En tiempos de brujas, demonios y fantasmas, ciertos lugares misteriosos del mundo se convierten en destinos solo aptos para los más valientes. Con la llegada de Halloween, estas figuras fantasmales, ansiosas por escapar del inframundo, se adueñan de rincones donde se dice que siembran el terror. Sin embargo, existen localidades donde su presencia es permanente, y donde el misterio y lo sobrenatural se han camuflado en la vida cotidiana.
Para los más asustadizos, España alberga un pueblo particularmente inquietante. Se trata de Trasmoz, una pequeña villa situada a los pies del Moncayo, en Zaragoza, y que ostenta el singular título de ser la única localidad excomulgada en el país. La leyenda que rodea a Trasmoz afirma que sus tierras están malditas, un estigma que tiene origen en los aquelarres de brujas que, según la tradición, se reunían allí para desatar el caos y el miedo entre sus habitantes.
Además, como no podía ser de otra forma, el castillo de la villa se encuentra embrujado, el cual se localiza en un extremo de la villa y donde las brujas realizaban sus numerosos embrujos. Así, este oscuro pasado ha hecho de Trasmoz uno de los destinos más singulares de España, especialmente atractivo en épocas como Halloween, cuando el pueblo “se viste de gala” para celebrar su historia de misterio.
Un castillo embrujado
En el castillo de Trasmoz, según cuentan las historias locales, fue el escenario de rituales y prácticas de brujería a lo largo de los siglos. Aunque el origen exacto del castillo sigue siendo incierto, existen referencias documentales que sugieren su existencia ya en el año 1185, lo que refuerza su carácter de antiguo. Hoy en día, el castillo de Trasmoz alberga una parte del Museo de la Torre, el Caballero y la Brujería, un espacio dedicado tanto a la historia de la fortaleza como a las tradiciones esotéricas que han hecho famoso al pueblo.
En el museo, los visitantes pueden encontrar objetos recuperados durante las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la zona, incluyendo herramientas antiguas, restos arquitectónicos y objetos que evocan el pasado medieval del lugar. El museo también dedica un espacio a las supersticiones y creencias ancestrales de Trasmoz, explorando los mitos de las brujas, los aquelarres y las historias que, según la tradición, han impregnado sus muros con un halo de oscuridad.
El castillo, con su arquitectura medieval, sus torres y su atmósfera enigmática, se ha convertido en un lugar de peregrinación para quienes buscan conocer de cerca uno de los pueblos más singulares de España. La visita al museo permite adentrarse en el imaginario popular de Trasmoz, donde leyendas de brujas y fantasmas conviven con la realidad histórica de una fortaleza estratégica y de un pueblo que ha sabido convertir su pasado en un reclamo turístico. Cada rincón del castillo invita a imaginarse la vida de sus antiguos habitantes y a descubrir cómo las creencias en lo sobrenatural han marcado la identidad de la villa hasta nuestros días.
Un hecho sin precedentes
En el año 1255, Trasmoz vivió uno de los momentos sin precedentes en España. La villa fue excomulgada debido a que se creía que era un refugio para las brujas de la región. Todo esto ocurrió tras una disputa territorial con el vecino Monasterio de Veruela por el uso de la leña del Monte de la Mata. En un intento por mediar en el conflicto, el abad de Veruela intervino, pero en lugar de apaciguar la situación, aprovechó las sospechas de brujería que pesaban sobre Trasmoz para solicitar al arzobispo de Tarazona que excomulgara al pueblo entero.
Sin embargo, la disputa no terminó ahí. La tensión entre Trasmoz y el monasterio escaló hasta el punto de que los monjes de Veruela tomaron la drástica medida de desviar el agua que abastecía al pueblo, lo que provocó que el señor de Trasmoz, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, se alzara en armas en defensa de su territorio. Fue necesaria la intervención del rey Fernando II de Aragón para evitar un enfrentamiento mayor y restablecer cierta calma en la región.
Décadas más tarde, la enemistad entre Veruela y Trasmoz alcanzó un nuevo nivel de hostilidad. En abril de 1511, el abad de Veruela, que mantenía una profunda aversión hacia la villa, solicitó y obtuvo del papa Julio II una autorización para maldecir formalmente a Trasmoz. Según las crónicas, el abad recitó el salmo 108 —utilizado en aquella época para ritos de maldición— y pronunció estas palabras: “Oh, Dios de mi alabanza, no calles. Bocas de impíos y traidores están abiertas contra mí”, mientras cubría el crucifijo del altar con un velo negro y hacía sonar una campana, sellando la condena del pueblo.
Ocho siglos después, Trasmoz continúa siendo la única localidad oficialmente excomulgada y maldecida en España, una condición que ha alimentado su reputación de enclave místico y misterioso. Hoy, el pueblo abraza este legado y lo ha convertido en un atractivo turístico, aprovechando su historia de brujería y superstición para atraer a visitantes curiosos por explorar el único lugar de España que sigue oficialmente fuera de la comunión de la Iglesia católica.
Cómo llegar a Trasmoz
Desde Zaragoza, el viaje hasta Trasmoz es de alrededor de 1 hora y 5 minutos por las carreteras AP-68 y N-122 (hay peajes). Por su parte, desde Logroño el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 30 minutos por la vía AP- 68 (hay peajes).