La Provenza, en el sureste de Francia, es una región que cautiva por su diversidad paisajística, su rica herencia histórica y su cultura profundamente enraizada. Conocida por sus extensos campos de lavanda, pintorescos pueblos de piedra y viñedos que producen algunos de los vinos más reconocidos de Francia, la Provenza se despliega entre el Mediterráneo y los Alpes, ofreciendo un entorno único donde se entrelazan naturaleza y tradición. Desde el bullicio de Marsella y la elegancia de Aix-en-Provence hasta las callejuelas medievales de Gordes y Roussillon, cada rincón revela un encanto que atrae a viajeros de todo el mundo.
Pero esto no es todo, pues la región cuenta también con un patrimonio natural único y que sorprende al viajero con rutas como la conocida como Sendero de los Ocres. Este camino se encuentra en el pintoresco pueblo de Roussillon y ofrece a los visitantes una experiencia visual única en el sur de Francia. Conocido como el “Colorado provenzal” por sus llamativas formaciones rocosas de tonos rojizos y naranjas, el sendero permite descubrir un paisaje esculpido por la naturaleza y moldeado por la histórica explotación de los yacimientos de ocre, uno de los minerales más emblemáticos de esta zona.
Historia de la explotación de ocre
El ocre de Roussillon tiene una larga historia de explotación que se remonta al siglo XVIII, cuando comenzó a ser utilizado como pigmento natural en la industria de la pintura y para la elaboración de tintes. La extracción de este mineral alcanzó su punto álgido durante el siglo XIX, cuando la demanda de ocre se disparó debido a su uso en las artes, la construcción y la decoración. Los pigmentos de ocre producidos en Roussillon se exportaban a nivel internacional, convirtiendo la pequeña localidad en un centro económico de la región.
Sin embargo, con la llegada de los pigmentos sintéticos en el siglo XX, la industria de ocre fue declinando y muchas de las minas fueron cerradas. Hoy en día, el Sendero de los Ocres y sus alrededores se han convertido en un importante destino turístico, y la explotación de este mineral se limita a la producción de pigmentos artesanales. La Maison des Ocres, un museo local, ofrece a los visitantes una visión completa de la historia y las técnicas tradicionales de extracción de ocre, así como de su impacto en la economía y cultura local.
Una pintoresca y colorida ruta
El recorrido, que abarca alrededor de dos kilómetros, atraviesa una serie de paisajes dominados por imponentes acantilados, formaciones rocosas y senderos de arena coloreados por el ocre, un mineral que le da al terreno sus característicos tonos cálidos que van del amarillo al rojo intenso. Esta coloración se debe a la presencia de óxidos de hierro en el suelo, un fenómeno geológico único en Francia que ha hecho de Roussillon uno de los pueblos más llamativos de la Provenza.
El sendero principal, conocido como el Sentier des Ocres, cuenta con dos rutas, una corta de 30 minutos y una más larga de aproximadamente una hora, ambas accesibles y adaptadas a visitantes de todas las edades. En el recorrido, destacan las chimeneas de hadas, formaciones rocosas con formas caprichosas que parecen salidas de un paisaje de otro planeta.
La ruta está claramente señalizada para evitar daños en el terreno, dado que el área es un entorno natural frágil y protegido. Además, está permitido el acceso con mascotas siempre y cuando vayan atados en todo momento, aunque cabe destacar que el acceso a este maravilloso sendero tiene un coste de 3,50 € por persona.
Cómo llegar
Desde Marsella el viaje es de alrededor de 1 hora y 45 minutos por la carretera A51. Por su parte, desde Nimes el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 45 minutos por la vía D900.