Uno de los pueblos abandonados más impresionantes de España: tiene un balneario natural y solo se puede llegar a pie

La villa quedó anegada tras la construcción del embalse de Yesa, aunque ahora se pueden disfrutar de los restos arquitectónicos que se dejaron atrás

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El pueblo español abandonado al que solo se puede llegar a pie y tiene un balneario natural.

Durante las décadas de 1950 y 1960, en una España bajo el régimen franquista, se implementó una ambiciosa estrategia nacional de desarrollo hidrográfico que implicó la construcción de numerosos embalses a lo largo del país. Este programa gubernamental no estuvo exento de consecuencias sociales, ya que la creación de estas infraestructuras hídricas llevó a la expropiación y posterior desalojo de diversas comunidades, cuyas localidades quedaron catalogadas como zonas inundables.

Como resultado, varios pueblos fueron abandonados, quedando a expensas de la naturaleza y transformándose en escenarios cargados de misterio y atractivo para la curiosidad de visitantes. Con el tiempo, estas villas olvidadas han emergido como destinos turísticos de gran valor histórico y cultural. Entre sus ruinas y calles despobladas, los visitantes tienen la oportunidad de explorar y reconstruir las historias y formas de vida que una vez animaron estos lugares.

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Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta transformación es el pueblo de Tiermas, situado en la provincia de Zaragoza, cerca del límite con Navarra. Su abandono fue acelerado tras la edificación del embalse de Yesa en 1960, fenómeno que también afectó a los municipios cercanos de Escó y Ruesta. Hoy, Tiermas se distingue por su inconfundible carácter rural y su poética belleza, ofreciendo a sus visitantes una experiencia única en el corazón de una naturaleza que reclamó su espacio sobre la historia humana.

1.500 personas expropiadas

Tiermas, en Zaragoza (ShutterStock).
Tiermas, en Zaragoza (ShutterStock).

El desarrollo del embalse de Yesa, concebido como solución al requerimiento de recursos hídricos en el sur de Navarra y la comarca de Las Cinco Villas en Zaragoza, tuvo un alto costo social y cultural. La construcción de esta presa sobre el río Aragón provocó la expropiación forzosa de unas 1.500 personas, cuyas residencias quedaron sumergidas bajo las aguas acumuladas. Años después de este suceso, únicamente persisten algunas estructuras, envueltas por una naturaleza que ha reclamado su espacio.

La exploración de estos vestigios sumergidos promete una experiencia singular, si bien el acceso está limitado a desplazamientos peatonales desde la antigua carretera hacia Jaca, donde un desvío específico señala el inicio del trayecto hacia las ruinas del pueblo. Entre las edificaciones que aún se mantienen en pie, destaca la iglesia de San Miguel, cuya torre emerge entre el paisaje como testigo silente del pasado.

No obstante, su cúpula colapsó, llevándose consigo valiosas obras de arte que adornaban su interior. Este emblemático templo figura actualmente en la Lista Roja del Patrimonio, un registro elaborado por la asociación Hispania Nostra, que subraya la importancia de salvaguardar los pocos vestigios que resisten el paso del tiempo y la naturaleza.

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Una muralla y un balneario

Tiermas, en Zaragoza (ShutterStock).
Tiermas, en Zaragoza (ShutterStock).

El recorrido por la villa no solo ofrece una inmersión en la naturaleza, sino que también permite descubrir vestigios de su pasado medieval, evidenciado por los restos de la muralla que alguna vez protegió la localidad. Entre las reliquias arquitectónicas se destaca el Portal de las Brujas, antigua puerta que servía de acceso al corazón de la villa. Junto a esta, emerge como figura preponderante el Hotel Balneario Infanta Isabel, una construcción que, en su época de esplendor, fue sinónimo de lujo y bienestar gracias a las propiedades curativas de las aguas termales de la región.

El complejo, que se extendía a través de dos edificaciones de tres niveles unidas por una pasarela de madera, representa uno de los hitos arquitectónicos del lugar. Adicionalmente, la localidad ofrece un fenómeno particular cuando el nivel del agua decrece, permitiendo que parte de ella resurja temporalmente del embalse.

Este suceso ocurre específicamente durante los meses de septiembre y octubre, al finalizar el ciclo de riegos, momento en el cual el embalse se encuentra en su nivel más bajo. Durante este lapso, el entorno se transforma en un balneario natural único, atrayendo a turistas que buscan experimentar el placer de sumergirse en aguas cálidas, alcanzando temperaturas superiores a los 40 °C, en un marco incomparable que fusiona historia, arquitectura y naturaleza.

Cómo llegar

Desde Zaragoza, el viaje es de alrededor de 2 horas y 10 minutos por las vías AP-68 y AP-15 (hay peajes). Por su parte, desde Pamplona el trayecto tiene una duración de casi 40 minutos por la vía A-21.

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