Vidrà es un pequeño municipio en el corazón de la comarca de Osona, provincia de Girona, que destaca por su entorno natural y montañoso. Rodeado de la sierra de Milany y Santa Magdalena, que forman parte del pre-Pirineo, y de la cordillera Transversal, este pueblo se presenta como un destino singular de Cataluña. Esta localidad de poco más de 34 km² está formada por el núcleo de Vidrá, la Creo de l’Arc y el vecindario de Ciuret. Todo el término está incluido dentro del PEIN (Plan de Espacios de Interés Natural).
A pesar de no ser un lugar demasiado grande, alberga numerosas joyas naturales y culturales. El paisaje que posee es impresionante, desde algunas de sus cimas se puede contemplar la Bahía de Roses, las Cordilleras del Cadí o el santuario de Bellmunt, que se alza sobre escarpadas rocas. Cuenta con la posibilidad de realizar varias rutas, con una de las cascadas más bonitas del país y con varios castillos.
Una ruta por un bosque de hayas y robles
España alberga numerosas cascadas y saltos de agua gracias a su compleja orografía. Algunas destacan por espectacularidad, otras por sus increíbles paisajes, pero el Salt del Molí puede presumir de ambas y de poseer una ruta preciosa que nos acerca hasta él. Es un camino sencillo, ideal para hacer con la familia y que cuenta con un premio final: una poza donde poder bañarse y refrescarse.
La travesía comienza en frente del polideportivo del municipio de Vidrà, donde un sendero muy bien señalizado guía hasta el espectacular salto. El camino avanza por una pista forestal ancha y fácil. A los pocos metros, hay una granja de vacas y habrá que seguir avanzando hasta dar una depuradora, tal y como apunta el portal mochila en la espalda. A partir de este punto, el paisaje cambia y el camino se torna más verde, más “natural” y más estrecho. Hay que coger un desvío hacia la izquierda donde hay una señal que indica Salt del Molí pel pont romànic. La zona cada vez tiene más vegetación y el sendero es más serpenteante hasta llegar a un espacio al lado del río Ges.
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Puede que esta parte del trayecto, sea la más espectacular. El verde envuelve al caminante y ofrece la posibilidad de refrescarse un poco en el río. En esta zona hay que cruzar al otro lado por un puente de estilo románico. El último tramo antes de llegar al Salt del Molí es un poco más complicado, ya que hay una pequeña pendiente. Pero, pronto, la impresionante vista a esa cascada hace olvidar el miedo que se haya podido pasar. Esta impresionante vista deja sin habla al aventurero.
El Salt del Molí
Con sus impresionantes 20 metros de caída, el Salt del Molí se presenta como impresionante a ojos del viajero. Vale la pena sentarse a sus pies, en algunas de las múltiples rocas que se encuentran, y disfrutar del espectáculo. En épocas estivales o primaverales, también ofrece la posibilidad de darse un baño. La magia de acudir en invierno es que el agua puede estar congelada.
Cómo llegar
Para ir desde Barcelona hasta Vidrà habrá que dirigirse dirección Sant Quirze de Besora por la C-17 y luego coger la salida a C-17z hasta esta localidad. El viaje de hora y media aproximadamente.