Con la llegada de octubre, las suaves temperaturas y los colores cobrizos y marrones hacen acto de presencia, anunciando la llegada del otoño. Esta estación barre el sentimiento perenne que deja el verano, transformando el paisaje en un paraíso de tonalidades cálidas que sorprenden al viajero. Así, son muchos los pueblos que cambian su apariencia durante esta época, aumentando más si cabe su belleza natural y atrayendo a multitud de turistas que buscan disfrutar de una escapada rural.
Uno de estos pueblos es Ochagavía, una pequeña villa situada en el corazón de la Selva de Irati que es de las más bonitas de Navarra. Rodeado de montañas, ríos y bosques frondosos, esta localidad combina la belleza natural con la riqueza histórica y cultural, lo que la convierte en un destino atractivo tanto para los amantes de la naturaleza como para quienes buscan sumergirse en las tradiciones del Pirineo. Además, su estampa de casas de piedra, tejados de pizarra y balcones de madera en mitad del valle de Salazar deja con la boca abierta a cualquiera.
Historia medieval
El origen de Ochagavía se remonta al siglo XII, cuando se estableció como un núcleo de población relevante en el valle de Salazar. Durante la Edad Media, Ochagavía fue gobernado por diversas familias nobles, como los Beaumont y los Ayanz, cuyo legado aún perdura en la arquitectura señorial del lugar. Más tarde, en el siglo XVIII, la localidad experimentó un notable crecimiento, impulsado en parte por su ubicación estratégica en el Camino de Santiago. Este periodo de expansión favoreció el desarrollo de la arquitectura civil y religiosa en Ochagavía, con la construcción de casas señoriales e iglesias que aún hoy destacan por su valor histórico y estético.
La relevancia del pueblo en esa época se consolidó gracias a su función como punto de paso en una de las rutas más transitadas de la península. Sin embargo, la localidad no estuvo ajena a los conflictos que sacudieron España en el siglo XIX. Las guerras carlistas afectaron al pueblo, aunque no lograron borrar su carácter. A pesar de las agitaciones políticas, la localidad mantuvo su encanto y continuó atrayendo a visitantes interesados en su historia, su belleza arquitectónica y su entorno natural.
En la actualidad, Ochagavía sigue siendo uno de los destinos turísticos más apreciados de Navarra. Sus casas de piedra con tejados de pizarra, sus calles empedradas y su emblemático puente medieval sobre el río Anduña le confieren un aire atemporal. El entorno natural que rodea el pueblo, con montañas y frondosos bosques, ofrece un escenario ideal para los amantes del senderismo, el ciclismo y otras actividades al aire libre. Su proximidad a la Selva de Irati, uno de los hayedos más grandes de Europa, aumenta su atractivo como un destino para el ecoturismo.
Un paseo por Ochagavía
Esta historia se reflejan en las calles de la villa, las cuales, serpentean dando lugar a un patrimonio histórico y cultural de gran valor en la región. Así, uno de sus monumentos más destacados es la iglesia de San Juan Evangelista, un templo del siglo XIII que combina elementos arquitectónicos de diferentes épocas. Además, en su interior se pueden contemplar tres retablos renacentistas de gran valor artístico, encargados por Miguel de Espinal en 1574.
A su vez, el santuario de Nuestra Señora de Muskilda es otro de los elementos más visitados de la villa. Se trata de una ermita del siglo XII, restaurada a mediados del XVII, que presenta una planta es rectangular y su torre está cubierta por un tejado cónico. Cabe destacar que el templo no se encuentra en el centro del pueblo, sino que se enclava en la cima del monte del mismo nombre, a 1.025 metros de altura y rodeado por una muralla, en la que se halla la ermita y la casa del ermitaño y del capellán.
Sin embargo, el emblema de la localidad es el puente medieval, más conocido como el puente de piedra. Este se alza sobre el río Anduña y se encuentra en un perfecto estado de conservación, permitiendo la entrada a una villa que enamora gracias a su encanto tradicional y su estampa rural. En ella, la arquitectura típica de la zona permite descubrir pintorescas casas como los palacios medievales de Urrutia, Iriarte y Donamaría, que reflejan la importancia histórica de la zona. También hay casas blasonadas de los siglos XVIII y XIX, que muestran la riqueza y el estatus de sus propietarios en aquel entonces.
Un enclave privilegiado
El entorno natural que rodea Ochagavía ofrece numerosas oportunidades para los aficionados al senderismo, el ciclismo y otros deportes al aire libre. La Selva de Irati es, sin duda, la joya natural más destacada. Este bosque, que se extiende por más de 17.000 hectáreas, es el segundo hayedo-abetal más grande de Europa, después de la Selva Negra en Alemania. En sus rutas de senderismo, los visitantes pueden adentrarse en un ecosistema donde abundan especies autóctonas de flora y fauna, desde ciervos hasta aves rapaces.
Otro punto de interés cercano es el monte Orhi, que con sus 2.017 metros de altura es una de las cumbres más emblemáticas de los Pirineos. Ascender hasta su cima permite obtener vistas espectaculares del Pirineo navarro y, en los días despejados, incluso de la vertiente francesa.
Cómo llegar
Desde Pamplona el viaje es de alrededor de 1 hora y 10 minutos por las carreteras A-21 y la del Salazar. Por su parte, desde Jaca el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 35 minutos por la antigua carretera a Jaca y la N-240.