En el corazón del Mediterráneo, una amplia albufera se despliega en forma de semicírculo, como un mar dentro del mar o dentro de la tierra. Con una extensión de 135 km² de agua salada, el Mar Menor no pertenece propiamente al mar ni a la tierra, sino que se presenta como un espacio intermedio que ha sido, durante décadas, una de las joyas turísticas de la costa española. En este sentido, se trata de uno de los portentos orográficos de Europa y el más grande de su tipo.
El Mar Menor cuenta con salinas, arenales, espacios abiertos e incluso islas volcánicas, formando un impresionante catálogo de encantos naturales. Este rincón mágico es hogar permanente o temporal de una gran variedad de especies, incluyendo el vistoso flamenco rosa. El ecosistema, típico de las lagunas costeras, presenta fondos limosos o arenosos que son esenciales para una multitud de pequeñas criaturas.
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Historia de El Mar Menor
Lo que ahora conocemos como El Mar Menor fue, durante sus primeros años, una laguna. De hecho, hace diez millones de años, era una gran bahía abierta al Mar Mediterráneo. Movimientos tectónicos y de formación de montañas depositaron sedimentos a través de los ríos del Campo de Cartagena, dando lugar a volcanes submarinos que emergieron como las islas que hoy conocemos por el nombre de Grosa, Mayor o del Barón, Perdiguera, Ciervo, Sujeto y Redonda. De esta misma manera surgió el monte El Carmolí.
En este sentido, la laguna que hoy conocemos como Mar Menor se formó en la era del Cuaternario, hace aproximadamente dos millones de años, sobre una bahía que se extendía desde el actual Cabo de Palos hasta El Mojón, en San Pedro del Pinatar. Las corrientes marinas arrastraron arena que se acumuló en los islotes y promontorios volcánicos del litoral, conformando el largo y estrecho brazo conocido como La Manga. Desde entonces, el Mar Menor se comunica con el Mediterráneo a través de una serie de canales naturales, conocidos como golas, que permiten la renovación de sus aguas.
El grave estado actual de El Mar Menor
En la actualidad el Mar Menor está atravesando una grave crisis medioambiental. De hecho, está a tan sólo un paso del colapso por contaminación. Esta crisis ha sido provocada por vertidos agrícolas, urbanísticos e industriales. En este contexto, los nutrientes provenientes de los fertilizantes han generado proliferaciones masivas de algas y han reducido drásticamente los niveles de oxígeno en el agua, lo que ha provocado la muerte masiva de peces y moluscos.
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Además, los episodios de lluvias torrenciales y las malas prácticas de gestión han agravado el problema, provocando un aumento aún mayor de las contaminaciones. Las aguas turbias y las acumulaciones de materia orgánica en descomposición han afectado no solo a la fauna y flora, sino también al turismo y a las actividades pesqueras, pilares económicos de la región. Pese a las medidas y promesas de recuperación, la falta de acciones efectivas y coordinadas sigue poniendo en riesgo este valioso enclave natural