Con una extensión de 500 km² de superficie, seis municipios, más de 40 alquerías y unos 5.600 habitantes, las Hurdes conforman uno de los enclaves más especiales de Extremadura. Este terreno montañoso, de clima mediterráneo con influencia atlántica, limita con la Sierra de Gata, las Tierras de Granadilla y la Sierra de Francia (Salamanca) y pertenece a la denominada ‘España húmeda’. Su peculiar paisaje lo conforman un laberinto de montañas, bosques, ríos y saltos de agua.
Se hace difícil mencionar las Hurdes y no hacer referencia a su historia. En 1905, una revista salmantina con el mismo nombre que la zona denunciaba en 1904 “los ecos dolorosos de hondas y seculares miserias, que son el triste patrimonio de una región que vive entre las sombras de inconcebible atraso y desconsoladora pobreza”. De esta manera, pedía ayuda al rey Alfonso XIII. No fue hasta 1922 cuando el Gobierno creó una comisión, encabeza por Gregorio Marañón, para evaluar la situación de este enclave, según detalla Francesc Ribes en su publicación Los pueblos más bonitos de la España Vacía.
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El Balcón de las Hurdes
Ya casi rozando la provincia de Salamanca, al noroeste de la comarca, se encuentra Casares de las Hurdes, que domina una atalaya y que está formada por varios núcleos: Robledo, Heras, La Huetre, Casarrubia, Carabusino y Casares de las Hurdes y que es conocida como El Balcón de las Hurdes. A 680 metros de altitud sobre el nivel del mar, da la sensación de que la naturaleza se abalanza sobre los habitantes. Un lugar de una indescriptible belleza que se puede descubrir a través del sendero que recorre la garganta del Malvellido y luego asciende entre pedreras hasta el Chorro de la Meancera. Este salto de agua de unos 100 metros de altura, que baja entre los peñascos, es un espectáculo a ojos del visitante.
Es el municipio situado a mayor altitud de la comarca y por ello se le conoce como El Balcón de las Hurdes. Su patrimonio monumental es tan limitado como el del resto de pueblos que están a su vera. Un detalle al que se debe prestar atención, ya que, representa una arquitectura de pura supervivencia. En esta tierra no destacan ni los grandes palacios, ni monasterios, ni casas señoriales. En cambio, sí destaca una exuberante naturaleza bella y agreste, con sierras, valles, barrancos, ríos y cascadas.
Las casitas populares de la zona, construcciones de piedra y barro y tejados de lanchas de pizarra, se pueden apreciar en el Barrio del Arroyo, donde el visitante se percatará de la maestría de los casareños para aprovechar el terreno y construir sus viviendas. Las calles de esta zona destacan por ser muy estrechas y empinadas.
Un campanario sin iglesia
Si hay una peculiaridad que hace a Casares especial es El Campanario de la iglesia, sin iglesia. Construido a base de pizarra y argamasa, cuenta con una escalera para acceder a las campanas. Está exento de ella porque, según se cuenta, el campanario pertenece al pueblo y la iglesia al obispado.
Miradores y rutas espectaculares
Casares cuenta con múltiples miradores desde donde se aprecian vistas espectaculares del municipio, los bancales y la sierra de la corredera. Además, cuenta con múltiples rutas, como la del Chorro del ceño, que guían hasta espectaculares saltos de agua. El municipio además alberga una piscina natural en la que poder refrescarse en los días más duros del verano.
Cómo llegar
Para llegar a Casares en coche desde Cáceres, habrá que subir hasta Plasencia por la A-66 y en el desvío número 471 tomar la carretera EX-390 en dirección a Pozuelo de Zarzón, un trayecto de 1 hora y 40 minutos.