La provincia gallega de Lugo se caracteriza por el gran contraste de sus paisajes. Su increíble zona montañosa se combina a la perfección con el litoral, donde encontramos pequeños pueblos costeros con encanto como Foz. Su historia se remonta a tiempos pre-históricos, como lo atestiguan sus vestigios de Pena Do Altar y los castro de Fazouro. De la época romana, conserva el mejor de los regalos, su nombre. Del latín ‘fauce’ por estar en la desembocadura del río Masma y del río Ouro.
Hacia el final de la Edad ;edia, gracias a la exención de los abusivos tributos, la pesca de la ballena, la construcción de navíos y la exportación de la madera, Foz se convirtió en un punto clave en Galicia, contando con uno de los tres astilleros más importantes de la comunidad autónoma.
Un pueblo con esencia marinera
Los siglos XVI y XVII Foz fue una localidad de gran relevancia gracias a su puerto. La pesca de ballenas fue la actividad principal de los armadores y pescadores locales. Sin embargo, con el paso del tiempo, la importancia de la caza de estos animales empezó a disminuir. Aunque en las calles del pueblo todavía encontramos latente esa esencia de pueblo marinero. De su puerto siguen zarpando los marineros que traen el pescado y el marisco fresco.
De cazadores de ballenas a cazadores de olas
En este antiguo puerto ballenero el mar se transforma en increíbles arenales como A Rapadoira, Llas, Peizás o Arealonga. Cerca de 15 kilómetros de playas de fina arena blanca y aguas de un azul potente recorren esta ría. Sus marismas hacen las veces de hogar para una de las mayores colonias de aves acuáticas del noroeste.
En Foz, los cazadores de ballenas sustituyeron las ballestas por tablas de surf para convertirse en cazadores de olas. Es un enclave ideal para la práctica de deportes como el surf, el windsurf, kite, vela o piragüismo.
La catedral más antigua de España
A cinco kilómetros de la localidad está la catedral más antigua de las conservadas en España y la primera que se construyó en el sur de Europa: San Martiño de Mondoñedo. Aunque, existen una gran laguna documental sobre los verdaderos orígenes de este templo religioso, son muchos los que atribuyen a este monumento el hecho de haber sido la primera catedral consagrada como tal en el país.
Fue construida en torno a los siglos XI-XII sobre un antiguo templo prerrománico del siglo X, antiguamente sede episcopal de la diócesis mindoniense. En el siglo VI, un grupo de anglosajones llegó desde Britania hasta este punto del mapa gallego y fundaron su propio obispado, situado entre Meira y Mondoñedo. Años más tarde, durante la conquista musulmana, abandonaron la sede del obispado de Dumio, asentándose en Mendunieto, donde se levanta la basílica.
Tras la victoria vikinga en Bretoña, el rey Alfono III ofreció San Martín de Mondoñedo para fundar un monasterio que serviría como sede doble episcopal para el obispado de Dumio y para el de Bretoña.
Declarada Bien de Interés Cultural
El templo, de estilo románico, posee planta basilical, tiene tres naves de crucero, tres ábsides semicirculares y una casa rectoral en la parte de la cabecera. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931. De su parte exterior destaca una torre campanario de un cuerpo, adosada en el lateral derecho.
Una fuente con propiedades milagrosas
En sus alrededores encontramos algunas construcciones que completan el complejo. La más especial, la fuente A Zapata, nombrada así por la leyenda que cuenta que el obispo San Gonzalo tiró en aquel mismo lugar una de sus zapatillas, brotando de manera milagrosa agua. En la actualidad, se considera que esta fuente tiene propiedades milagrosas y curativas.
Cómo llegar
Desde Foz hay que coger la N-642 y después, tomar un desvío en Vilaxoane. Tras la rotonda de entrada a la izquierda, aproximadamente a 5 km se encuentra la basílica de San Martiño.