El hijo pródigo regresaba al Santiago Bernabéu y en casa la volvía a liar al Real Madrid. La historia le suena tanto a los blancos como a Álvaro Morata, se ha repetido ya en muchas ocasiones como para no acordarse. Que el delantero español le tiene cogida la medida al Madrid es un hecho, o es que la ley del ex siempre se cumple cuando se habla de Morata, independientemente de la camiseta que vista. Esta vez ha sido con la del AC Milan y en el templo blanco nada menos. Con el marcador señalando 1-1 y a falta de pocos minutos para que se cumpliera el tiempo de la primera mitad, el delantero cogía un rechace para mandar el balón al fondo de la red y adelantar al club italiano.
Una noche más, el Estadio Santiago Bernabéu acogía una noche de Champions. Una de esas veladas mágicas que solo las estrellas pueden protagonizar y donde todo puede ocurrir y más si te llamas Real Madrid, el equipo de las remontadas imposibles, que tiene esa esencia, ese algo incomprensible que nadie entiende y que le lleva a salvar los partidos cuando todos han bajado los brazos. Este martes se vestían de gala para recibir a un invitado muy especial: Álvaro Morata. La joven promesa blanca, que se ha enfrentado al club que le dio su primera oportunidad profesional con múltiples camisetas, volvía al templo de Chamartín, convertido en jugador del AC Milan.
Todos los focos le apuntaban, las cotas de interés del partido se elevaban solo por ver si el delantero sería capaz de volver a darle a su exequipo donde más duele, donde ya en otras ocasiones le había dado para mandar a los blancos a la loma. Una vez el balón ha comenzado a rodar, el español no ha fallado. Después de que los blancos comenzaran por debajo en el marcador tras un tanto de Malick Thiaw en el minuto 12, el Real Madrid ha sido capaz de levantarse con un penalti que ha transformado Vinicius. Y justo antes del descanso, en los minutos que duelen, aparecía Morata.
La jugada comenzaba con un error de Tchouaméni, que le enviaba el balón directamente a los italianos. Rápidamente, abrían a banda para que Pulisic subiera y colgara un balón al área. Y eso ha hecho. Ahí le esperaba Leao, que se giraba y disparaba contra la portería blanca, pero un ágil Lunin rechazaba el balón, que le caía a Morata y este ya no fallaba. El delantero español volvía a ver portería ante el Real Madrid, volvía a hacerle un gol a club que una vez fue su casa. La historia volvía a repetirse.
La historia se repite
Durante la temporada 2013-14 se asentó definitivamente en el primer equipo, año en el que ganó la Décima con el club blanco. Sin embargo, pronto le cerraron las puertas y se marchó a Italia para jugar con la Juventus. Durante su primera temporada en el club italiano, el destino quiso que se enfrentara a su exequipo y certificara su venganza. Morata marcó en Turín y volvió a repetir la gesta en el Santiago Bernabéu. De hecho, no hubo un jugador más relevante en toda la eliminatoria que él. La Juventus anuló por completo al Real Madrid, mientras se plantaba el área de Iker Casillas con una facilidad alarmante. Liderando esas embestidas italianas se encontraba Morata. Fue él quien ponía el marcador en tablas tras el gol de penalti de Cristiano. Suficiente para eliminar a su antiguo equipo de la Champions.
Con la camiseta del Atlético de Madrid volvió a repetir la gesta en múltiples ocasiones. Fue durante la pasada campaña. El delantero estaba disfrutando de una temporada dulce con el Atlético de Madrid. Lejos quedaron esos momentos de frustración, de escenarios llenos de desconfianza, de enfado por los errores, de goles que no llegaban. Había llegado su momento, se abría un periodo de alegría para el delantero, un periodo en el que se sentía seguro de sí mismo, de su fútbol. Ese año, fue el protagonista de los derbis madrileños. Una vez más volvía a brillar ante su antiguo equipo. En el Metropolitano, endosó un doblete a los blancos para certificar la victoria de los rojiblancos. Y este martes, con la camiseta del AC Milan la historia volvió a repetirse.