Fue el uno de enero de 1999, cuado después de cinco años de negociaciones y batallas en el campo administrativo, Marchamalo dijo adiós a la tutela de la ciudad de Guadalajara y logró abrazar la independencia. Era el fin de un camino que llevaba años haciendo.
El sí lo obtuvo en noviembre de 1996, a través de un referéndum que arrojó un resultado favorable a la emancipación del municipio con casi un 83% de los votos. A día hoy de hoy, 25 años después de haber logrado ser oficialmente independiente, su población, de 8.568 personas, casi ha duplicado a la de 1999.
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El crecimiento poblacional de Marchamalo
Marchamalo obtuvo su autonomía administrativa con una población de 4.250 habitantes, convirtiéndose en la quinta localidad de la provincia por número de habitantes. Actualmente, 25 años después, el municipio ha duplicado su población, siendo la sexta localidad más poblada de Guadalajara, después de la capital, Azuqueca de Henares, Alovera, El Casar y Cabanillas del Campo.
Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), Marchamalo cuenta hoy en día con una población de 8.568 personas censadas, 4.318 más que hace 25 años.
Así, según una nota emitida por el Ayuntamiento de la localidad, el crecimiento poblacional será algo que acompañará a Marchamalo durante el año 2024. Desde la administración aseguran que esto se debe al esfuerzo comunitario por llegar a ser lo que siempre soñaron.
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Qué ver en Marchamalo
Situado a sólo cuatro kilómetros de la capital de la provincia, en la Comarca de la Campiña de Henares, Marchamalo ha aprovechado su proximidad para modernizar su infraestructura y ofrecer servicios comparables a los de la capital vecina. El río Henares bordea uno de sus lados, aportando un aire fresco que disfrutan quienes recorren sus calles llenas de historia. Entre sus construcciones representativas destacan la Picota, símbolo de la lucha de los marchamaleros por decidir su futuro, y el Palacio de Ramírez de Arellano, del siglo XVI.
En la plaza del pueblo se encuentra la Iglesia de la Santa Cruz, una construcción de estilo mudéjar toledano del siglo XVI, erigida sobre los restos de otra anterior. La Ermita de la Soledad, del siglo XVII, es la única ermita que permanece en pie en el término municipal.
Los alrededores de Marchamalo albergan vestigios históricos que destacan la importancia del municipio. En la zona conocida como El Tesoro se han hallado numerosas monedas y restos cerámicos de la época romana, evidenciando la actividad económica de antaño. Además, se han identificado restos de una gran necrópolis y asentamientos cercanos, lo que subraya la relevancia del área en tiempos antiguos. En el paraje de San Sebastián, se pueden observar los restos de un alfar romano, que ofrecen una visión del pasado industrial de la región.