Callejuelas estrechas, impresionantes monumentos renacentistas, una gastronomía exquisita y un amplio patrimonio histórico es lo que convierten a Lerma en uno de los rincones más mágicos de Burgos. Su enclave, en lo alto de una colina y dominando todo el valle de Arlanza, demuestra su importancia histórica y estratégica en la región. Además, gracias a todos sus encantos, esta villa está considerada como uno de los pueblos más bonitos de España y no es para menos, pues alberga un conjunto monumental que quita el aliento.
De todos ellos destaca el Palacio Ducal, una impresionante construcción que a día de hoy es uno de los mayores atractivos. Esto es gracias a que acoge el espectacular Parador de Turismo, el cual brinda una experiencia de alojamiento única gracias a sus extensas comodidades y servicios. Además, es uno de los mejores puntos para iniciar un paseo por la localidad, ya que se encuentra en su punto más alto.
De pueblo a villa ducal
Lerma es una villa con origen prerromano fundada por tribus celtibéricas como los vacceos. Situada en un punto estratégico que domina el río Arlanza, ha sido un lugar de paso crucial a lo largo de la historia, acogiendo diversas culturas como romanos, suevos, visigodos y árabes. A partir del año 900, con el avance cristiano, la frontera se sitúa en el río Arlanza y comienza la repoblación de la zona, estableciéndose una serie de posiciones fortificadas y castillos, entre los cuales se encontraba el castillo de Lerma.
Igualmente, la ubicación elegida para emplazar la villa, en una encrucijada de caminos y con condiciones físicas y topográficas óptimas, no pudo ser más adecuada. Pronto, el pequeño asentamiento se amuralló, disponiendo de cuatro puertas de entrada, de las cuales, se conserva el ‘Arco de la Cárcel’, que fue la puerta principal de la antigua muralla medieval. Con el paso de los años, la localidad se convirtió en un emplazamiento de gran importancia militar y estratégica, siendo protagonista de algunos enfrentamientos entre los siglos X, con la llegada de Almanzor, y el XV.
Con la llegada Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, el cual recibió en 1574 el mayorazgo de la Casa, como IV Conde de Lerma y V Marqués de Denia, la localidad inició la transición a un pueblo más señorial, todo propiciado, además, por el traslado de la corte española a Valladolid en el año 1601. Así, bajo el patrocinio y gracia de Felipe III, la villa vivió su periodo de mayor esplendor, convirtiéndose en una de las ciudades más importantes del país y atesorando un valioso patrimonio.
Tal fue su importancia, que el ducado de Lerma se convirtió en un espacio de recreo para las personalidades de la época, comprendiendo además hasta 40 villas y lugares de señorío. Sin embargo, tras la muerte de Don Francisco, la influencia y el señorío fue cayendo poco a poco hasta quedarse prácticamente olvidado en el siglo XVII. No obstante, a día de hoy, todavía se puede contemplar este legado histórico y cultural de la mano de sus impresionantes monumentos.
El palacio ducal de Lerma
El Palacio Ducal de Lerma es uno de los símbolos más destacados de la localidad burgalesa. Construido en el siglo XVII por orden del duque de Lerma, se ubica en la emblemática Plaza Mayor, que con sus 7.000 metros cuadrados es una de las más grandes de la provincia. El arquitecto Francisco de Mora aprovechó la ubicación del antiguo castillo del siglo XV para edificar un palacio destinado a alojar a la corte de Felipe III, un frecuente visitante del duque de Lerma.
Durante ese período, el palacio se convirtió en la envidia de la corte. Su disposición sigue el modelo de los palacios castellanos, con un patio central rodeado de galerías columnadas y un claustro, complementado por una imponente fachada. El diseño sobrio y elegante se caracteriza por sus muros de piedra, más de 200 balcones de hierro y cuatro torres con tejados de pizarra.
El Palacio Ducal de Lerma no solo destaca por su arquitectura, sino también por su gran importancia histórica. En sus muros se han vivido acontecimientos relevantes, incluyendo una boda real y la estancia de Napoleón Bonaparte durante la guerra de la Independencia. Además, el patio interior del palacio fue el escenario elegido por Lope de Vega para estrenar sus obras hace más de 500 años.
Un paseo por Lerma
Más allá del palacio ducal, las calles de Lerma invitan a perderse por su pintoresco casco histórico. Este alberga un impresionante conjunto monumental y encantos únicos que ha convertido a la villa en uno de los pueblos más bonitos de España. Todo ello a la obra del duque de Lerma, que durante su estancia en la localidad mandó construir gran parte de los monumentos que se pueden disfrutar hoy en día. De este modo, la villa se caracteriza por su impresionante arquitectura renacentista y barroca.
Muestra de ello es la espectacular red de conventos y monasterios que alberga la localidad, de la cual uno no se puede ir sin visitar la impresionante Ex-colegiata de San Pedro. Construido en el siglo XVII, este templo, con su imponente fachada y majestuosa torre, representa el esplendor del barroco español. La iglesia alberga varias capillas de notable interés artístico, como la Capilla del Cristo, con su impresionante Retablo Mayor y la capilla de Nuestra Señora del Rosario, decorada con bellos frescos. Además, cuenta con dos órganos de la época.
Junto a ella sobresalen también el convento de San Blas - Dominicas; el convento de la Ascensión; el de la Madre de Dios; el de Santa Teresa, el cual alberga la oficina de turismo, la parroquia, y el Ayuntamiento; y de Santo Domingo. A su vez, el hospital de San Juan se erige como otro punto de interés. Construido por orden del duque de Lerma en 1613, este edificio servía para la atención y cuidado de los pobres y enfermos. Hoy en día, alberga el Centro de Interpretación del Medievo, donde los visitantes pueden aprender sobre la historia y el patrimonio de la región.
Por otro lado, Lerma también es un destino rural ideal para los amantes de la naturaleza. Así, el entorno que rodea a la villa ofrece múltiples oportunidades para el turismo activo. La Ribera del Arlanza, con sus paisajes fluviales y senderos, es ideal para la práctica del senderismo y el ciclismo. Además, los viñedos y bodegas de la región permiten a los visitantes conocer de cerca la producción de vinos, en particular el vino de la Denominación de Origen Arlanza, que suma un atractivo más a la visita.
Cómo llegar
Desde Burgos, el viaje es de alrededor 25 minutos por la carretera A-1. Por su parte, desde Valladolid el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 25 minutos por las vías A-62 y N-622.