En el corazón de Costa Brava, en la comarca de las calas y los acantilados, se encuentra este pequeño paraíso junto al mar, donde las tradiciones históricas y culturales aún se mantienen intactas. Hablamos del Bajo Ampurdán, una región gerundense de casas bajas uniformes, con fachadas blancas y tejados rojizos en contraste con el azul turquesa de las aguas mediterráneas.
Palafrugell, con una población censada de 23.000 habitantes, es el municipio más poblado de esta comarca. La villa de Palafrugell es el centro del municipio que comparte con los núcleos rurales de Santa Margarida, Ermedàs y Llofriu. El litoral de este territorio abarca 12 kilómetros en los que se enclavan los pintorescos pueblos de Calella de Palafrugell, Llafranc y Tamariu. Estas pequeñas localidades destacan por sus rocas, acantilados, playas y rincones escondidos.
Calella de Palafrugell
Calella es uno de los pocos pueblos de la Costa Brava que aún conserva esa esencia y encanto que se respiraba en los municipios de la zona antes de que llegara el turismo de masas: calles estrechas y casas blancas con contraventanas de tonalidades verdosas y azuladas. Todavía se hallan también algunas viviendas tradicionales de pescadores de dos plantas. Esta antigua aldea está situada en una costa rocosa salpicada de pequeñas caladas.
Uno de sus arenales más conocidos y familiares es la playa de Canadell. Con una longitud de 200 metros y unos 27 de ancho de arena granulada. Galardonada con la bandera azul, el entorno está repleto de servicios. Forma un bonito conjunto junto al paseo y los antiguos porches coloridos de los pescadores. Otras playas conocidas son la del Port-Bo, la Platgeta, Port Pelegri o Sant Roc.
Llafranc
La bahía de Llafranc, reconocida por encanto y belleza natural, se consolida como uno de los destinos más prestigiosos de esta comarca. La playa del municipio, protegida por la montaña de Sant Sebastiá, es el principal polo de atracción turística gracias a su extensión, carácter familiar y ambiente acogedor. El paseo de Cipsela es un corredor que agrega un atractivo adicional a la amplia playa del municipio, tiene una oferta diversa de restaurantes, bares y tiendas. El lugar destaca por las actividades y servicios disponibles y por su belleza natural.
Frente al centro del núcleo urbano se extiende la playa que lleva el mismo nombre con una extensión de 330 metros y con dos zonas diferenciadas. La más cercana al pequeño puerto de la zona está llena de embarcaciones varadas en la arena. La otra la ocupan los bañistas, con 40 metros de ancho, ofrece un espacio de arena fina.
Tamariu
Este pueblo es el más pequeño y tranquilo de tres. Esta antigua villa de pescadores tiene un aspecto casi virgen debido al paisaje que le protege, cubierto de rocas y densa vegetación. Su núcleo urbano está compuesto por un conjunto de calles estrechas y su costa, en cambio, de calas de aguas profundas y transparentes.
La playa principal es tranquila y familiar, sobre ella encontramos el paseo marítimo repleto de bares y restaurantes. Al final del extremo sur de este arenal está la cala Els Liris, rodeada de rocas y acantilados con una barraca centenaria.