Situada a 50 kilómetros de Ávila y conocida como la ciudad de los cinco linajes, esta localidad castellana, cobijada por los ríos Arevalillo y Adaja, es reconocida tanto por su historia, como por el carácter típicamente medieval de sus calles.
Así, fue la reina Isabel la Católica quien elevó este pueblo a la categoría de leyenda. El casco urbano del municipio, distinguido por un conjunto de plazas de carácter mudéjar, se erige como testigo de su pasado histórico. La plaza Mayor, por la que en algún momento caminó la monarca, es el epicentro de la actividad. A día de hoy alberga la imponente iglesia de Santo Domingo de Silos y sirve como acceso clave a la muralla.
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El emblemático arco de la Cárcel o de Alcocer, que antiguamente demarcaba la separación entre el núcleo urbano y el arrabal, alguna vez funcionó como prisión real. En la actualidad ofrece la oportunidad de explorar sus antiguas estancias, accesibles desde la plaza Real, donde también se encuentra el Museo del Cereal, la Oficina de Turismo y una estatua dedicada a Isabel la Católica.
El castillo de Arévalo
El castillo es uno de los monumentos más destacados del municipio. En este sentido, y siendo también conocido por el nombre del Castillo de los Zúñiga, esta construcción tiene su origen en el siglo XI. Fue el rey Alfonso XI quien otorgó fuero a la villa de Arévalo. En un primer momento, este empezó a depender de la Corona de Castilla, motivo por el que era habitual ver a distintos personajes de la familia Real por la localidad.
Ahora bien, fue en el siglo XIV cuando se dio a conocer la existencia del Castillo de Arévalo y lo que constituyó a esta localidad como un rincón reservado para la nobleza. A lo largo de cinco siglos, este baluarte desempeñó múltiples funciones que lo convirtieron en un testigo vivo de la historia. Desde servir como residencia real para Juan II e Isabel de Portugal, padres de Isabel la Católica, hasta alzarse como morada de la nobleza, prisión e incluso cementerio.
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Sin embargo, su destino dio un giro inesperado en 1952. Fue en ese entonces cuando lo transformaron en un granero de gran magnitud, con una capacidad para almacenar más de un millón de kilos de cereal. Desempeñó esta función durante un período de 24 años. Hoy en día, este singular castillo-silo, único en el mundo, ha sido configurado como un espacio reservado para rendir homenaje al sector agrícola. Así, en su interior acoge una exposición sobre la historia de la agricultura en España.
Isabel la Católica, la vecina más querida de la zona
La reina Isabel la Católica dejó una huella imborrable en la historia y en el corazón de Arévalo, donde encontró un refugio para su infancia y juventud. Apodada cariñosamente como la “Señora de Arévalo”, la monarca vivió algunos de los momentos más importantes de su vida en esta villa castellana.
El recuerdo de la reina perdura en varios rincones de la zona, pero ningún lugar es tan emblemático como el Arco del Alcocer. Aquí se erige la estatua conocida como “la Isabelilla”. Este arco, el único vestigio que queda de la muralla que rodeaba Arévalo, sirve como acceso monumental al casco histórico, recordando el legado eterno de monarca.