La selección española nunca ha brillado por ser uno de los combinados nacionales más tenidos ni con más títulos. Desde que en el año 1964 La Roja se hiciera con su primera Eurocopa, no volvió a ganar ninguna competición. La máxima ronda que conseguía alcanzar en los torneos era cuartos, lo que se convirtió en toda una maldición para ellos. Y entonces, en el año 2007, nació su salvación. Fue durante un partido ante Dinamarca cuando La Roja encontró el estilo de juego que la elevaría hasta la gloria y le permitiría ganar su segunda Eurocopa y su primer Mundial. Ese 13 de octubre de 2007 nació el tiki-taka ante la selección danesa, la misma con la que este viernes se vuelven a ver las caras.
Por aquel entonces, la selección española estaba liderada por Luis Aragonés. El equipo todavía se estaba recuperando del fracaso en el Mundial de Alemania cuando aterrizaron en la clasificación para la Eurocopa 2008. Esa fase previa no empezó de la mejor manera. A pesar de haber ganado a Liechtenstein, los españoles habían cosechado dos derrotas consecutivas a domicilio ante Irlanda del Norte y Suecia. Necesitaban enderezar la clasificación si querían estar presentes en el torneo europeo. Luis Aragonés tomó entonces una de las decisiones más controvertidas de la historia de la selección: dejar fuera a Raúl González Blanco.
Tal fue la situación que días antes de viajar a Aarhus para disputar el pase final a la Eurocopa ante Dinamarca, Aragonés puso su cargo a disposición del entonces presidente de la RFEF, Ángel Villar. El técnico necesitaba una victoria ante Dinamarca para poder estar presente en la competición, aunque, en principio, un empate habría sido suficiente. La derrota, por otra parte, le habría costado a España el billete a la Eurocopa y a Aragonés el puesto. Las lesiones de David Villa y de Fernando Torres pusieron el partido en contra antes de que el balón comenzara a rodar. Sería Raúl Tamudo quien liderara el ataque de La Roja.
Pero Luis Aragonés lo tenía claro, sabía cómo quería jugar, sabía lo que tenía que hacer para conseguir la victoria: mantener la posesión y jugar la pelota a ras de suelo. La humedad del césped favorecía que el balón corriera, mientras Xavi, Iniesta y Cesc, en el centro del campo, manejaban la batuta orquestando el juego de España. “Señores, quiero que lleguen al área contraria. Quiero que busquen el remate, el último pase. Usted, Andrés, tire diagonales, júntese a Xavi y Cesc. Lleguen, lleguen… Algún día tienen que meter un gol”, fueron las palabras del técnico a sus tres tenores.
En el minuto 14, España se adelantaba en el marcador. Iniesta, siguiendo las instrucciones de Aragonés, tiraba una diagonal y ponía un centro medido a la cabeza de Tamudo, que remataba y mandaba el balón al fondo de la red. A partir de ese momento, los aficionados en las gradas y los espectadores que siguieron el duelo a través de la pantalla esperaban que Dinamarca se lanzara al ataque. Una derrota ponía fin a sus esperanzas de acudir a la Eurocopa, pero España mantuvo el balón, se hizo con la posesión y comenzó a mostrar su mejor versión. La Roja estaba protagonizando un impecable partido, con largas posesiones y mejores circulaciones.
Una obra maestra
Y entonces, justo antes de que se cumpliera el tiempo de la primera mitad, en los minutos que duelen y desmoralizan a partes iguales, los de Luis Aragonés registraron una de las mejores jugadas de la historia de la selección española. Toda una obra maestra, como ideada por los mejores estrategas. Nueve futbolistas, 28 pases y 75 segundos son las características de la jugada que pasó a la historia y marcó un antes y un después; y en la que Sergio Ramos plantó su firma para cerrar la ocasión estrellando el balón al fondo de la red. Con 0-2 en el marcador, parecía que el billete a la Eurocopa estaba asegurado. Sin embargo, en la segunda parte, un joven Bendtner iba a complicar el partido a los españoles.
La Roja aguantó todas las embestidas danesas, hasta que ya no pudieron más. Fue en el minuto 87, cuando Tomasson mandó el balón al fondo de la red de la portería de Iker Casillas. Necesitaban aguantar los escasos minutos que quedaban para que el árbitro señalara el final. Antes de que pudieran escuchar el silbido, Riera acababa con la agonía de España al hacer el tercero y sentenciar el partido. El sentir tras el encuentro era que había nacido una nueva España, un equipo que sabía jugar, que movía el balón como nadie y que, por fin, había encontrado un estilo en el que se sentía cómodo: el tiki-taka.
En el verano de 2008, certificaron que esa nueva forma de jugar había llegado para quedarse. La Eurocopa asentó el tiki-taka en la selección española, después de que los de Luis Aragonés se alzaran con el título. Con otro entrenador, pero prácticamente el mismo equipo y el mismo juego, consiguieron también la gloria en el Mundial de 2010 y otra Eurocopa en 2012. El tiki-taka se lo dio todo a la selección, pero todo tiene un final. La Roja fue cambiando de generación de jugadores y ese estilo de juego dejó de encajar. Fueron momentos grises, derrotas, partidos a remolque, hasta que finalmente, con Luis de la Fuente a la cabeza, encontraron su estilo. Ahora, es más vertical, rápido y potente, pero igual de efectivo. Tanto, que les permitió ganar la Eurocopa 2024. Ahora, con un nuevo estilo de juego, otros jugadores y otro seleccionador, volverán a verse las caras ante Dinamarca.