La caza de brujas durante la primera mitad del siglo XVII formó parte de una paranoia global entre los países europeos, que buscaban erradicar a los herejes de la santa iglesia. Los rituales paganos, heredados de los druidas y los celtas, no fueron perseguidos hasta principios de este siglo. No obstante, en la segunda mitad del siglo XIII ya se dejó constancia de las prácticas llevadas a cabo por las “bruxas”, un sinónimo que nació en la época para referirse al súcubo, o en otras palabras al demonio femenino, según La Cosmopolilla.
Concretamente, las más afectadas fueron las mujeres jóvenes y solteras que transgredían las convenciones sociales al negarse al sometimiento a la religión católica. Dentro de este gremio también entraban las mujeres adúlteras y las curanderas. Incluso, se recuerdan leyendas de algunos brujos. Sin embargo, el imaginario global recoge en general a grupos de mujeres que se congregaban alrededor de las hogueras, donde hacían rituales demoniacos.
En España, esta caza se acrecentó con la llegada de la Inquisición, quien registró en libros y documentos, numerosas condenas y castigos de todos aquellos aquelarres de brujas que terminó por doblegar. Entre estos escritos, resaltan algunas agrupaciones situadas en pueblos españoles que se pueden visitar este puente de Halloween.
Las brujas de Zugarramurdi
Entre los aquelarres más famosos dentro del repertorio español hay cinco de ellos que destacan por escritos y legados, así como por el horroroso destino que obtuvieron los distintos integrantes. En primer lugar, la caza de brujas más terrible de España fue en Zugarramurdi, situado al norte de Navarra. La Inquisición localizó este grupo de brujas debido a que una de ellas, María de Jureteguía, confesó haber participado en aquelarres junto con algunos habitantes del pueblo.
En total, se acusaron a 53 vecinos, como Estevanía de Navarcorena, Juana de Telechea o María Pérez de Barrenechea, que fueron detenidos y juzgados por el tribunal de Logroño. El destino de los acusados no fue el mismo para todos: once de ellos fueron ejecutados en la hoguera o en la cárcel, mientras que el resto acabó sus días con cadena perpetua, según National Geographic. En la actualidad, el pueblo cuenta con un Museo de las Brujas, que narra la historia de esta persecución, y la cueva de Sorginen Leizea.
La leyenda de Cernégula
Por su parte, el pequeño municipio de Burgos, Cernégula, presume de ser el epicentro de las brujas castellanas. “Cuando las brujas van a Cernégula, ata a tu vieja que acaso lo sea”, relata un dicho popular. Este pueblo alcanzó tanta popularidad que distintos aquelarres de los alrededores, sobre todo de Cantabria y Navarra, decidían visitar este lugar.
Así se recoge en textos populares: “Los sábados las brujas de Cantabria al grito de ‘Sin Dios y sin Santa María, por la chimenea arriba’. Parten volando en sus escobas rumbo a Cernégula donde celebran sus reuniones brujeriles alrededor de un espino, para luego proceder al bailoteo y chapuzarse en una charca de agua helada”. Debido a la fama de estas brujas, los habitantes del pueblo han heredado algunas tradiciones para repeler la llegada de estos seres a sus hogares.
La última bruja de Trasmoz
No muy lejos de estos pueblos se encuentra Trasmoz, un pueblo de Zaragoza que en la actualidad está descomulgado de la Iglesia. Las leyendas recogen testimonios de algunos vecinos que aseguran haber visto a las brujas sacrificar a recién nacidos para permanecer jóvenes, o que provocaban tormentas para esterilizar a las jóvenes parejas. Incluso, algunos confesaron haberlas visto bailar con el mismo diablo en rituales.
Una de las últimas brujas de este pueblo fue Tia Gasca, despeñada desde lo alto del castillo cuando fue acusada de envenenar las aguas del pueblo. Ahora, en la primera semana de julio, se celebra la Feria de Brujería, Magia y Plantas medicinales del Moncayo, donde se escoge a la “bruja del año”.
Los rituales de las brujas de Alpujarra en Soportújar
Tras la expulsión de los moriscos con la Revolución de Alpujarra en Soportújar, Granada, el pueblo tuvo que hacer una labor de repoblación, que se llevó a cabo con algunos ciudadanos gallegos, conocidos por su gran influencia celta. A pesar del intento por no atraer la mirada de la Inquisición, las poblaciones colindantes sospechaban que las extrañas actividades celebradas estaban dirigidas por temerosos nigromantes.
En la actualidad, se ofertan diferentes actividades turísticas que exponen los rituales y actividades que hacían estos seres. Los destacados son: la cueva del Ojo de la Bruja; el Puente Encantado, la cabeza gigante de Baba Yaga -la bruja de los ojos azules-, la fuente de las Brujas, el mirador del Embrujo y el pozo de los Deseos de Soportújar.
La campana que llamaba a las brujas en San Salvador de Coiro
Según cuentan los cuentos y leyendas populares, las brujas de San Salvador de Coiro, Pontevedra, se reunían en la playa de Áreas Gordas, donde el diablo las poseía. La noche de San Juan era la festividad más especial de la oscura agrupación. “Se creía que esta campana tañía por sí sola cada sábado para convocar al aquelarre”, escribió el famoso Padre Sarmiento en 1745, según Sociedad Antropologia.
El mismo documento recoge que: “Se reunían al pie de una fuente en el arenal de Coiro, y que la campana servía para conjurar a las brujas y exorcizar a la «estadea» o «compaña» de ánimas del Purgatorio”. Estos encuentros se trasladaban a la playa, que se puede vislumbrar desde lo alto de la iglesia. No obstante, el Espacio Natural Protegido Carballeira de Coiro impedía una visión total, debido a los altos robles y abedules.