiago. Estas órdenes desempeñaron un papel clave en la protección y desarrollo de la ciudad, convirtiéndola en un punto estratégico de la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes. A su vez, la historia de la ciudad está marcada por la legendaria aparición de la Vera Cruz, un fragmento de la cruz en la que se cree que fue crucificado Jesucristo.
Según la tradición, en 1231 el rey moro Zayd Abu Zayd presenció el descenso de dos ángeles que portaban una cruz y la entregaron a un sacerdote cristiano prisionero en el castillo, permitiéndole celebrar misa. Este hecho milagroso se convirtió en el punto de partida de la veneración de la Vera Cruz y de las festividades que perduran hasta hoy. De este modo, uno de los principales monumentos que se pueden contemplar en la ciudad es el santuario de la Vera Cruz.
Esta construcción data de 1617 y se levantó sobre una antigua capilla medieval. Su fachada barroca del siglo XVIII, construida con mármol rojo de Cehegín—un pueblo cercano—, es un emblema de la arquitectura regional y custodia la sagrada reliquia de la Vera Cruz. Además, la fachada de este edificio es un ejemplo del arte barroco murciano, y su interior conserva la capilla en la que se guarda la sagrada reliquia.
El legado templario
Más allá de su impresionante santuario, esta ciudad atesora un casco histórico que no deja indiferente a nadie. Así, sus calles empedradas invitan a perderse y descubrir el maravilloso patrimonio que esconden y donde destacan atractivos, como es el caso del castillo de la villa, el cual está lleno de historias y leyendas. Su origen se le atribuye a la Orden del Temple, y a pesar de que se desconoce su fecha exacta de construcción, se puede contemplar elementos de la arquitectura típica musulmana.
Es por ello, que se piensa que su origen se puede situar en el siglo XI. Pero los templarios no fueron los únicos propietarios de la fortaleza, pues en el siglo XIV, los caballeros de la Orden de Santiago fueron los encargados de proteger este lugar. Tanto es así, que se convirtió en un emplazamiento estratégico para la protección de la zona, ya que desde su atalaya a más de 600 metros de altura se podía controlar toda la huerta murciana hasta la Sierra del Segura.
Este castillo cuenta hoy con 15 torres y un espigón, una puerta principal flanqueada por dos torres y una albacara o plaza de armas, donde se celebra la reconocida fiesta de los Caballos del Vino. Además, el castillo jugó un papel esencial durante la guerra de la Independencia contra los franceses. Por su parte, en el interior del castillo se levantaba un antiguo palacio que fue demolido para dar paso a la construcción de la Basílica de la Vera Cruz y la Casa del Capellán, desde la cual se puede disfrutar de vistas excepcionales. Entre las torres del castillo, destaca la Chacona o Torre del Homenaje, que desempeñaba un papel clave en la defensa del recinto.
Fiestas y otros monumentos
Otro de los grandes monumentos de Caravaca de la Cruz es la parroquia de El Salvador. Se trata de un templo que, a pesar de no estar acabado, se alza como uno de los mayores ejemplos del Renacimiento del siglo XVI. Lo que más llama la atención de este monumento son los cuatro pilares de casi dos metros de altura que sostienen su increíble fachada. Además, en su interior un gran conjunto de esculturas y figuras sorprende a todo aquel que se acerca.
Tampoco hay que perderse en la visita el museo de Caballos del Vino, situado en un la casa de los Muso Muñoz Melgajero, un maravilloso edificio del siglo XVIII; y el Museo Arqueológico Municipal La Soledad, donde se puede contemplar el complejo íbero romano de la Encarnación y se abre como una ventana al pasado y los orígenes del municipio. Por otro lado, el patrimonio cultural de la ciudad tiene su máxima expresión cada primera semana de mayo, cuando se celebran las Fiestas de la Vera Cruz, declaradas de Interés Turístico Internacional.
Durante estas fechas, la ciudad se llena de color y tradición, con los emblemáticos Caballos del Vino y los desfiles de Moros y Cristianos. A su vez, los Caballos del Vino, cuya historia se remonta al siglo XIII, son una competición que conmemora el hecho de que, según la leyenda, los caballeros templarios lograron introducir vino en la ciudad sitiada para purificar las aguas. Esta celebración, que mezcla historia y mitología, fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2020.
Naturaleza y entorno
Caravaca de la Cruz no solo es un destino de peregrinación y cultura, sino también un lugar de belleza natural que ofrece múltiples actividades al aire libre. La localidad está rodeada por parajes que invitan al senderismo, la observación de la flora y fauna y el disfrute de un entorno natural único. La Sierra de la Encarnación, con sus senderos bien señalizados, es ideal para caminatas que permiten descubrir antiguas ermitas y yacimientos arqueológicos.
Pero si algo destaca eso es el paraje de las Fuentes del Marqués, un espacio de gran valor ecológico, es perfecto para paseos familiares y cuenta con zonas de recreo, fuentes naturales y frondosos bosques de álamos y fresnos. Este enclave también es un punto de encuentro para actividades educativas y excursiones escolares debido a su biodiversidad y su centro de interpretación ambiental, que proporciona información sobre la flora y fauna local.
Igualmente, a pocos kilómetros, el río Argos serpentea por la región, creando un paisaje propicio para la práctica de deportes acuáticos como el piragüismo. Las vistas panorámicas desde los miradores naturales ofrecen una perspectiva inigualable del valle y de los alrededores de Caravaca, convirtiéndose en un atractivo para los amantes de la fotografía y el turismo de naturaleza.
Cómo llegar
Desde Murcia, el viaje es de alrededor de 55 minutos por la carretera RM-15. Por su parte, desde Albacete el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 35 minutos por las vías A-30 y RM-714.