Las Islas Cíes en Galicia, al noroeste de España, han logrado protegerse y seguir siendo un destino turístico paradisiaco después de limitaciones y restricciones de acceso estos los últimos siete años para alivar la presión que el turismo masivo estaba ejerciendo sobre el archipiélago, según The Guardian.
De esta manera, las islas situadas en pleno Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, limitan el acceso durante la temporada alta, desde el 15 de mayo hasta el 15 de septiembre; solo se permite la entrada diaria a 1.800 personas. Asimismo, fuera de esta temporada, el límite se reduce a 450 visitantes por día. Además, para disfrutar de la isla los visitantes deberán de pagar 25 euros por el viaje en ferry de ida y vuelta.
El ecoturismo se ha posicionado así como una solución para la conservación del entorno natural mientras se facilita un desarrollo socioeconómico sostenible. “Se trata de conservarlas para que la gente pueda disfrutarlas, y el turismo debe estar muy centrado en la defensa y protección del mundo natural, que constituye la base de su negocio”, agregó el director del parque nacional, José Antonio Fernández Bouzas, a The Guardian.
Un turismo sostenible para las Cíes
Fernández Bouzas explicó la necesidad de estos límites: “Antes había demasiada gente. Pero ahora la gente entiende la necesidad de la tapa y la respeta y la agradece. Necesitamos los controles de acceso para proteger la zona, pero también para que la gente pueda disfrutar de sus visitas”. A pesar de algunas quejas de los visitantes en plataformas como TripAdvisor, el director está convencido de que la decisión de limitar el número de visitantes ha sido acertada.
Y es que, según el director, esta medida ha impulsado la visita a las islas durante todo el año, y no solo en “julio y agosto”. Igualmente, los turistas planifican su viaje con hasta una antelación de tres meses, lo que hace que “parezca más exclusiva”.
Por su parte, los expertos, como Claudio Milano, investigador del departamento de Antropología Social de la Universidad de Barcelona, advierten que esta medida no es una solución aplicable a todos los destinos: “Si intentamos poner límites al número de personas que entran en una ciudad —como han intentado en Venecia— acabamos convirtiendo la ciudad en un parque temático”. Según el investigador, este tipo de limitaciones en “grandes parques nacionales es algo que funciona”. Pero, en el caso de una gran ciudad, el mensaje puede ser perjudicial.
Otros problemas que afectan al turismo en España
Sin embargo, para Claudio Milano, los conflictos relacionados con el turismo masivo en España reflejan problemáticas más profundas. Durante el año, las protestas se han extendido desde las Islas Baleares y las Canarias hasta ciudades como Barcelona y Cádiz.
Según Milano, estos movimientos no son necesariamente antiturismo, sino más bien una expresión de inquietudes sobre problemas de vivienda, empleo precario y cambio climático exacerbados por el turismo masivo. “Si no tuviéramos problemas de vivienda en ciudades como Sevilla, Málaga, Cádiz o Barcelona, Airbnb sería un problema menor”, comentó.
Por su parte, Linda Osti, profesora principal de turismo en la Universidad de Bangor, considera que estos “conflictos entre los turistas y la población local” tienen otras consideraciones: “Más que eso, es el sector económico y la forma en que evolucionan las cosas lo que no se ha planificado lo suficientemente bien”, explica. Así, la profesora destacó la importancia de la comunicación de las autoridades y los gobiernos locales para “restablecer la confianza”.
De igual modo, Fernández Bouzas, mantiene la misma opinión al respecto: “Se trata de conservar estas islas para que la gente pueda disfrutarlas”, afirma. “Si no las conservas, no tiene sentido. Acabarías matando a la gallina de los huevos de oro al cabo de un par de días”.