La frase “el que olvida su historia está condenado a repetirla” no debe haber llegado a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) o, al menos, no a los encargados de la selección femenina. Los fantasmas del pasado han vuelto a sobrevolar Las Rozas y, otra vez, en el ojo del huracán están ellas, las actuales campeonas del mundo.
La institución, que es de todos, en ocasiones, no lo ha parecido. El caso Rubiales destapó comportamientos que eran secretos a voces dentro de la Federación. Desde prometerle un reloj a Sergio Ramos hasta intentar meter a Gerard Piqué en la lista de los Juegos Olímpicos, mientras las jugadoras luchaban por tener unas condiciones de trabajo dignas.
Todo eso que a ellos les ha venido dado, ellas se lo han tenido que ganar e, incluso, ganando no ha sido suficiente. Ni siquiera un mundial ha bastado para ocupar un lugar en los intereses de la RFEF. Todo lo contrario, la respuesta a la lucha por ser tratadas con el mismo respeto que al equipo masculino han sido castigos, de una forma o de otra.
Montse Tomé, heredera de la misma tradición que Jorge Vilda, se hizo con los mandos de la selección tras la salida del técnico. No era una cara nueva para nadie, la asturiana fue la segunda entrenadora del madrileño y, por tanto, vivió de primera mano cómo se trabaja allí. Pese a que se había presentado como una renovación, la realidad ha ido demostrando que no era así. El 19 de noviembre publicó la lista de convocadas para los amistosos ante Corea del Sur y Francia y desató la tormenta.
Ni Irene Paredes ni Jenni Hermoso. De un plumazo dejó fuera a dos de las tres capitanas que habían iniciado una revolución, solo Alexia Putellas ha logrado salir viva de ahí. No obstante, este modus operandi no ha sorprendido a ningún seguidor de la selección femenina. “Estamos cometiendo los mismos errores que durante todos estos años ha cometido otra gente y de lo que tanto nos hemos lamentado. Es una balanza, una hipocresía... una contradicción constante”, confesó Vero Boquete a Relevo en 2023.
Una víctima olvidada
La gallega es una de las voces más autorizadas para analizar la crisis de la RFEF, entre otras cosas, porque ella lo sufrió en su piel, aunque hace mucho tiempo. Con solo una palabra resumió lo que se estaba viviendo en ese momento: “Déjà vu”. Aunque muchas de las “rebeldes”, de esas “15 niñatas caprichosas”, lograran volver a la selección, Vero se veía venir que, en cualquier momento, iban a caer en el olvido.
“La gente, o quien dirige allí y quien ha tomado la decisión, cree que poniendo a un segundo o a cualquier otro seleccionador que no fuese él más o la más capacitada por meritocracia, se acaba el problema. Dicen: ‘Bueno, metemos a una persona, que además es mujer, que nos viene muy bien.’”, comentó a Relevo. “Lo que se pedía era totalmente lo contrario. No es si Montse es buena o mala. Será buenísima, pero, ¿ha pasado un proceso de selección?, ¿quién lo ha decidido, un director deportivo? (...) Es que se quitó a Quereda y se puso al que estaba en la selección sub-19. Ahora, se quita a Vilda y se pone a quien estaba allí. Creo que el fondo del problema sigue siendo el mismo y no se ha entendido”, se lamentó.
La actual jugadora de la Fiorentina femenina conoce de primera mano cómo funciona la Federación por dentro. En su día, cuando todavía contaban con ella para defender la camiseta de España, lideró las protestas contra Ignacio Quereda, el antecesor de Jorge Vilda. Después de aquello, solo volvió a vestir de rojo en una ocasión, pese a que era la capitana de aquella generación. Por el mismo camino van Irene Paredes y Jenni Hermoso.
En declaraciones a Marca, se lamentó de la situación de la capitana del Barça: “Es lamentable, vergonzoso y una falta de respeto en la que se está tratando a una jugadora como Irene Paredes. Se me rompe el corazón con lo que se está haciendo con ella. (...) Estoy reviviendo la misma situación y el mismo modus operandi que tuvieron conmigo después del Mundial de 2015″. Una reacción parecida tuvo Ana Crnogorcevic, exfutbolista del Barça, a través de sus redes sociales. “Siendo titular en el mejor club… Será por rendimiento, no? (pregunto por una amiga)”, publicó en tono irónico.
“Una seleccionadora puede prescindir de una jugadora por motivos deportivos o personales, pero la salida de la capitana y líder de una selección debe hacerse de una manera más clara, humana y profesional”, sentenció la internacional entre 2005 y 2017.
A por la cabeza de Jenni
Desde el 20 de agosto de 2023, día de la final del mundial femenino, el nombre de Jenni Hermoso quedó marcado con una cruz roja. Durante los días posteriores, desde la Federación trataron de que diera falso testimonio sobre lo que había ocurrido en la celebración. Llegaron a emitir declaraciones que ella no había dado, como confirmó en el documental de Netflix. En ese momento la prioridad no era tender la mano a su jugadora, sino salvar a Rubiales y a Vilda.
La madrileña tuvo que enfrentarse a una marea de acusaciones y de odio en redes sociales, pese a que ella era la víctima. En esos momentos, también vivió lo que era quedarse fuera de una convocatoria, pese a ser una de las líderes dentro y fuera del verde. No obstante, no ha agachado la cabeza en ningún momento y ha ido dejando mensajes en clave a través de sus redes sociales. Tras los acontecimientos actuales, la deportista subió una historia a su cuenta de Instagram en la que se leía “no vendan su alma al diablo”.
“No quiero poner la etiqueta del cambio de ciclo. No cerramos la puerta a ninguna jugadora. Todas las futbolistas que están tienen el nivel y el rendimiento para estar en la selección. En cuanto a lo que necesitamos tanto dentro del campo como fuera, estas 24 futbolistas nos lo dan”, fueron las explicaciones de Tomé para justificar su decisión.