Víctor Valdés fue una leyenda en el FC Barcelona. El portero formó parte del mejor equipo azulgrana de la historia, liderado por jugadores de la talla de Messi, Xavi, Iniesta, Puyol y Piqué, y con Pep Guardiola al frente. Fueron ellos quienes ganaron el sextete. Los reyes del mundo con Valdés bajos palos como su bicho raro, ese que desentonaba en la generación de oro de los culés, pero que ahí estaba, defendiendo la zaga. Una lesión de rodilla truncó su carrera. Colgó las botas para coger la pizarra y convertirse en entrenador. Con un nuevo rol, comenzó su nueva etapa dentro del mundo del fútbol, que tuvo su punto de partida en el ED Moratalaz. “Él veía el campo de fútbol como un tablero de ajedrez y a las posiciones las llamaba como a las piezas”, asegura Jesús Recio, presidente del ED Moratalaz, a Infobae España.
El portero catalán dio sus primeros pasos en el mundo del fútbol con tan solo ocho años, junto a su hermano, en las calles de L´Hospitalet de Llobregat. Sin embargo, él nunca quiso ser portero. Lloraba cada vez que se tenía que poner bajo palos, era un suplicio para él, pero poco a poco le fueron convenciendo de que valía para esa posición. “Desde los 8 hasta los 18 años, para mí jugar de portero ha sido un sufrimiento especial, constante, de algo que no me gusta hacer y que no entiendo. Me preguntaba: ¿por qué lo hago, si no me gusta?”, confesó en una ocasión. Ni los guantes ni la fama fueron nunca de su agrado, pero acabó aceptando ese destino.
Poco a poco se fue ganando la titularidad en el primer equipo del FC Barcelona. Su personalidad dentro y fuera del terreno de juego y sus dotes para defender la portería azulgrana hicieron que se convirtiera en todo un pilar del vestuario, en un futbolista con madera de capitán. Él fue quien defendió la portería durante la era dorada del Barcelona y durante el año del sextete. El guardameta llegó incluso a acumular un total de cinco trofeos Zamora y se convirtió en el mejor portero de la historia del club azulgrana. En 2013, con un palmarés envidiable a sus espaldas, decidió que era momento de poner fin a su trayectoria en el Barça y anunció que no renovaría el contrato, al que le faltaba un año para vencer. El Mónaco le esperaba con las puertas abiertas. Pero sus planes se truncaron durante un partido ante el Celta: rotura del ligamento cruzado. Fue en ese momento cuando su trayectoria dio un giro de 180 grados.
Con muletas y en transporte público, comenzó su recuperación. “Eso me sirvió para que después de muchos años volviera a tocar monedas, a saber lo que vale un viaje, a pagar un café... miles de situaciones en las que no eres consciente siendo futbolista, porque vives una vida irreal”. Tras ello, el fútbol, le dio una segunda oportunidad de la mano del Manchester United, pero ya no fue igual. De ahí paso al Standard de Lieja y luego al Middlesbrough, donde acabó colgando las botas. A partir de ese momento, se le perdió la pista al ya entonces exfutbolista. Nadie sabía qué era de él. Al fin tenía lo que siempre había deseado: una vida lejos de la fama y las cámaras. Aunque no dejó el fútbol de lado.
Sus inicios como entrenador
Fue en ese momento cuando Valdés comenzó a pensar en su nueva etapa, en su nuevo reto, y empezó a trabajar para conseguirlo. Se sacó el título de entrenador y empezó a buscar un equipo que liderar y donde debutar como técnico. Por entonces, él vivía en Madrid y quería un club en la capital. En ese momento, él tan solo podía entrar en la división autonómica, por lo que le buscaron un club que se acomodara a sus necesidades. Lo encontró, pero cesaron a la persona con la que había pactado su incorporación, aunque lejos de dejar tirado a Víctor, le buscó un nuevo equipo: el ED Moratalaz. “Fue en junio de 2018, nosotros ya teníamos la plantilla de entrenadores cerrada, pero con un caso así valoramos hacer una excepción porque vimos que era algo muy positivo”, recuerda Jesús Recio.
Le comunicaron la situación al entrenador que habían seleccionado para llevar el juvenil y le plantearon la posibilidad de que Víctor se incorporara con él al equipo y aceptó. “Funcionó bastante bien”. Respecto a cómo era Valdés como entrenador, Recio asegura: “Fue increíble. Nosotros normalmente tenemos nuestra propia metodología, pero él tenía la suya propia. Recuerdo que veía y comparaba el campo de fútbol con un tablero de ajedrez. A las posiciones las llamaba por el nombre de las piezas de ajedrez y la forma de moverse por el campo era como en el ajedrez”. Y añade: “La verdad que era bastante curioso, pero ¿no dicen que los genios están todos un poco locos?”.
Además, considera que Valdés “había mamado un estilo de juego muy reconocible en el Barcelona y dentro de lo que cabe lo intentó plasmar como entrenador”. Muchos jugadores de entonces, que compartieron vestuario con él, recuerdan aquella etapa con mucho cariño, “no todos los días te entrena un campeón del mundo”. Los jóvenes que entonces jugaban en el ED Moratalaz no eran los únicos a quienes ilusionaba tener un entrenador de la talla de Víctor Valdés. “Vino mucha prensa y también venía mucha gente que quería verle y hacerse una foto con él. Siempre venía gente por él, tanto del barrio como de otros puntos, porque la verdad es que nos contactaban de muchos sitios para venir”.
El presidente del ED Moratalaz considera que tener a Valdés como entrenador les “ubicó un poco en el mapa” e hizo que “la gente conociera el escudo”. Lo cierto es que, además de dar notoriedad al Moratalaz, como entrenador no le fue nada mal. “Estuvo una temporada y ganó la Liga de Primera División Autonómica del grupo dos. Tras ello, los campeones de las dos ligas jugaban la final, por ver quién era el Supercampeón, por decirlo así. Y ahí le ganó al Real Madrid en penaltis”. Ante el eterno rival, el equipo contra el que tantas y tantas veces se había enfrentado a lo largo de su trayectoria.
Desde de esa campaña con el ED Moratalaz, Valdés ya tenía en mente su siguiente proyecto: “Quería volver a Barcelona y le surgió la oportunidad de ir al juvenil División de Honor”. Una vez en el club que le vio crecer y alcanzar la gloria, se puso al frente de varios equipos, pero tras varias temporadas, acabó marchándose. La metodología del club azulgrana y la del exportero ya no congeniaban, él quería hacer las cosas a su manera. Y acabó aterrizando en el Horta, donde las diferencias con algunos jugadores provocaron que se marchara antes de lo esperado. Ahora, una vez más, Víctor Valdés se ha camuflado en las sombras, lejos de los focos y de la atención mediática. Aunque probablemente vuelva a salir para iniciar una nueva etapa en su vida.