Peñaranda de Duero, un pintoresco pueblo situado en la provincia de Burgos, Castilla y León, es considerado por muchos como una de las joyas medievales más increíbles de la Ribera del Duero. Su origen y desarrollo están íntimamente ligados a su imponente castillo, que junto con el Palacio de Avellaneda y el casco histórico, fue declarado Monumento Histórico-Artístico el 3 de junio de 1931.
Al llegar a Peñaranda de Duero, lo primero que llama la atención es su perfil dominado por el Castillo de los Avellaneda, una fortaleza medieval construida en el siglo XI, que corona el cerro y ofrece una vista inigualable sobre la villa y los viñedos circundantes. El castillo, que fue fundamental en la defensa de la comarca durante la reconquista, actualmente alberga el Centro de Interpretación de los Castillos, un museo que explora la historia de las fortificaciones medievales en Castilla.
Bajo la protección y la atenta mirada de la atalaya, el pueblo se despliega alrededor de la Calle Real y la Plaza del Duque, donde se erige el rollo jurisdiccional, un símbolo del poder judicial en tiempos medievales. Las calles empedradas, con casas de adobe y entramado de madera, conservan la esencia del pasado. Peñaranda de Duero es uno de esos lugares donde el tiempo parece haberse detenido, lo que convierte su paseo en una experiencia que transporta al visitante a otra época.
Una magnífica obra del Renacimiento español
Uno de los edificios más emblemáticos del pueblo es el Palacio de Avellaneda, una magnífica obra del Renacimiento español encargada por Francisco de Zúñiga y Avellaneda a principios del siglo XVI. El palacio, de estilo plateresco, es un claro reflejo del poder señorial de los condes de Miranda, una de las familias más influyentes de la nobleza castellana. Su impresionante portada, adornada con el escudo de los Zúñiga, da paso a un patio central rodeado de elegantes estancias, como el Salón de Embajadores, decorado con una espectacular chimenea de estuco y una tribuna cerrada con celosía, donde antaño se situaban los músicos. Este palacio es uno de los mayores ejemplos de la arquitectura nobiliaria de la región.
A pocos pasos, se alza la Iglesia Excolegial de Santa Ana, este templo de una sola nave impresiona por su sobria elegancia renacentista, en cuyo interior se encuentran bustos romanos traídos desde la cercana ciudad romana de Clunia. Este monumento destaca también por su imponente altar mayor y coro.
En las afueras de la villa, el Convento de San José del siglo XVI, fundado por el Duque de Peñaranda, alberga una pequeña comunidad de frailes carmelitas descalzos. Este sencillo convento es un lugar de gran interés por sus altares decorados con azulejos talaveranos de 1755, que aportan un toque de color al austero edificio.
Una increíble cultural y patrimonial
Peñaranda de Duero es un ejemplo perfecto de cómo la historia y la tradición pueden integrarse en la vida diaria. La Botica de los Jimeno, declarada Bien de Interés Cultural en 2007, es una de las farmacias más antiguas de España que aún conserva su mobiliario y botamen del siglo XVII, ofreciendo a los visitantes una visión única de la medicina tradicional de la época.
El paseo por el casco histórico revela una villa que mantiene intacto su trazado medieval. Los restos de la muralla que antiguamente protegía el pueblo aún son visibles, y dos de las tres puertas originales, como el Arco de las Monjas, siguen en pie, proporcionando acceso a la Plaza Mayor. Las casas tradicionales de adobe y madera, algunas con balcones de madera que se asoman a las calles, evocan la vida de antaño.
Una oportunidad única para disfrutar del enoturismo
Además de su riqueza arquitectónica, Peñaranda de Duero se encuentra en el corazón de la Ribera del Duero, una de las principales regiones vinícolas de España. El paisaje que rodea el pueblo, dominado por viñedos y las estribaciones de la Sierra de la Demanda, ofrece numerosas oportunidades para disfrutar del enoturismo, con bodegas que elaboran algunos de los mejores vinos de la zona.
La combinación de su patrimonio medieval, su entorno natural y su proximidad a las rutas del vino hace de Peñaranda de Duero un destino ideal para los amantes de la historia, la arquitectura y la enología. Este pequeño pueblo, con su castillo y su plaza mayor presidida por monumentos de siglos pasados, es sin duda una de las joyas más preciadas de la Ribera del Duero y un lugar que invita a ser descubierto.