Viajar en avión puede ser una de las cosas más placenteras que existen, pues ese momento en el que sabemos que empieza nuestro viaje soñado, o también se puede convertir en una verdadera pesadilla. Esto puede ser por diversos factores, como la incomodidad de los asientos o el mal comportamiento de los pasajeros. Sin embargo, también puede ser como consecuencia de llevar animales, algo que está en constante debate por si se debe permitir su acceso o no.
En este sentido, una pasajera que volaba con la aerolínea Delta Air Line, desde Tampa, Florida, a Salt Lake City, Utah, fue expulsada del avión junto a su perro debido a que este no paraba de ladrar. Este acto fue elogiado por otros viajeros en sus redes sociales y explicaron que “durante el embarque, una señora se sube con un perro pequeño en un transportín. Este pobre perro ladra constantemente. Algunas personas alrededor de mi asiento hicieron un comentario acerca de “no poder dormir”.
Ante esto, la dueña respondió al viajero que “para eso están los auriculares”, por lo que el hombre llamó inmediatamente al auxiliar de vuelo para comunicarle que “no puede viajar cuatro horas con este perro porque claramente está en peligro”. Unos minutos más tarde, los trabajadores escoltan al perro y a la señora fuera del avión. “Seguro que todos necesitan llegar a su destino, pero torturar a su perro y a todos los demás no está bien”, asegura el viajero.
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Un perro que babeaba
Esta no es la primera vez que pasa algún altercado con perros en un avión. En un vuelo de Singapore Airlines, una pareja ha pedido que le reembolsen los billetes de avión para su vuelo de París a Singapur porque estaban sentados junto a un perro que se tiraba pedos, babeaba y “resoplaba” durante un vuelo de 13 horas.
Tal y como recoge el portal Business Insider, la “pareja dijo que compraron dos asientos en clase económica premium en un vuelo de Singapore Airlines, pero terminaron cambiando a clase económica porque estaban sentados junto al perro de otro pasajero que estuvo babeando y tirando pedos durante todo el viaje. Además, señalaron que no les informaron que iban a estar sentados junto a un perro antes del vuelo”, detallan.
“Escuché este ruido: un fuerte resoplido. Pensé que era el teléfono de mi marido, pero miramos hacia abajo y nos dimos cuenta de que era el perro respirando”. Para colmo, la pareja tuvo que soportar al animal tirándose pedos a mitad del vuelo y a ocupar el espacio para las piernas del marido.
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La compañía aseguró a la pasajera que se comunicaría con ellos justo después de aterrizar, sin embargo, la aerolínea tardó dos semanas en ponerse en contacto con una disculpa y una oferta de dos vales de regalo de alrededor 70 €. Ante esto, la pareja respondió que no era suficiente para reflejar la diferencia en el valor del cambio de asiento, dijeron que la aerolínea tardó casi un mes en hacer una contraoferta: dos vales de viaje por valor de alrededor de 110 €, cantidad que sigue siendo insuficiente para ambos.