La construcción de diversas infraestructuras militares como túneles o búnkeres ha surgido a lo largo del tiempo por una mera necesidad defensiva contra ataques aéreos y terrestres. Igualmente, estas edificaciones han sido imprescindibles para llevar a cabo movimientos tácticos de forma encubierta. Y es que, el subsuelo ha proporcionado una seguridad y una discreción a la hora de realizar labores clandestinas como el adiestramiento de personal o el almacenamiento de materiales esenciales para la guerra.
El combate subterráneo ha sido una estrategia imperante que ha dado lugar a grandes victorias. A pesar de ser popular en diferentes acontecimientos a lo largo de la historia, se hizo especialmente famoso en la Primera Guerra Mundial, donde los túneles y las trincheras eran excavadas a mano bajo las líneas enemigas. Igualmente, durante la Segunda Guerra Mundial, se expandieron enormemente. Concretamente, en Londres se construyeron extensos sistemas de búnkeres para proteger a los ciudadanos de los bombarderos alemanes y, en el Pacífico, en las islas japonesas Iwo Jima y Okinawa, se construyeron complejas redes de túneles, que les permitió resistir durante semanas frente a fuerzas estadounidenses superiores.
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No obstante, algunos refugios más reconocidos, tanto por su valor histórico y militar, como por su conservación, son los que se construyeron durante la guerra civil española. Y es que, en España se crearon miles de refugios entre 1936 y 1939, que determinaron el camino del conflicto. Solo decir que en Barcelona se han encontrado más de 1.300 refugios con los que se podían proteger a más de 1.300 personas. Pero, sin duda, una de las construcciones subterráneas más destacadas durante este periodo son las que se conservan en el subsuelo de la ciudad Almería.
El refugio que salvó a los almerienses
Durante la Guerra Civil, Almería fue uno de los escenarios del país más afectados por los bombarderos, principalmente por su importancia marítima. Esto es, el bando republicano utilizaba el puerto para introducir y distribuir los suministros y el apoyo militar a lo largo de su territorio. Uno de los episodios más trascendentales en el conflicto de la región fue el ataque de la marina nazi alemana en 1937, que dejó entre 20 y 40 víctimas con el lanzamiento de 300 proyectiles en a penas una hora. Dicho ataque se debió al Incidente del Deutschland, provocado por la España republicana el 29 de mayo de ese año, que estaba atracado en Ibiza.
Debido a que hasta ese momento la población quedaba desprotegida ante cualquier ataque, surgió la necesidad de construir un complejo subterráneo donde esconder víveres, hombres, mujeres y niños. Así, se acabó creando una de las obras subterráneas de mayor tamaño bajo la ciudad. Estos refugios fueron diseñados por el arquitecto Guillermo Langle Rubio entre 1937 y 1938, un experto especializado en construcciones civiles y defensivas. No obstante, a pesar de su gran envergadura, los primeros caminos fueron construidos de manera improvisada, tras los primeros ataques en 1936.
Gracias a los más de 4,5 kilómetros de túneles, se creó una auténtica ciudad subterránea capaz de albergar a unas 35.000 personas, más de la mitad de la población almeriense en aquellos años. De esta forma, esta construcción es una de las más extensas, ya no solo a nivel nacional, sino también internacional. Pero, lo mejor de todo es que además es una uno de los refugios mejor conservados de la guerra.
Una visita al pasado
En 2006, esta red de túneles subterráneos fue restaurada y desde entonces es visitable para todos aquellos amantes de la historia y de los acontecimientos más reseñables de la Guerra Civil. Gracias a la labor de conservación de la ciudad, en la actualidad todos pueden imaginarse cómo fue la vida en las galerías a 10 metros bajo tierra. Las salas infantiles o el quirófano donde llegaron a nacer varios niños son las salas que más sorprenden. Además, se mantienen incluso algunas de las entradas originales en la Plaza de la Virgen del Mar y la Plaza Marqués de Heredia.
Aunque estos pasillos son extremadamente largos, tan solo hay un kilómetro de recorrido abierto al público, que ayuda a hacerse una idea de las experiencias que vivieron los habitantes de Almería en la guerra. Por su parte, el museo permite el acceso de martes a sábado a las 10:30, 12:00, 18:00 y 19:30 h; y los domingos a las 10:30 y 12:00 horas, bajo un precio de 3 euros. Pero existen entradas reducidas de 2 €, para menores de 18 y mayores de 64, e incluso gratuitas para menores de 6 años.