Las aglomeraciones de la clase obrera en los barrios periféricos, las jornadas laborales extenuantes, las condiciones antihigiénicas y la alimentación deficiente de la sociedad facilitaron la difusión de la tuberculosis en España a comienzos del siglo XX. Esta dura enfermedad acabó siendo la mayor causa de muerte en el país, superando al cáncer y a la sífilis, según asegura la Universidad de Sevilla.
Este problema sanitario, que alcanzó tasas entre 400 y 500 muertes por cada 100.000 habitantes, se mantendrá hasta mitad del siglo XX. Por este motivo, la construcción de nuevos hospitales para paliar esta enfermedad altamente contagiosa fue fundamental. Este fue el caso del Sanatorio Antituberculoso, erigido en la Sierra de la Alfaguara. Este edificio histórico en ruinas, conocido también como el Hospital de Berta de Granada, guarda una intrigante historia desde su construcción en 1923, por lo que sin duda su visita puede ser verdaderamente reveladora.
El legado de Berta Wilhelmi en el hospital
El hospital de Alfaguara fue construido bajo el Patronato Antituberculoso de La Alfaguara, liderado por el Dr. Alejandro Otero, el Dr. José Blasco y Berta Wilhelmi, una filántropa alemana adelantada a su época, que tuvo un papel crucial en su organización y gestión. Wilhelmi, nacida en Alemania en 1858, llegó a Granada con su familia a los 12 años, tras el incendio de la fábrica de papel que poseían en su país natal. Desde su llegada, se dedicó a promover la educación y la salud en la región. Fundó una escuela mixta y una biblioteca popular en Pinos Genil, y creó las primeras colonias escolares de la provincia de Granada.
La idea la construcción del sanatorio surgió tras la muerte del hermano de Wilhelmi, víctima de tuberculosis. La edificación, en la que invirtió todos sus ahorros, según explica el Ayuntamiento de Alfacar, tenía capacidad para 24 enfermos, y muchas de las plazas eran gratuitas. Además, contaba con equipamiento avanzado para la época, gracias a donaciones, como las del mobiliario por parte de la Reina Victoria Eugenia, mujer de Alfonso XIII.
Berta Wilhelmi dirigió el sanatorio hasta que un derrame cerebral en 1931 la dejó incapacitada. A partir de ese momento, su hija Berta Dávila y Helene Bickman Alterhoff asumieron la gestión del hospital, según explica la web Rincones de Granada. Años más tarde, durante la Guerra Civil, el sanatorio fue utilizado como puesto de mando debido a su ubicación estratégica y las buenas infraestructuras de las que disponía. No obstante, al finalizar la guerra, el edificio fue abandonado y comenzó un proceso de deterioro.
La leyenda del Hospital de Berta de Granada
El sanatorio ha suscitado numerosas leyendas a lo largo de los años debido a su pasado cargado de dolor y sufrimiento. De este modo, el antiguo hospital ha sido escenario de escalofriantes fenómenos paranormales, que incluyen supuestas apariciones y psicofonías. Y es que, aunque su leyenda ha ido extendiéndose paulatinamente generación tras generación, se consolidó con el programa de Cuarto Milenio de Iker Jiménez, titulado “El hospital del silencio”.
Así, los relatos recogidos por el programa coincidieron en algunas historias de apariciones y registros sonoros misteriosos. Entre ellos, el más famoso es una grabación de una figura vestida de negro, que algunos asocian a la de un cura, ya que el hospital estuvo regentado por jesuitas. En la supuesta psicofonía que se emitió en Cuarto Milenio, se puede escuchar, como dice “tranquilo, que va a salir”, cuando los visitantes tenían problemas para sacar unas pilas. Pero además, según el diario de Granada Hoy, existen numerosas psicofonías, donde se habrían detectado algunas frases en latín y que supuestamente provienen de los que trabajaron o murieron allí, como enfermeras o niños: “No me molestes más”, “vete” o “no entres dentro”.
Sin duda, lo más llamativo del lugar es que, recientemente, el Sanatorio de la Alfaguara ha sido incorporado al catálogo de Film in Granada, un proyecto de la Diputación de Granada que busca atraer producciones audiovisuales a la provincia. Esta nueva perspectiva podría ofrecer al edificio una oportunidad para resurgir como escenario de rodajes, especialmente para producciones de género histórico o de terror, como las que evocan su pasado vinculado a la guerra y la enfermedad. Aunque, por el momento, no se ha visualizado ningún fantasma...