El pequeño pueblo de Cuenca que alberga el ‘Escorial de La Mancha’: un monasterio que destaca por su mezcla de estilos

Sobre la sierra de Altomira, entre un paisaje repleto de pequeñas colinas y cultivos de cereales y girasoles, emerge uno de los pueblos más bonitos de Cuenca. Esta imagen, típica de esta zona de Castilla-La Mancha, abriga a esta localidad que destaca por su rica historia y conjunto monumental. Por sus tierras han pasado numerosas civilizaciones, concretamente cuenta con un pasado romano, visigodo, árabe y cristiano, dejando cada uno de estos pueblos un legado cultural que llega hasta nuestros días.

Estamos hablando de Uclés, una pequeña villa en la que sus calles invitan a perderse. Estas descubren un increíble patrimonio histórico y arquitectónico que se encuentra presidido por sus dos monumentos principales: el castillo y su espectacular monasterio. A esto se le suma un trazado típico medieval donde se puede disfrutar de la arquitectura tradicional castellana.

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El monasterio de Uclés se enclava en la parte alta del pueblo, sobre un cerro dominando todo el paisaje y se alza como una de las joyas de la arquitectura religiosa y militar española. Su conjunto lo forman la iglesia, un edificio monacal y restos de una antigua fortaleza y se construyó sobre un antiguo convento de la Orden de Santiago en el siglo XVI. Todo ello se asienta sobre una impresionante plataforma natural que abarca una extensión de aproximadamente un kilómetro cuadrado, donde los torreones, las murallas y fortines se suceden cobijando al pueblo situado a sus pies.

Tal y como señalan desde el portal web de Turismo de Castilla-La Mancha, del castillo original apenas quedan en pie las torres del Palomar, el Póntido y la Albarrana, “esta última reformada en el siglo XVI, para convertirse en la torre del homenaje”. Cabe destacar que el castillo no es visitable. En cuanto al monasterio, este tardó en construirse más de 200 años, lo que permite a día de hoy contemplar hasta tres estilos arquitectónicos diferentes: plateresco, herreriano y churrigueresco.

Esto es debido a que el Monasterio de Uclés fue obra de numerosos arquitectos, los cuales poseían una peculiaridad. Todos ellos eran alumnos del arquitecto y matemático Juan de Herrera, principal artífice del famoso palacio de El Escorial. Por esta razón, el monasterio ubicado en Cuenca ha sido bautizado con el nombre de El Escorial de la Mancha. A su vez, fue testigo de la Batalla de Uclés, en el año 1108, y fue declarado Monumento Nacional en el año 1931.

La construcción presenta una planta cuadrada y se organiza en torno a un amplio patio central rodeado por un claustro de dos alturas, donde destacan nueve arcos de medio punto en cada lado. Este espacio central alberga un aljibe de piedra caliza con decoración barroca. A su vez, El ala oriental del monasterio, construida entre 1530 y 1550, es un ejemplo notable del estilo plateresco, con balcones y ventanales adornados con conchas y la cruz de Santiago.

No hay que pasar por alto, la iglesia, que situada en el ala norte, presenta un estilo herreriano caracterizado por su sobriedad y cuenta con dos puertas de acceso flanqueadas por escalinatas. El ala occidental, también de estilo herreriano, se eleva en tres plantas, mientras que el ala sur, edificada en el siglo XVIII, destaca por su exuberante portada churrigueresca, obra del arquitecto Pedro Ribera. Por último, el interior del monasterio alberga una escalera monumental bajo una cúpula elipsoidal decorada con pechinas en forma de concha, una sacristía en estilo plateresco y un refectorio con un impresionante artesonado renacentista, en el que se combinan motivos vegetales y medallones que representan figuras históricas como el emperador Carlos V.

Por otro lado, más allá del conjunto monástico, Uclés destaca por su arquitectura típica castellana. A pesar de sus reducidas dimensiones, pues apenas tiene 250 habitantes, la localidad cuenta con otros edificios de interés como son el Pósito, el Ayuntamiento, la Ermita y la antigua Fuente de los Cinco Caños, frente a la Puerta del Agua, esta última tiene una importancia estética y social.

Desde Cuenca, el viaje es de alrededor de 50 minutos por la carretera A-40. Por su parte, desde Madrid el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 20 minutos por la vía A-3.