Fuerteventura, conocida por su carácter volcánico, es un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza. La isla ofrece una mezcla única de pintorescos pueblos y paisajes naturales deslumbrantes que capturan la atención de todos los visitantes. Los impresionantes parajes volcánicos y la diversidad geológica de la isla la convierten en un destino ideal para explorar la belleza natural y disfrutar de la tranquilidad de sus rincones más remotos.
De este modo, en la costa oeste de la isla se ubica uno de los tesoros geológicos más impresionantes de las Islas Canarias. Se trata de las cuevas de Ajuy, un paraje declarado Monumento Nacional que no solo ofrece vistas espectaculares del océano Atlántico, sino que también proporciona una ventana única a la historia geológica de la región.
Un tesoro geológico de millones de años
Las Cuevas de Ajuy son únicas en el mundo gracias a que en ellas se ubican las rocas más antiguas de Canarias, con una antigüedad que oscila entre los 100 y 150 millones de años, del periodo Cretácico. Este fenómeno geológico es excepcional, considerando que la formación de Fuerteventura se data en unos 30 millones de años. Las cuevas muestran sustratos sedimentarios formados en las profundidades oceánicas, permitiendo a los visitantes observar directamente los estratos de tiempos prehistóricos.
Acceder a las Cuevas de Ajuy es como emprender un viaje al pasado. El recorrido hacia las cuevas atraviesa una duna fosilizada y pasa por antiguos hornos de cal, utilizados en siglos pasados para la producción y exportación de cal, un material fundamental en la construcción de la época. Estos hornos, situados estratégicamente para embarcar la cal directamente al mar, son un testimonio del ingenio y la habilidad de los habitantes históricos de Ajuy. A su vez, también se pueden disfrutar de unas vistas maravillosas de toda la costa acantilada desde su mirador situado a 20 metros de altura.
Este maravilla natural se ubica en la localidad con el mismo nombre, al norte del pueblo de Pájara. Se trata de un pintoresco pueblo marinero que complementa perfectamente la experiencia geológica de las cuevas. Con sus pocas decenas de casas, Ajuy ofrece una atmósfera tranquila y auténtica. Los visitantes pueden disfrutar de la gastronomía local, basada en pescado fresco, y relajarse en la playa de arena negra, una característica distintiva de la región.
Otros encantos en los alrededores
En las cercanías de Ajuy, la biodiversidad es otro de los atractivos destacados. El palmeral canario de la Madre del Agua y el Barranco de Las Peñitas son ejemplos de la riqueza natural que rodea a esta zona. Los senderos que recorren estos parajes permiten a los visitantes explorar la flora y fauna local, con una diversidad que incluye especies autóctonas y una vegetación exuberante adaptada al clima árido de Fuerteventura.
Igualmente, destacan también las piscinas naturales de Aguas Verdes, ubicadas a pocos kilómetros de estas cavidades. Situadas en el pueblo de Betancuria, estas pozas vírgenes se encuentran al borde del mar y abarcan una extensión de hasta seis kilómetros. Este enclave es producto de la erosión del mar sobre la roca volcánica, que ha ido creando una serie de charcos y piscinas a lo largo de más de seis kilómetros de costa.
A su vez, el entorno no solo ofrece un paisaje espectacular, sino también una excelente oportunidad para disfrutar de un baño en aguas tranquilas y cristalinas. Así, se puede gozar de un momento completo de paz, que solo se interrumpe con el constante ruido de las olas chocando con la roca.