Viajar no solo es sinónimo de desconexión, sino también de descubrir lugares increíbles cuyo encanto es difícil olvidar. Este es el caso de un impresionante pueblo de Portugal: Tomar. En cada uno de sus rincones, los visitantes respiran historia, ya que su riqueza artística y cultural es inmensa. Y es que no solo fue la antigua sede de la Orden de los Templarios, sino que también tiene una de las obras renacentistas más importantes del país. De ahí que merezca la pena adentrarse en esta preciosa villa que parece sacada de un cuento, y que es perfecta para este otoño.
Tomar, además de haber sido escenario de las luchas de la Reconquista cristiana en el siglo XII, alberga un importante testimonio de la presencia hebrea: la antigua sinagoga del siglo XV, hoy convertida en el Museo Luso-Hebraico de Abraham Zacuto, en honor al renombrado astrónomo y matemático de esa época. El museo cuenta con una notable colección documental y epigráfica. Llama la atención la presencia de pequeños agujeros en las paredes, que se utilizaban para colocar vasijas de barro con el objetivo de mejorar la acústica del lugar.
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Otro punto de interés es el Núcleo de Arte Contemporáneo, que dispone de la colección del destacado historiador de arte portugués del siglo XX, José-Augusto França. Y, para un descanso en medio del recorrido cultural, el Parque de Mouchão ofrece un espacio fresco donde se puede admirar la Roda do Mouchão, una emblemática noria hidráulica de madera que rememora los tiempos en que los molinos y zonas de cultivo junto al río impulsaban la economía local. Es por ello que Tomar es un sitio ideal para disfrutar de unos días alejados del estrés y la rutina.
Tomar, el precioso pueblo medieval que está organizado en forma de cruz
La zona más antigua de Tomar, de origen medieval, está organizada en forma de cruz según los puntos cardinales, con un convento en cada extremo. En el centro se encuentra la Praça da República, donde destaca la Iglesia de San Juan Bautista. Hacia el oeste se elevan la colina del castillo y el Convento de Cristo.
En los alrededores, las calles están salpicadas de tiendas tradicionales y cafeterías, entre las que se encuentra el café más antiguo de la ciudad, famoso por sus dulces típicos: queijadas de almendra y calabaza, así como las icónicas fatias de Tomar, hechas exclusivamente de yemas de huevo y cocidas al baño maría en una olla especial, inventada por un artesano local a mediados del siglo XX.
Al sur se ubica el Convento de San Francisco, que alberga el curioso Museo de los Fósforos. Al norte, el antiguo Convento de Anunciada. Hacia el este, donde hoy está el Museo de Levada, se encontraban los antiguos molinos impulsados por el río Nabão, que atraviesa la ciudad. A orillas del río está el Convento de Santa Iria, y un poco más allá la Iglesia de Santa Maria del Olival, donde reposan varios templarios, entre ellos Gualdim Pais, primer maestro de la Orden, fallecido en 1195. Este centro histórico es también el escenario de la Fiesta de los Tabuleiros, una de las celebraciones más importantes de la ciudad.
Del siglo XII y lugar de oración de los templarios: así es el Convento de Cristo
El Convento de Cristo, considerado una de las obras cumbre del Renacimiento en Portugal, es el principal referente arquitectónico de Tomar. Subir al castillo templario y explorar el Convento de Cristo es imprescindible. La Charola, la parte más antigua del conjunto, fue construida en el siglo XII como oratorio templario, al igual que el castillo, que en su tiempo representaba la fortificación militar más avanzada del reino, inspirada en las construcciones de Tierra Santa. En el siglo XVI, bajo el reinado de Don Manuel I, la Charola fue transformada en capilla mayor, momento en que el convento adquirió su esplendor arquitectónico, que ha perdurado hasta la actualidad, lo que le valió su declaración como Patrimonio de la Humanidad.
El Convento de Cristo alberga numerosas maravillas arquitectónicas, como las esculturas del pórtico renacentista, la simbología de la ventana manuelina de la sala capitular, los detalles del claustro principal y las estancias vinculadas a los rituales templarios. Para entender mejor su relevancia, es fundamental conocer la historia de la Orden de los Caballeros del Templo, que fue transformada en la Orden de Cristo, manteniendo su poder y riqueza en Portugal. El Infante Don Enrique, impulsor de la era de los Descubrimientos, fue uno de los grandes protectores de esta orden.
Desde el convento, es posible descender a pie por la Mata dos Sete Montes hasta el centro histórico de la ciudad. En el camino, a mitad de la ruta, se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de la Concepción, una joya renacentista diseñada por João de Castilho, quien también trabajó en el convento.
Cómo llegar a Tomar
Una de las principales opciones de transporte para llegar a Tomar es desde Lisboa, en tren. Hay conexiones regulares desde la estación de Lisboa-Santa Apolónia o Lisboa-Oriente. El trayecto dura alrededor de 1 hora y 45 minutos en tren regional directo. También existen autobuses que conectan Tomar con Lisboa, Oporto y otras ciudades portuguesas.
En coche, está a unos 135 km de Lisboa, lo que supone un trayecto de aproximadamente 1 hora y 30 minutos por la autopista A1 en dirección a Oporto, tomando la salida para la A13 en dirección a Tomar.