A priori, cuando pensamos en molinos de viento se nos vienen a la cabeza los conocidos y particulares molinos holandeses. De hecho, a pesar de ser originarios de Babilonia, apareciendo alrededor del año 1.700 a.C. y Países Bajos fue uno de los primeros países en adoptarlos dentro de la cultura de Occidente. De esta forma, se extendieron por todo el continente europeo, llegando a países como España, donde se han convertido en uno de los mayores símbolos del imaginario español.
A día de hoy, han evolucionado en gran medida, adoptando una forma diferente a la que nos imaginamos en libros como el del Quijote de la Mancha. No obstante, todavía se siguen conservando algunos de los molinos de viento tradicionales en ciertas localidades españolas, siendo un gran reclamo turístico para los pueblos donde se encuentran. Uno de ellos es Campo de Criptana, un municipio castellanomanchego que cuenta con unos de los molinos más reconocidos de todo el mundo.
Una gran historia detrás de los “gigantes” del Quijote
Los molinos de Campo de Criptana se encuentran en la conocida como Sierra de los Molinos, en Ciudad Real. Los primeros molinos de esta zona fueron construidos en el año 1540, hasta llegar con el tiempo a un total de 34 construcciones de viento. Sin embargo, a día de hoy tan solo se conservan 10 de ellos, de los cuales únicamente tres son originarios del siglo XVI.
Respecto a su estructura, son de “tipo torre”, es decir, tienen una base circular desde la que se alzan muros blancos que sostienen el techo giratorio necesario para orientarse de cara al viento. Asimismo, están divididos en tres plantas, destinadas a diferentes tareas, y por las que se accede a través de una escalera circular interior. A pesar de ello, actualmente no realizan ninguna función para las que se orientaron en su momento, sino que, algunos de ellos, han sido reconvertidos en museos y atractivos turísticos.
Por otro lado, los molinos fueron construidos principalmente con piedra, y posteriormente blanqueados con cal. Asimismo, en su exterior, cabe destacar las cuatro aspas que conforman cada uno de los molinos, en las que se despliegan extensas lonas que nos recuerdan a los clásicos molinos de viento españoles.
Atardeceres inolvidables
A día de hoy, la gran belleza de los molinos les ha permitido ser reconocidos como Bien de Interés Cultural, así como Patrimonio Industrial. Sin embargo, las propias edificaciones no son el único factor que atrae a los turistas. Desde la Sierra de los Molinos, se pueden observar ocasionalmente preciosos atardeceres desde los que conseguir fotos únicas. De hecho, estos ocasos también han sido galardonados, y es que fue nombrado por la revista especializada en turismo Traveler.es como la cuarta mejor puesta de sol de toda España.
Cómo llegar
Las construcciones de viento son perfectamente visibles desde Campo de Criptana, ya que están ubicados justo al lado. Tan solo subiendo la Calle Julio Gil se pueden alcanzar estos molinos.
Para llegar desde Madrid, el trayecto hasta Campo de Criptana es de algo menos de 2 horas en coche, e inicialmente habría que coger la carretera R-4, después desviarse por la AP-36 y, finalmente, coger la CM-310.