El pequeño pueblo dentro de un parque rural y al borde del océano

Una de las joyas escondidas de la isla de Tenerife

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Taganana (Shutterstock)
Taganana (Shutterstock)

Si por algo se conoce a Tenerife, esa isla del Atlántico que alberga una amplia gama de paisajes y climas, es por poseer un poco de todas las Islas Canarias. Situada bajo la imponente sombra del Teide, el famoso volcán de 3.718 metros de altura, ofrece una diversidad natural que atrae tanto a turistas como a residentes. En la época invernal, los visitantes de Tenerife tienen la oportunidad singular de nadar en el océano Atlántico, disfrutando del clima cálido, mientras que a pocos kilómetros pueden observar la cima del Teide cubierta de nieve. Esta variedad climática es lo que la diferencia del resto de compañeras de archipiélago.

El norte de Tenerife, menos frecuentado por el turismo masivo que caracteriza al sur de la isla, es un espacio dominado por paisajes naturales y playas salvajes. Sus arenales están compuestos por arena volcánica y su oleaje es de moderado a fuerte. A diferencia de las playas del sur, estas están mucho menos concurridas, por lo que mantienen un entorno más virgen y menos alterado por la intervención humana.

Parque Rural de Anaga

La magia del norte de la isla nos brinda enclaves tan espectaculares como el Parque Rural de Anaga, declarado Reserva de la Biosfera. Con cerca de 14.500 hectáreas, se extiende sobre una vasta área en el extremo noreste de la isla y abarca zonas de los municipios de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife y Tegueste. Este paisaje natural está cubierto por un denso manto verde de laurisilvas, de bordes afilados y barrancos profundos, que se van abriendo hueco ladera abajo.

Un caserío en el corazón del Parque Rural

Taganana (Shutterstock)
Taganana (Shutterstock)

En el interior del Parque Rural de Anaga destaca, por su pintoresco contraste de colores, un pequeño pueblo, Taganana, que con sus blancas en medio de verdes montañas, llama la atención de cualquiera que se acerque a visitarlo. Rodeado por playas vírgenes y formaciones rocosas que emergen a pocos metros de su costa, es un destino que atrae a los visitantes interesados en la naturaleza y la belleza rural. Este municipio, disperso en el intrincado territorio del parque, ofrece una experiencia única lejos del bullicio urbano.

Este caserío es uno de los primeros asentamientos establecidos por los conquistadores castellanos. Destaca tanto por su valor histórico como por el entorno natural en el que se encuentra, en el nordeste de la isla de Tenerife. Su relevancia histórica es evidente a través de sus dos Bienes de Interés Cultural: la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves y la ermita de Santa Catalina. Ambos son testigos del legado cultural y arquitectónico que caracteriza al lugar.

El núcleo de la población se encuentra a media altura sobre el nivel del mar, con vistas a los roques (las formaciones rocosas que sobresalen del mar) en forma de picos. En el entorno del caserío, la riqueza natural del macizo de Anaga muestra su magnífica belleza en forma de frondosos bosques de laurisilvas, playas prácticamente vírgenes y esas rocas espectaculares.

Cómo llegar

Los accesos principales son a través de la carretera TF-12 por las Mercedes, desde La Laguna y por San Andrés también podremos llegar por esta vía.

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