Enclavados en montañas, a la orilla de un río y con una arquitectura única, son muchos los castillos que inundan el territorio europeo. Estas fortalezas son la muestra viva de la historia que el continente ha vivido, siendo testigos directos de acontecimientos, batallas y sucesos que han desarrollado el devenir de Europa. A día de hoy, estas construcciones permiten descubrir todos los encantos que atesoran a través de un viaje en el tiempo a lo largo de los siglos.
En este sentido, el condado de Berkshire, en Reino Unido, acoge uno de los castillos habitados más antiguos y grandes del mundo. Estamos hablando del castillo de Windsor, una fortaleza que durante sus mil años de historia ha acogido hasta 40 reyes de la Corona británica. Esta fortaleza se ha destacado a lo largo de la historia por su arquitectura imponente y su papel central en la monarquía. Así, el castillo atrae cada año miles de visitantes de todo el mundo, interesados en explorar su rico patrimonio histórico, admirar su arquitectura y conocer más sobre la vida real.
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Mil años de historia
Fundado en el siglo XI por Guillermo el Conquistador tras la conquista normanda de Inglaterra, el castillo ha sido remodelado y ampliado a lo largo de numerosos reinados, convirtiéndose en un símbolo de la herencia y la continuidad de la Corona británica. A lo largo de los siglos, ha sido testigo de innumerables eventos históricos y ha funcionado como residencia de monarcas británicos. De hecho, fue el segundo de Europa en ser utilizado como residencia real y esta ha sido su función principal desde que en el siglo XII, Enrique I de Inglaterra comenzase a usarlo como tal.
Sin embargo, en su origen fue concebido como una fortificación defensiva, alzándose majestuosamente sobre una elevación natural del terreno, un aspecto que resalta su estratégica ubicación defensiva desde sus inicios. De este modo, la estructura que los visitantes pueden admirar hoy ha sido en gran parte reconstruida tras el devastador incendio que sufrió en 1992. Esta reconstrucción se llevó a cabo con un profundo respeto por la arquitectura original, consiguiendo una fusión armoniosa de estilos que abarcan desde lo medieval hasta toques de arte gótico renovado, pasando por las elegantes líneas del periodo georgiano y victoriano.
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Este conjunto de estilos ha dado lugar una arquitectura impresionante que deja a los viajeros con la boca abierta. Pero esto no se queda aquí, pues también destaca por albergar importantes colecciones de arte. Dentro de sus paredes se encuentran obras de arte insuperables, incluidos cuadros de Rembrandt, Rubens y Van Dyck, así como muebles finos y tapices.
Colecciones de arte y una capilla
Cabe destacar también que el recinto del castillo alberga unas dimensiones de alrededor de cinco hectáreas, en las que se puede contemplar construcciones tan emblemáticas como la capilla de San Jorge. Esta fue construida en el siglo XV y es conocida por ser el lugar de entierro de diez monarcas ingleses y por su impresionante arquitectura gótica. Igualmente, la habitación de Waterloo es otro de los espacios imperdibles.
Se trata de una estancia construida por orden de Jorge IV para conmemorar el triunfo sobre Napoleón Bonaparte en la batalla de Waterloo en 1815. Además, los apartamentos de Estado del castillo constituyen otra de sus joyas. Estas habitaciones son utilizadas de manera privada por la reina y la familia real, funcionando no solo como piezas de un patrimonio histórico y cultural, sino también como espacios vivos de la actual monarquía. Otro punto fascinante dentro del complejo del castillo de Windsor es la casa de Muñecas de la Reina Mary.
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Este elemento, elaborado con un detalle asombroso, no solo es una obra maestra de la minuciosidad y la artesanía, sino también un retrato en miniatura de la vida aristocrática de principios del siglo XX. Dentro del recinto también se encuentra la capilla memorial dedicada a Jorge VI, un espacio de profundo significado para la familia real donde descansan los restos del rey Jorge VI, su esposa, la reina madre; su hija, la princesa Margarita; así como los de la reina Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo.