Si pensamos en el Algarve se nos viene a la mente sus playas paradisíacas, sus interminables arenales o sus acantilados dorados. Sus más de 150 kilómetros de litoral le han convertido en uno de los destinos más visitados del mundo. Sin embargo, esta región esconde más tesoros, entre los que se encuentra Silves, un pequeño pueblo de pasado árabe incluido en el distrito de Faro.
Este pintoresco municipio se extiende desde la sierra hasta el mar, dejando a su paso diferentes paisajes. Le rodean campos silvestres donde crecen limoneros y naranjos y que en primavera desprenden ese intenso olor a azahar.
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Silves ha sido una localidad poblada desde la prehistoria y ha pasado por los mandos de fenicios, griegos, romanos, visigodos y fue conquistada por los musulmanes en siglo VIII. Llegó a ser la ciudad más importante del antiguo reino árabe del Algarve y su capital durante los siglos IX-XII, como apunta la web Visit Portugal. Fue una importante fortaleza y centro de comercio.
Desde ese sólido castillo de color rojo que caracteriza a esta población, los árabes defendían toda la región. Asimismo, desde su puerto zarpaban embarcaciones por el río Arade para comerciar con el norte de África. Reminiscentes de esta época son sus calles estrechas, sinuosas y adoquinas, un trazado urbano típico de estos tiempos.
Aunque hoy en día Silves sea tranquila y relajada, muy alejada de aquellos tiempos bárbaros, aún podemos ver restos de ese ilustre pasado dispersos por toda la localidad, como su imponente Castelo de Silves, las puertas sólidamente fortificadas y la catedral gótica.
Castillo de Silves, el monumento militar islámico más imponente
El Castillo de Silves es el monumento militar islámico más imponente de Portugal. Esta fortaleza, de la que destacan sus torres y murallas estratégicamente ubicadas en una colina de la sierra de Monchique, sigue siendo un punto de interés tanto histórico como turístico. Su principal función antaño era la de vigilar y defender el territorio aprovechando esa posición elevada. Hoy en día es esta altura la que nos brinda las mejores vistas panorámicas de los campos de naranjos que rodean al río Arade.
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Probablemente, los árabes construyeron este castillo sobre los restos de una fortificación romana de los siglos IV o V. Además de la estructura principal, este monumento está rodeado por dos murallas, aunque actualmente tan sólo se conservan algunos restos. Dentro del castillo, los visitantes pueden explorar la antigua alcazaba árabe y descubrir dos cisternas, una de las cuales, según se cuenta, posee un pasadizo que la conecta directamente con el río.
Catedral de Silves
Desde el mirador del castillo, no tardamos en divisar la cruz y el campanario de la catedral de Silves. La fachada blanca presenta un aspecto desgastado, indicando el tiempo que lleva soportando el vaivén de las civilizaciones que han pasado por esta región portuguesa. El edificio fue erigido en el siglo XIII con fondos de los Caballeros de la Orden de Santiago, sobre los restos de la Gran Mezquita de Silves, conservando su estilo gótico incluso después de las reconstrucciones que se llevaron a cabo tras el terremoto de Lisboa en 1755.
En su interior encontramos tumbas de antiguos obispos y caballeros cruzados que lucharon en la Reconquista. Además, presenta un diseño gótico resaltado por arcos y arquivoltas rojizas de piedra arenisca, que enriquecen su estética y su valor histórico.
Callejear y disfrutar del ambiente portugués
A pesar de las múltiples opciones culturales que Silves nos ofrece, el mejor plan que ofrece, sin duda, es caminar sin rumbo por sus múltiples callejuelas en las que encontraremos cafés al aire libre y podremos disfrutar de un ritmo pausado de vida y un ambiente portugués característico.
Las viviendas de la parte alta de este pueblo resaltan por el colorido de sus macetas repletas de flores y los tonos llamativos de sus dinteles y marcos, como indica la web Condé Nast Traveler. En algunas de las antiguas puertas de maderas aún podemos observar escudos y símbolos de otra época.
Arte urbano
La plaza de Al-Mutamid Ibn Abbad es una de las plazas más emblemáticas de Silves, rodeada de árboles y presidida por una fuente decorada con esculturas de personas que habitaron la población durante la época de dominio árabe. Cada figura está labrada con un tipo de piedra diferente. Aunque, los grandes protagonistas son los dos murales que decoran las fachadas de uno de los edificios, en los que se ilustra el paso de los musulmanes y cristianos.
Silves también destaca por una iniciativa artística: la mayoría de las cajas de luz están pintadas con los temas más diversos, desde aves y mariposas hasta monumentos y escenas rurales.
Cómo llegar
Silves se encuentra a 25 minutos en coche del norte de Portimāo y además está situada a 45 minutos del aeropuerto de Faro. También hay autobuses disponibles desde Albufeira y Lagos. Se recomienda dejar el coche en el aparcamiento que está en el sudoeste de la localidad, ya que es prácticamente imposible llegar al centro histórico con él.