Esta ruta, de origen religioso, tiene una de las mejores vistas a esta reconocida ciudad española

Benidorm es una de las ciudades más visitadas en verano dentro de nuestro país. De hecho, según Dataestur, web de datos de turismo nacional, se trata de la población a la que más turistas acuden en toda la provincia de Alicante. Sus playas, así como sus elevados rascacielos, la convierten en un gran atractivo no solo para el turismo español, sino también para el extranjero.

Sin embargo, Benidorm puede llegar a albergar mucho más que eso. Una de las actividades más comunes en la ciudad es la de pasear, ya sea por los paseos marítimos o por los entornos naturales cercanos a la localidad. En este caso, tenemos uno de los recorridos más reconocidos de la ciudad, que, a su vez, cuenta con una de las vistas panorámicas más impresionantes de su skyline.

Se trata de la ruta de la Cruz de Benidorm, un paraje que tiene un origen ciertamente desconocido, y muy sorprendente, para la mayoría de las personas que transitan por aquí.

Sin duda, lo que más se agradece al llegar al destino de un trayecto, es poder reposar. Asimismo, si lo hacemos con unos maravillosos paisajes de la ciudad al completo mucho mejor. Esto sucede en este derrotero, el cual recorre el Parque Natural de la Sierra Helada y que otorga, además, muy buenas vistas del entorno conforme vas andando.

Asimismo, finaliza su camino en lo alto del monte, desde donde hay un mirador, el cual es uno de los más espectaculares de la costa mediterránea. De hecho, las cercanías de la serranía pueden llegar a alcanzar los 430 metros de altura.

Si bien uno de los puntos fuertes de este itinerario son sus paisajes, también lo es la historia que reside detrás. Como el propio nombre de la ruta indica, en el final del trayecto nos encontraremos con una cruz de gran tamaño que es visible desde las calles de la ciudad.

La razón por la que se encuentra ahí es muy curiosa, y es que se trató de una protesta franquista de los años 60 al empleo de bikinis en las playas de Benidorm. Es por ello que se organizó una procesión en la que un sector religioso cargó a los hombros esta enorme cruz para quejarse del libertinaje y mala fama de la ciudad en este sentido.

Sin embargo, en 1975, unos fuertes vientos de Levante hicieron volar este monumento, siendo sustituido por uno nuevo de similar forma y tamaño. Finalmente, con la llegada de la democracia, se planteó seriamente el hecho de eliminarlo, pero se acabó manteniendo, convirtiéndose en uno de los símbolos de la localidad alicantina.

El trayecto tiene una longitud de siete kilómetros y, en principio, no es de una dificultad muy elevada. Se trata de un ascenso que está perfectamente señalizado, y que cuenta con vistas a diversas calas como Lusera o Ti Ximo. Asimismo, alterna una primera parte todavía urbanizada, y que forma parte de la ciudad, y una parte posterior con un camino asfaltado.

Esta ruta se puede llevar a cabo tanto en bici como en coche o, incluso, en transporte público, pero lo recomendable es realizarla andando.