Entre 1929 y 1936, Francia llevó a cabo una de las mayores obras de ingeniería militar de la historia contemporánea. En el contexto de una escalada armamentista en Europa debido al auge del nazismo y una amenaza inminente por parte de Alemania, fueron muchos los países de Europa que aumentaron las defensas en sus fronteras y elevaron su poder militar. Uno de ellos fue Francia, el cual construyó una de las líneas defensivas más impresionantes del planeta.
Se le conoce como la línea Maginot y se extiende desde la frontera belga hasta la italiana, pasando por regiones como Alsacia y Lorena, donde se concentran algunas de sus fortificaciones más importantes. De este modo cuenta con una longitud de alrededor de 750 kilómetros de fortificaciones, búnkeres y casamatas, algunos de los cuales se conservan en un muy buen estado. Gracias a ello, se han convertido en atracciones turísticas que atraen a viajeros de todo el mundo que buscan conocer la historia y contemplar su imponente arquitectura.
Un búnker bajo tierra
De sus más de 100 fortificaciones, el fuerte de Schoenenbourg, en la región de Alsacia, es uno de sus principales atractivos. Este fuerte, considerado uno de los más grandes y mejor conservados de la línea, ofrece una experiencia inmersiva al permitir a los visitantes recorrer más de tres kilómetros de galerías subterráneas situadas a 30 metros bajo tierra. Durante la Segunda Guerra Mundial, Schoenenbourg soportó intensos ataques de artillería alemana, incluidos bombardeos aéreos, lo que lo convierte en un sitio de gran relevancia histórica.
El recorrido por el fuerte de Schoenenbourg permite conocer en detalle la vida de los soldados que defendieron la fortificación. Se pueden visitar las áreas destinadas a las tropas, como las cocinas, dormitorios y el puesto de mando, además de observar las armas y sistemas defensivos, incluidos los cañones y torretas retráctiles, que en su momento protegieron el noreste de Francia. Uno de los aspectos más destacados de la visita es la posibilidad de apreciar las ilustraciones originales que los soldados dejaron en las paredes durante su estancia, lo que añade un toque personal y emotivo a la experiencia.
El interés turístico de la línea Maginot no se limita a Schoenenbourg. Otros sitios de gran importancia incluyen el Fuerte de Hackenberg, en Lorena, donde los visitantes pueden recorrer los túneles a bordo de un tren eléctrico, y el Simserhof, una impresionante fortificación cerca de la ciudad de Bitche, que ofrece recorridos automatizados para conocer su historia y su papel en la guerra.
El trabajo de asociaciones
En muchos de estos lugares, las visitas están gestionadas por asociaciones locales que han trabajado en la restauración de las fortificaciones desde la década de 1980. La Asociación de los Amigos de la Línea Maginot en Alsacia, por ejemplo, ha sido fundamental en la rehabilitación del Fuerte de Schoenenbourg, transformándolo en un museo que mantiene su aspecto original de 1940.
De este modo, la línea Maginot no solo es un sitio de memoria histórica, sino también un testimonio del ingenio militar francés y de las lecciones aprendidas durante la Primera Guerra Mundial. Aunque su efectividad fue puesta en duda tras la invasión alemana de 1940, sigue siendo un símbolo de la resistencia y un recordatorio de la complejidad de la guerra moderna. Hoy en día, es posible explorar estas imponentes estructuras, reviviendo una parte crucial de la historia europea.