Ante el auge del turismo masivo y la presión sobre su frágil ecosistema y su patrimonio histórico, Venecia ha tomado una decisión sin precedentes: a partir del 2025, la ciudad duplicará la tarifa de acceso a su centro histórico para quienes no reserven con antelación. Esta medida busca reducir el flujo de los 30 millones de turistas que cada año visitan la ciudad, en contraste con la escasa población de su casco antiguo, que apenas alcanza los 60.000 residentes. La iniciativa responde a la necesidad urgente de proteger a Venecia del desgaste que suponen los miles de visitantes diarios en sus calles y monumentos históricos.
En este sentido, el coste de la entrada al casco antiguo veneciano, establecido en 5 euros en 2024 para los días de alta afluencia, se incrementará para quienes no reserven su acceso con al menos cuatro días de antelación. Aquellos turistas que adquieran su entrada con menos de tres días de anticipación deberán pagar 10 euros, el doble del precio actual. Con esta estrategia, las autoridades venecianas buscan incentivar la planificación anticipada y reducir el número de visitas improvisadas que se suman a la congestión de los días más concurridos.
La tarifa será obligatoria solo para quienes visiten la isla principal, donde se concentran los puntos de mayor interés turístico, como la Plaza y la Basílica de San Marcos, el Puente de Rialto, el Palacio Ducal y el Gran Canal. Las islas adyacentes, como el Lido de Venecia, Murano, Burano y Torcello, entre otras, quedan exentas de esta tasa, en un intento de redistribuir la afluencia turística hacia otras áreas menos saturadas del conjunto urbano.
Calendario de aplicación y horarios
La tasa no se cobrará diariamente, sino que aplicará en los días de mayor concentración de visitantes. En 2024, Venecia estableció esta restricción en 29 días; sin embargo, en 2025, el calendario de pago se ampliará a 54 días. Las fechas elegidas incluyen periodos de alta afluencia turística, especialmente en primavera y verano. Los días de pago comprenden el periodo entre el 18 de abril y el 4 de mayo, el 9, 10, 11, 16, 17, 18, 23, 24, 25, 30 y 31 de mayo; el 1, 2, 6, 7, 8, 13, 14, 15, 20, 21, 22, 27, 28 y 29 de junio, y el 4, 5, 6, 11, 12, 13, 18, 19, 20, 25, 26 y 27 de julio.
Durante estos días específicos, la tasa de acceso se aplicará de 8:30 a 16:00 horas. El horario se ha establecido en función de las horas de mayor tránsito de turistas en el centro histórico, cuando la presión sobre la infraestructura y el espacio público es más intensa. No obstante, la normativa prevé ciertas exenciones al pago de la tasa, orientadas a no afectar a los habitantes y colectivos que frecuentan Venecia por motivos ajenos al turismo de paso. Así, los residentes de la región del Véneto, aquellos nacidos en Venecia y los titulares de la Tarjeta Europea de Discapacidad, junto con sus acompañantes, no tendrán que abonar la tasa.
Igualmente, los menores de 14 años también quedan exentos, con la intención de facilitar el acceso de familias locales y cercanas al casco antiguo. Por otro lado, los turistas que se alojen en hoteles o alojamientos autorizados en Venecia no tendrán que pagar esta tarifa, aunque siguen sujetos al impuesto turístico por pernoctación que la ciudad implementa desde hace años. Esta tarifa, que oscila entre 1 y 5 euros por persona y noche, varía según la temporada, la ubicación y la categoría del establecimiento.
El reto de la sostenibilidad en ciudades turísticas
Venecia no es la única ciudad que ha implementado medidas para regular la afluencia turística. Ciudades como Barcelona, Dubrovnik y Ámsterdam han adoptado políticas similares en años recientes, estableciendo tasas o limitaciones de acceso en áreas de alta demanda turística. Estas ciudades, al igual que Venecia, enfrentan el desafío de equilibrar la sostenibilidad económica del turismo con la preservación de su identidad y sus espacios públicos.
En el caso veneciano, la introducción de esta tasa busca ser una herramienta para controlar el turismo masivo, al tiempo que se ofrece a los visitantes una experiencia más organizada y menos congestionada. Las autoridades insisten en que la medida no tiene como objetivo sancionar al turista, sino garantizar que Venecia siga siendo una ciudad viva y accesible, sin que su patrimonio y sus habitantes queden a merced de la masificación.
La decisión de Venecia podría sentar un precedente para otros destinos globales que enfrentan problemas similares. Con el turismo internacional en aumento, la cuestión de cómo gestionar la afluencia de visitantes en sitios históricos y culturales se ha convertido en un tema de debate urgente para muchas ciudades alrededor del mundo.