El impresionante pueblo italiano que contiene el centro histórico peatonal más grande del mundo

Artena, que se encuentra situado sobre una colina a 420 metros sobre el nivel del mar, ofrece además unas vistas panorámicas del Valle Sacco; de los Castelli Romani, una serie de municipios italianos de la ciudad metropolitana de Roma Capita

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Imagen de las vistas desde Artena (Wikimedia Commons)
Imagen de las vistas desde Artena (Wikimedia Commons)

En medio de las montañas Lepini y a menos de 54 kilómetros de Roma, en la región del Lacio, existe un vestigio de lo que otrora fue la normalidad: el pueblo medieval de Artena, el centro histórico peatonal más grande del mundo. Uno de los destinos turísticos italianos con historias marcadas y visibles: un lugar al que nunca llegaron los coches y cuyos pasillos y callejones empedrados y sinuosos llevan a los visitantes al pasado de una forma tan especial que pocos lugares pueden lograr. Y es que el único medio de transporte para recorrer este pueblo, más allá de las propias piernas, son las mulas, tal y como hacían los antiguos.

Artena, que se encuentra situado sobre una colina a 420 metros sobre el nivel del mar, ofrece además unas vistas panorámicas del Valle Sacco; de los Castelli Romani, una serie de municipios italianos de la ciudad metropolitana de Roma Capital; y de la Llanura Pontina, en el centro de la península itálica y sobre la costa del Tirreno. Se trata de un pueblo con una historia milenaria que conserva todo su carácter antiguo y está repleto de lugares que visitar, lo que lo hace un destino ideal para los admiradores de los destinos cargados de historia.

Un pueblo de muchos nombres, historias y legados

Se cree que en sus orígenes, en tiempos lejanos, el pueblo se encontraba en una meseta más elevada que su ubicación actual. Se llamaba Ecetra o Artena y estaba habitado por los volscos, a los que se atribuye la construcción de las murallas poligonales del pueblo. Con la posterior llegada del Imperio Romano, se cree que la ciudad quedó abandonada por la emigración de sus habitantes a Roma para obtener la ciudadanía y ganarse la vida. Se mantuvo vacía hasta el siglo V, cuando las incursiones de los pueblos germánicos provocaron un nuevo asentamiento en una meseta inferior alrededor de una iglesia cristianizada, tras lo cual el pueblo fue rebautizado como Montefortino.

Tras pasar por las manos de varias grandes familias feudales, entre ellos los Condes de Tusculum o los Condes de Segni la ciudad quedó en las manos de la familia Colonna, aliada con los españoles a pesar de la guerra en su contra que el Papa Pablo IV Carafa estaba librando contra ellos. Como represalia por sus lealtades, el dirigente político y religioso llevó a cabo un urbicidio en la población: ordenó bombardear, incendiar, y rociar de sal las calles. A pesar de sus esfuerzos, dos años después comenzó un proceso de reconstrucción del pueblo. Así, en 1615 el pueblo fue comprado por el cardenal Scipione Borghese, permaneciendo bajo el mandato de la familia durante los tres siglos siguientes.

Imagen de Artena (Wikimedia Commons)
Imagen de Artena (Wikimedia Commons)

Iglesias, arcos, y castillos

Los aficcionados de la arquitectura pueden dar las gracias a esta dinastía: los Borghese fueron responsables de construir muchos de los marcadores históricos del pueblo, aún en pie a día de hoy. El Palazzo Borghese, con su estructura barroca y monumental con un gran jardín; el Arco Borghese , que actúa como entrada al pueblo además de ser un símbolo de la influencia de la familia Borghese; o, hacia el corazón de Artena, el antiguo Granero Borghese, que acoge el Museo Arqueológico Roger Lambrechts.

Además, por variedad, está cubierta de iglesias construidas en épocas históricas diversas: la Iglesia de Santa Croce, en pleno centro histórico y con sus dos campanarios gemelos; el convento franciscano de la Iglesia de Santa María di Gesù, construido en 1629, con sus cinco altares y decorado con pinturas de Vincenzo Manenti; o la Iglesia de Santa Croce, construida sobre los restos de un templo pagano, entre varias otras salpicadas en distintas zonas de la población.

Rica historia y rica comida

Además de su historia extensa y complicada, Artena es famosa por su pan casero. En su momento, alguna vez, Artena fue también la “ciudad del pan”, y, aunque muchas panaderías históricas han desaparecido, la costumbre de hacer pan persiste en muchos hogares. Además del pan, son dignas de probar la pizza de polenta; los ñoquis de tritiglio, de color gris y muy distintos en consistencia a los ñoquis normales; o los Gnocchi Longhi de Artena, elaborados sin huevos, a base de harina y agua.

El pueblo cambió su nombre oficialmente a Artena en 1873. A pesar de, como es natural, haber seguido evolucionando desde entonces, aún conserva esa antigua belleza propia y característica que hace de Artena un lugar tan especial. La forma más fácil de llegar es a través de la autopista A1, Autostrada del Sole. Alternativamente, también es posible llegar en tren a la estación de Valmonte, donde hay servicios de autobuses o lanzaderas hasta Artena.

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