Sevilla es un destino que sorprende a cualquiera que lo visite. Gracias a sus preciosos pueblos donde la historia y la cultura se mantiene intacta, el viajero puede disfrutar de un patrimonio único que es muestra de la importancia que ha tenido este enclave para el devenir de nuestro país. A esto hay que sumar parajes naturales como el Parque Nacional de Doñana, la Vía Verde de la Sierra o las cascadas del Huéznar, los cuales son perfectos para los amantes del senderismo y la naturaleza.
Sin embargo, la provincia atesora otros rincones menos conocidos, pero que sorprenden al viajero con sus secretos ocultos. Uno de ellos es la ribera del río Guadiamar, un paraje natural situado cerca de El Garrobo y que esconde la cascada del Salto del Lobo. Para llegar hasta ella tan solo hay que realizar una sencilla ruta, que además, durante los meses de otoño, adopta una belleza especial.
Es por ello, que este sendero se ha convertido en uno de los planes favoritos para hacer durante esta época del año, pues se trata de una ruta familiar que no entraña mucha dificultad. Así, cuenta con una distancia de poco más de ocho kilómetros de longitud que se tarda en completar en alrededor de dos horas. Es por ello, que es un itinerario ideal para pasar un momento en compañía de la familia y que es apto para todo tipo de público.
Un paisaje cautivador
El punto de partida del camino se encuentra en la carretera N-433, en El Alisar, a unos 5 km de El Garrobo, junto a un aparcamiento situado en la antigua carretera. Una vez iniciada la ruta, el viajero debe seguir el camino marcado en la orilla del río para disfrutar de un espectáculo natural entre pozas cristalinas, rápidos que fluyen entre las rocas y orillas cubiertas de juncos. A medida que el camino avanza, el entorno se convierte en una alfombra verde adornada de pequeños palmitos. La belleza del paisaje invita a frecuentes pausas para contemplar el entorno y capturar momentos en fotografías.
A medida que los caminantes se aproximan a la cascada, el paisaje cambia: el cauce se vuelve más rocoso, y el sendero requiere avanzar entre piedras y zonas escarpadas, aumentando la sensación de aventura. La llegada al Salto del Lobo es el clímax del recorrido. Este conjunto de cascadas y rápidos se despliega en una caída en cadena que desemboca en una profunda poza rodeada de altos muros de piedra, dando lugar a una garganta de aspecto imponente.
La fuerza del agua y el eco en las paredes de piedra conforman un espectáculo sonoro y visual que evoca la naturaleza indómita de la zona. Asimismo, para los más aventureros el recorrido puede completarse cruzando el río y explorando la otra orilla, desde donde se pueden contemplar nuevas perspectivas del paisaje y descubrir rincones ocultos de la garganta. Esta alternativa permite un acercamiento diferente a la cascada y enriquece la experiencia de quienes desean disfrutar de la belleza y la tranquilidad de uno de los enclaves naturales más sorprendentes de la región. Sin embargo, también se puede regresar por el mismo camino.