En el corazón de Segovia se erige una de las maravillas de la ingeniería civil romana: el Acueducto. Esta imponente estructura no solo es un símbolo icónico de la ciudad, sino también un testimonio de la maestría y el ingenio de los romanos en la construcción de obras hidráulicas. Concebido para resolver la necesidad básica de abastecimiento de agua en la antigua Segovia, el Acueducto ha perdurado a lo largo de los siglos como una muestra de la durabilidad y la precisión de las técnicas constructivas de la Roma antigua.
Este canal fue construido con un propósito claro: transportar agua desde el Río Frío, situado a los pies de la Sierra de Guadarrama, hasta la villa, a unos 17 kilómetros de distancia. Diseñado con una pendiente media del 1% para asegurar el flujo constante del agua, enfrentó varios desafíos a lo largo de su recorrido. El más significativo fue el vado del Río Clamores, que obligó a los ingenieros romanos a idear una solución monumental: la construcción de un tramo elevado de 813 metros de longitud que permitiera al agua superar este punto crítico y llegar sin interrupciones a su destino.
Esta solución, que hoy se ha convertido en el símbolo más reconocido del Acueducto, se compone de dos filas de arcadas superpuestas, soportadas por 128 pilares que elevan la estructura a una altura máxima de 28,50 metros sobre el suelo. A lo largo de los años, el canal ha sido objeto de diversas restauraciones, aunque quizás la más notable fue la que iniciaron los Reyes Católicos en 1484.
El tramo más desconocido del acueducto
Aunque la mayoría de los visitantes de Segovia se maravillan ante la grandiosidad de este monumento en el centro de la ciudad, son pocos los que conocen el origen de esta impresionante obra: su captación de agua en la Sierra de Guadarrama. Este tramo inicial, conocido como el Azud del Acueducto, es el punto donde comienza la conducción del agua que, a lo largo de 17 kilómetros, abastecía a la ciudad.
Para aquellas personas en busca de un turismo más aventurero alejado de las rutas convencionales, una excursión a esta zona ofrece una experiencia única que combina naturaleza, historia y un paisaje increíble.
Entre pinos, robles y encinas
El Azud del Acueducto se encuentra en una zona montañosa y boscosa, rodeada de pinos silvestres, robles y encinas, que le confieren un ambiente de serenidad y belleza natural. La ruta se puede realizar a pie o en bicicleta de montaña, comenzando desde el pantano de Puente Alta, a unos nueve kilómetros de la ciudad. El recorrido sigue en gran parte la Cañada Real Soriana Occidental, adentrándose en los montes de Valsain y siguiendo la canalización del Acueducto a través del valle de la Acebeda.
El destino final, el río Acebeda, marca el punto de captación inicial del Acueducto. Aquí, es posible ver las balsas de decantación y las compuertas que regulaban el flujo de agua, una vista que ayuda a comprender la sofisticación del sistema hidráulico romano. Existen dos opciones de duración del recorrido: de cuatro y siete horas.