El increíble oasis en la frontera con Portugal con piscinas naturales para refrescarse en verano

Las pozas portuguesas más fascinantes están a pocos metros de la carretera

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Parque Nacional da Peneda-Gerês, en
Parque Nacional da Peneda-Gerês, en Portugal (Shutterstock).

El placer de disfrutar de un paisaje paradisiaco donde además puedes darte un baño fresquito en verano es considerado, muchas veces, como un privilegio, debido a la lejanía del destino. No obstante, en la frontera de Orense con Portugal, hay un santuario natural repleto de piscinas naturales y senderos épicos donde descubrir bosques y pozas fascinantes.

El Parque Nacional Peneda-Gerês es el único parque nacional en Portugal, por lo que se convierte en una auténtica satisfacción de paz y frescura. Situado en la región de Minho, ofrece una vasta extensión de paisaje montañoso, que incluye sierras cubiertas por densos bosques de acebos y otras especies endémicas. Además, el parque está atravesado por ríos y riachuelos que forman cascadas, pozas y piscinas naturales, perfectas para escaparse del calor y disfrutar de un entorno espectacular. Uno de los puntos más destacados del parque son las cristalinas aguas de las pozas y piscinas naturales formadas por las cascadas y ríos.

Según un artículo de National Geographic, este rincón ha sido reconocido como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, un título que testimonia su importancia ecológica y su capacidad para integrar la actividad humana de manera armónica con la naturaleza. Las tradiciones locales se han preservado y pueden apreciarse en aldeas como Pitões das Júnias y Tourém, donde el ritmo de la vida parece no haber cambiado en siglos.

Cascada del Arado y el pozo azul

La carretera de A Portela do Home hacia Gerês es un punto turístico emblemático del parque nacional, conocido por sus paisajes exuberantes y biodiversidad. Entre sus principales atractivos destaca la Cascada do Arado, una de las más visitadas. De este modo, el recorrido inicia en la mencionada carretera, que desvela un trayecto pintoresco y desafiante. Tras cruzar un puente, el camino revela una serie de escalones que llevan a un mirador, desde donde se puede apreciar la majestuosa caída de agua.

A medida que se avanza, el paisaje se transforma y, después de cruzar el río, se observan varias cascadas menores entre las rocas, creando una sinfonía visual y sonora. Sin duda, la Cascada do Arado, situada a unos 900 metros de altitud, es imponente. No obstante, también es peligrosa, por lo que no se recomienda bañarse en sus aguas. Al recorrer unos metros más por el camino, se desemboca en el famoso pozo azul, donde sí se permite el baño.

Cascada de Varzeas

Cascata do Tahiti, Portugal (Shutterstock
Cascata do Tahiti, Portugal (Shutterstock España)

Ubicada cerca de la Cascada do Arado, la Fecha de Barjas o Cascata do Tahiti, se encuentra en la carretera que une Fafião con A Ermida. Además, es la más accesible por su cercanía a la carretera y por tener un parking de pago cerca. No obstante, se debe tener precaución y llevar un calzado de trekking, ya que el suelo resbala. Asimismo, desde las escalinatas se pueden observar las distintas pozas y cascadas, distribuidas en diferentes niveles, por lo que sin duda vale la pena ir.

Cascada de San Miguel

A tan solo 500 metros de la frontera, se encuentra un rincón natural que conquista a todo aquel que lo visita: la cascada Portela do Homem. Este paraje, rodeado por todos los flancos de vegetación y por la exuberante Mata de Albergaria, desciende por la ladera de rocas escarpadas para desembocar en una piscina de aguas cristalinas.

Las aguas, que generan una atmósfera de tranquilidad y belleza difícil de igualar, son visibles desde la carretera N-308-1, lo que facilita la orientación hacia el maravilloso lugar. No obstante, los viajeros deben atravesar un sendero estrecho y un puente en una caminata de 800 metros que requiere cierta precaución para llegar.

Siete Lagos

Una de las rutas más bonitas de Portugal: descubre cascadas, acantilados y un impresionante lago.

Aproximadamente a una hora y media de la aldea de Xertelo, a través de un sendero de 10 kilómetros, se accede a los espectaculares Sete Lagoas. Así, se vislumbra la presa a la que hay que llegar para disfrutar de las piscinas naturales. Por otro lado, se debe tener en cuenta que gran parte del recorrido es por carretera, hasta que en un momento dado se entra al sendero que desciende por un acantilado.

En resumen, el Parque Nacional Peneda-Gerês es un destino imperdible para aquellos que buscan conectarse con la naturaleza en su estado más puro y disfrutar de un entorno tranquilo y refrescante.

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