Desde las doradas arenas de la Costa del Sol en Andalucía hasta las paradisíacas calas de las Islas Baleares y la salvaje costa atlántica de Galicia, el litoral español ofrece un conjunto natural que lo convierte en uno de los destinos turísticos más deseados del verano. Las playas de nuestro país son conocidas en todo el mundo gracias a sus encantos únicos, pues muchas de ellas no solo ofrecen pasar un día agradable en la arena, sino que muestran entornos naturales que son difíciles de encontrar en otra parte del mundo.
Además, otras de las características por las que destacan es por su extensión, pues a la vez que se pueden encontrar pequeñas y recónditas calas, también se pueden disfrutar de arenales con varios kilómetros de distancia. En este sentido, la playa de Doñana, Huelva, puede presumir de ostentar el título de la playa más larga de España gracias a sus 28 kilómetros de longitud. Este arenal se enclava en el Parque Nacional y Natural de Doñana, ofreciendo un paisaje que combina dunas móviles, marismas y pinares.
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Un espacio único
Uno de los aspectos más destacados de esta playa es su estado prístino. Al estar incluida dentro de un parque nacional, la actividad humana está estrictamente regulada para preservar su pureza y biodiversidad. Esto implica que no hay construcciones ni infraestructuras turísticas invasivas a lo largo de su extensión, ofreciendo a los visitantes una experiencia de conexión directa con la naturaleza. Pasear por la playa de Doñana es adentrarse en un espacio prácticamente virgen y salvaje, donde los protagonistas son el viento, el mar y las aves.
El valor ecológico de la playa de Doñana es incalculable. Este litoral sirve como lugar de cría para numerosas especies de aves migratorias y locales. Entre las especies más emblemáticas que se pueden avistar en este enclave se encuentran el águila imperial ibérica y el flamenco rosa, que encuentran en las marismas y dunas un espacio ideal para alimentarse y reproducirse. Además, esta zona es un área crítica para la conservación del lince ibérico, una de las especies más amenazadas del mundo, lo que subraya aún más la importancia de su conservación.
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Un complicado acceso
A pesar de su carácter protegido, la playa de Doñana está abierta al público, aunque con ciertas limitaciones. Los visitantes pueden acceder a ella a través de senderos y rutas controladas que permiten disfrutar de este enclave natural sin causar impactos significativos.
Así, tal y como señala el portal web de turismo de Andalucía, el acceso a la playa es tan solo posible “a pie desde Matalascañas o cruzando en barcaza el río Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda”. Cabe destacar también, que dado su carácter aislado y protegido, el arenal no cuenta con ningún tipo de servicios de restauración y aseos como se pueden encontrar en otras playas de Huelva.
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Por otro lado, en la visita al arenal, el viajero puede aprovechar también para visitar el parque en su conjunto a través de las visitas guiadas que se hacen. Estas ofrecen una oportunidad para conocer de primera mano la rica biodiversidad y los ecosistemas complejos que conforman la playa y sus alrededores. De hecho, los guías especializados proporcionan información detallada sobre la historia natural del lugar y las especies que lo habitan, haciendo de la visita una experiencia educativa y enriquecedora.