A media hora de la capital y con un color rojizo que recuerda a su pasado. La estancia en el municipio turolense de Albarracín es algo que se graba para siempre en la memoria de sus visitantes. Bien por su esencia, por sus joyas arquitectónicas o por los colores que la caracterizan, son muchas las razones que han llevado a National Geographic a escoger a Albarracín como el mejor pueblo español para visitar en el mes de abril.
Ahora, la prestigiosa revista no ha sido la única en poner el foco sobre este municipio. De hecho, la Asociación de los pueblos más bonitos de España ya le calificó como el pueblo más bonito del país. Tanto es así, que en la actualidad la UNESCO está considerando convertirlo en Patrimonio de la Humanidad. Sus callejuelas, sus monumentos, sus iglesias y su cultura son las razones que sustentan su candidatura a este prestigioso título.
El castillo de Albarracín
En el centro de la primitiva medina musulmana, sobre un impresionante peñasco, se sitúa la joya de este municipio: el castillo de Albarracín. Su impresionante belleza lo llevó a ser reconocido como Conjunto Histórico-Artístico por la UNESCO en 1961, subrayando su indiscutible valor cultural. Además, su privilegiada topografía lo convierte en uno de los miradores más singulares del paisaje aragonés.
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Así, este enclave es una pieza fundamental del sistema defensivo de la localidad. Durante sus primeros años, este imponente edificio desempeñó el papel de alcázar, razón por la cual es conocido como el Alcázar de Albarracín. Sin embargo, tras la conquista y la reconstrucción llevada a cabo por Pedro III de Aragón, su función pasó a ser otra.
Con una extensión total de aproximadamente 3.400 metros cuadrados, el recinto amurallado cuenta con hasta once torres y en sus orígenes tuvo hasta tres puertas de acceso. Dentro de sus murallas, el castillo alberga un amplio patio y diversas estructuras residenciales, entre las que destaca un aljibe de dos plantas situado bajo el patio principal. A lo largo de los años, esta emblemática fortaleza ha sido hogar de diversas poblaciones y culturas, cada una de las cuales ha dejado su huella en el lugar.
Qué más ver en Albarracín
La visita a Albarracín no se limita al castillo. Por contra, el legado arquitectónico y urbanístico de esta localidad es idóneo para disfrutar de un tiempo de calma. Cada esquina invita a la admiración, desde sus casas de tonos rojizos hasta sus puertas adornadas con llamativos aldabones, sus pequeñas ventanas con delicados visillos de encaje y sus balcones corridos de elaborada forja y madera tallada. Además, la ubicación privilegiada del pueblo ofrece unas vistas inolvidables.
La Plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento, es el mejor punto de partida para empezar a conocer a un pueblo que, si por algo se caracteriza, es por su amplia variedad de monumentos y museos de interés. Destaca la catedral, las iglesias de Santiago y Santa María, la Casa-Museo Noble de la familia Pérez y Toyuela, el Museo Municipal y el Museo Diocesano.
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Por último, para disfrutar de la naturaleza que rodea Albarracín, se recomienda pasear junto al río Guadalaviar y explorar el paseo fluvial que sigue el meandro creado por el curso del río a través del pueblo.