Si Formentera es conocida como la “perla del Mediterráneo”, con más de 300 días de sol al año y playas de arena blanca y aguas turquesas que nada le tienen que envidiar a las del Caribe, el pequeño islote de Espalmador, se presenta como una joya escondida balear. Este enclave se encuentra al norte de Formentera, justo donde termina el arenal de Illetas. Un estrecho canal de aguas cristalinas, S’es Trucadors, separa a las dos islas.
Espalmador puede presumir de ser uno de los secretos pitiuosos. Este espacio deshabitado, de tres kilómetros de largo, regala al visitante unos paisajes paradisíacos. Situado en un entorno natural intacto, sin construcciones y completamente virgen, este rincón ofrece un entorno de silencio, paz y tranquilidad que atrae a aquellas que huyen del bullicio.
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Enclavada en un parque natural
Esta isla protegida forma parte del Parque Natural de las Salines, un espacio de unas 2.752,5 hectáreas terrestres y 14.028 marinas, que engloba un conjunto de hábitats terrestres y marinos que se extiende desde el sur de Ibiza hasta el norte de Formentera. Su naturaleza es salvaje, casi virgen, con excepciones que se limitan a tres pequeños edificios: un faro, una pequeña capilla y una torre de defensa del siglo XVIII.
A pesar de ser una isla privada (en 2018 una familia luxemburguesa la adquirió por 18 millones de euros) es de disfrute público. En Espalmador no encontramos ni chiringuitos ni ningún tipo de servicio. Sin embargo, todo aquel que la visita asegura que en este pequeño rincón se respira paz, donde el único sonido que se puede escuchar es el de las olas y el de los pájaros.
Este lugar no sólo ofrece tranquilidad, sino que también alberga una notable variedad de vida silvestre. Entre las especies más destacadas se encuentran aves marinas como el chortilejo patinegro, la cigüeñuela o el tarro blanco.
Tres playas paradisíacas
Espalmador cuenta con dos kilómetros cuadrados de extensión por los que se intercalan leves acantilados y tres playas paradisíacas: Es Raó de S’Alga, Sa Torreta y Cala Bosch. Una vez se llega a la isla es necesario abrir y cerrar los ojos en un par de ocasiones para comprobar que lo que se está viendo es realidad y no se está soñando. Un paraíso de arenas blancas y aguas turquesa se abre ante la mirada incrédula del visitante.
Su cala más famosa es Es Raó de S’Alga, un pequeño enclave de arena fina blanca y mar cristalino de 1000 metros de longitud rodeado por una colina de profunda vegetación. Las tres playas se distinguen por sus fondos arenosos y degradados, ideales para sumergirse en un baño relajante, entrar en sintonía con el espíritu de la isla y disfrutar de una panorámica de postal.
Además, cuenta con varias rutas de senderismo que recorren toda la isla a lo largo y ancho. Sus paisajes son espectaculares, especialmente en la zona del faro y de la torre de Sa Guardiola. Al tratarse de un parque natural, no está permitido salirse de los caminos establecidos y señalizados.
Cómo llegar
A isla sólo se puede llegar por mar, pero no hay barcos públicos que conecten el puerto de la Savina (Formentera) con Espalmador. Antes, el barco Bahía ofrecía este servicio, pero en 2020 el gobierno local decidió cancelarlo con el objetivo de preservar la naturaleza del desembarco de las masas turísticas. Por lo tanto, la única manera de acceder es mediante embarcaciones privadas, es posible alquilar una zodiac o un pequeño barco. Otra opción es reservar una excursión en catamarán desde Formentera.