Barcelona es una ciudad que deslumbra por su combinación de historia, arte y modernidad. Situada a orillas del Mediterráneo, la capital catalana destaca por su arquitectura única, con obras icónicas de Antoni Gaudí, como la Sagrada Familia y el Parque Güell. Sus barrios vibrantes, como el Gótico y El Born, invitan a perderse por sus estrechas calles llenas de historia. A ello se suma una oferta cultural diversa, una gastronomía mediterránea de renombre y un litoral que convierte a Barcelona en un destino imperdible.
Pero esto no es todo, pues en sus alrededores se enclavan edificios y monumentos que sorprenden al viajero y que albergan una oferta turística sin igual. Una de estas construcciones es el Castell de Sant Marçal, una fortaleza que, situada apenas a 20 minutos de Barcelona, se alza como uno de los espacios más impresionantes de la Ciudad Condal. Así, se ha transformado a día de hoy en un centro de eventos en el que gracias a sus extensos jardines y salas se pueden disfrutar de las mejores celebraciones.
La propiedad del marqués de Serdañola
A pesar de su nueva función, la fortaleza tuvo una gran importancia durante la Edad Media, pues según su página web, son muchos los historiadores que afirman que el “castillo de Sant Marçal o de Cerdanyola tiene su origen en el primer tercio del siglo XI, momento en el que ya está documentada la iglesia de Sant Marçal”. No obstante, su primera mención data de la primera mitad del siglo XII, momento en el que Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, lo incluye entre los bienes que dona a su senescal Ramón Guillem de Montcada.
A su vez, en el año 1225, el senescal vendió el castillo a Ramón de Plegamans. Su hijo, Marimón de Plegamans, fue quien inició la dinastía Marimón, una de las más destacadas de su tiempo y de la que descienden los actuales dueños. No obstante, no fue hasta el año 1690 cuando fue concedido el título de marqués de Serdañola a Félix de Marimón, integrante del consejo de Su Majestad en Italia, como reconocimiento a su apoyo a la Corona. Pero esto no se queda aquí, pues actualmente, el castillo está en manos del XXII marqués de Serdañola, por lo que se puede afirmar que el castillo ha estado en posesión de la misma familia por cerca de 700 años.
En cuanto a su arquitectura, el castillo se levantó sobre una planta cuadrada con un patio central, una torre y una capilla gótica, todo ello rodeado por un foso. Sin embargo, en el año 1895, los propietarios decidieron transformar la fortaleza en una residencia señorial, por lo que le encargaron la obra a Cayetano Buïgas -arquitecto de la época muy conocido por el monumento a Cristóbal Colón de Barcelona. Así, manteniendo la estructura original, reformó el castillo dotándole de una arquitectura que entremezcla trazados románicos con góticos.
Igualmente, uno de sus elementos más destacados es la iglesia de Sant Marçal, la cual conserva la puerta gótica, así como sus murallas exteriores, las cuales rodeaban todo el complejo y que a día de hoy solo se mantiene la base. Durante las últimas tres décadas, se ha llevado a cabo un arduo esfuerzo para restaurar tanto el exterior como el interior del castillo, así como para ampliar y mejorar sus jardines y estanques.
En estas labores participaron especialistas de renombre, entre ellos el experto en restauración de castillos, Don José Luis Vives, junto a numerosos maestros artesanos. El rediseño de los jardines contó con la colaboración del reconocido paisajista Don Luis González Camino, cuyo trabajo dotó al entorno de un nuevo esplendor.
Sus jardines: la joya del lugar
Uno de los aspectos más notables del castillo de Sant Marçal es su jardín, que se extiende en una amplia superficie de hasta dos hectáreas y está considerado uno de los jardines históricos más bellos de Cataluña. Diseñado en un estilo clásico, el jardín está compuesto por estatuas, fuentes y una diversa vegetación que añade un atractivo especial al conjunto.
Pero esto no se queda aquí, pues todo el conjunto de la fortaleza alberga tres espacios más: la bodega, el invernadero y bajo los castaños. Todos ellos se han convertido en una referencia en Barcelona para la celebración de eventos, convenciones, fiestas y bodas, pues se tratan de lugares donde la belleza y la exclusividad van de la mano.